Después de un viaje de dos horas en bote que partió desde Lowestoft, un puerto en la costa este de Inglaterra, gigantescas turbinas eólicas de más de 150 metros de altura se asomaban entre la niebla como enormes criaturas marinas.
En el punto más alto de las torres, se veían técnicos con cascos y trajes protectores rojos y negros que ajustaban con precisión las máquinas y las conectaban al sistema eléctrico británico.
El Reino Unido ha estado en diversas etapas de confinamiento desde marzo, pero las operaciones en este parque eólico, llamado East Anglia One, han seguido adelante.
No obstante, al principio, las compañías involucradas en este proyecto de 2500 millones de libras (3100 millones de dólares) no estaban tan seguras.
A medida que el coronavirus cobraba impulso por toda Europa, los administradores declararon una pausa de un día a finales de marzo para evaluar si seguir adelante tenía sentido. Las nuevas medidas de sanidad y seguridad consumirían recursos de manera inevitable.
“Tuvimos que hacer una revisión y decir: ‘OK, ¿debería continuar el proyecto?’ y nos lo preguntamos con una mente muy abierta”, dijo Charlie Jordan, director de proyecto en Iberdrola, la compañía eléctrica española que está desarrollando el proyecto.
La respuesta fue “sí”. Las labores reiniciaron al día siguiente y no se han detenido.
Las consecuencias de la pandemia de coronavirus tienen a muchas empresas tambaleándose. La industria del petróleo y el gas en particular ha sido sacudida por precios que se desploman y que han forzado una reducción drástica de la producción y el despido de trabajadores.
No obstante, los productores de energía limpia presionan fuertemente para lograr que sus proyectos sean puestos en marcha. Quieren comenzar a hacer dinero de sus inversiones tan pronto como sea posible, y aunque la demanda de electricidad se ha reducido por el impacto del virus, los sistemas eléctricos suelen favorecer a la electricidad renovable sobre las fuentes contaminantes debido a los bajos costos y las normas regulatorias propicias.
Mientras equipos fijaban las enormes turbinas al lecho marino cerca de la costa inglesa en abril, Iberdrola comenzó a producir energía a partir de lo que dice es la instalación de energía solar más grande de Europa, en el oeste de España.
Jordan, el director de proyecto de alta mar, dijo que él y sus colegas se dieron cuenta de que podían tomar medidas para mantener los riesgos bajo control. Entre otras cosas, los contratistas rentaron cabañas vacacionales y llegaron a acuerdos con hoteles cercanos a Lowestoft, la base de operaciones, para que pudieran albergar a algunos de los trabajadores de alta mar ahí y mantenerlos aislados. Los trabajadores fueron llevados en botes al parque eólico para turnos de día y de noche de doce horas.
Hasta el momento, ninguna de las personas que trabajan en el proyecto se han enfermado de coronavirus, según Jordan.
Todos los 102 aerogeneradores están ahora instalados en un área ubicada a alrededor de 40 kilómetros de la costa. Las aspas de más de 75 metros en la cima de estos monstruos pueden girar a fin de generar suficiente electricidad para el suministro de cerca de 600.000 hogares, de acuerdo con la compañía.
La demanda de equipo para estos proyectos añade presión a los fabricantes para continuar la producción en sus fábricas. Por ejemplo, Vestas Wind Systems realiza esfuerzos para mantener una red global que incluye plantas en Colorado, China, Dinamarca y otros lugares operando, en gran medida, para cumplir con una cartera de pedidos récord durante el primer trimestre de 34.100 millones de euros para sus gigantes molinos y servicios de generación de electricidad.
“Comenzamos de manera diferente, dijimos: ‘No usemos la excusa de la COVID-19’”, dijo Henrik Andersen, director ejecutivo de Vestas, la cual tiene su sede en Dinamarca.
Vestas también señala una variedad de medidas que ha tomado para mantener a salvo a sus trabajadores. En su fábrica en Dinamarca que elabora góndolas, las cámaras en la parte superior de las turbinas, las medidas de seguridad son visibles, especialmente en el comedor. Las comidas ahora vienen en platos preparados y no se sirven al estilo bufé, además, los empleados comen en turnos para reducir los grupos numerosos. Las personas se sientan en diagonal para mantenerse alejadas en las mesas.
“Es extraño tener que mantener distancia de tus compañeros de trabajo cuando estás tan acostumbrada a estar cerca”, dijo Julie Noesgaard, quien empaqueta partes para envío.
La pandemia ciertamente genera obstáculos para estas compañías. Vestas dijo que en el primer trimestre, asuntos como retrasos en obtener componentes y modificaciones en procedimientos laborales sumaron 10 millones de euros (o 10,8 millones de dólares) a los costos, lo que contribuye a una pérdida de 80 millones de euros. La compañía dijo que iba a suspender la orientación sobre avances de sus resultados financieros para este año.
Markus Tacke, quien hasta hace poco fungía como director ejecutivo de Siemens Gamesa Renewable Energy, que fabricó las turbinas de East Anglia, dijo durante una llamada con reporteros que la grave situación de salud en Italia y las restricciones de viaje en India este año evitaron que firmara dos contratos, aunque supone que los acuerdos serán concluidos posteriormente.
La industria de la energía limpia tiene malos recuerdos de la crisis financiera de 2008 y 2009, la cual demostró ser un gran contratiempo. Vestas se vio obligada a cerrar o vender una docena de fábricas y deshacerse de un tercio de su fuerza laboral a medida que los pedidos se redujeron. Otros fabricantes fueron afectados de manera similar.
Los analistas mencionan que, aunque la industria de la energía renovable no será inmune a los efectos de la pandemia es probable que salga mejor librada en esta ocasión.
“El panorama para la energía renovable luce realmente muy resiliente, a pesar de todas las restricciones por la COVID-19”, dijo Sam Arie, analista del sector energético en UBS, un banco de inversiones. “Hemos visto algunas compañías con afectaciones menores. Sin embargo, en relación con otros sectores, el impacto en este ha sido muy limitado”.
Las principales razones de esta diferencia son que los negocios se han consolidado, lo que ha creado actores más fuertes. Siemens Gamesa, por ejemplo, fue creada en 2017 a través de la fusión de los intereses eólicos del gigante industrial alemán Siemens con los de Gamesa, una compañía española.
La industria también ha seguido reduciendo los costos. Los aerogeneradores en East Anglia One tienen quince veces la potencia de los instalados en los primeros parques eólicos de alta mar hace de casi treinta años, y por consiguiente producen mucha más ganancia por unidad. En Estados Unidos, la energía eólica a menudo se ubica como la fuente de electricidad menos cara, de acuerdo con Supriya Subramanian, una analista de UBS.
Al enfrentar una menor demanda de sus productos y precios en su nivel más bajo, las compañías de petróleo y gas están reduciendo alrededor de una cuarta parte de su inversión, o 110.000 millones de dólares, de acuerdo con Rystad Energy, una firma de consultoría. Los retrasos en las decisiones para invertir podrían favorecer a las energías solar y eólica debido a que sus costos están en descenso.
“Entre más tiempo esperes, es más probable que la decisión sea a favor de las energías renovables”, dijo Jarand Rystad, director ejecutivo de Rystad Energy, una firma de consultoría.