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Cómo se fabrican los barcos gigantescos

Cómo se fabrican los barcos gigantescos
La fabricación del buque de carga Matsonia, en el astillero de General Dynamics NASSCO en San Diego, California, el 6 de noviembre de 2019. (Christopher Payne/The New York Times)

Casi cualquier cosa que exista en un astillero estadounidense es de una escala enorme. Los navíos se fabrican durante años. La experiencia se desarrolla durante décadas. Para el ojo inexperto, el trabajo se extiende tanto por todo el astillero y a lo largo del tiempo que puede ser difícil distinguir entre las cosas que son martilladas, cableadas o soldadas, y si el lado derecho está viendo hacia arriba o está bocabajo.

Cuando están terminadas, más de 100 piezas se fusionan en una masa inmensa de metal que se pone a flote para conectar un mundo que se está encogiendo todo el tiempo.

Los grandes buques de carga tienen un papel casi incalculable en la economía moderna, pues son los responsables de llevar la gran mayoría de los productos que compramos. Representan un sistema circulatorio que lleva más del 90 por ciento de los productos comerciados.

Los astilleros, como uno en San Diego que dirige General Dynamics NASSCO, mantienen esos navíos en movimiento.

Lo más común es que el proceso de fabricación comience en el extremo occidental del astillero, donde hay pilas de delgadas placas de acero. Las placas, más largas y anchas que un autobús urbano, son soldadas y cortadas hasta que las convierten en paneles, los cuales, a su vez, son doblados y toman la forma del esqueleto del barco.

El barco que se está construyendo en este momento en San Diego es el Matsonia. Hace cuatro años, Matson, una empresa de logística de transporte, firmó un contrato por 500 millones de dólares con NASSCO para construir este barco y otro idéntico.

Sin embargo, no todos los buques de carga son iguales. Estos dos fueron diseñados para transportar contenedores con cargamento que un montacargas coloca a bordo, así como autos y camiones que son conducidos hasta el garaje del barco. Matson los designó navíos “clase Kanaloa”, una referencia a un dios del océano de la mitología hawaiana y un guiño a su propósito futuro: transportar productos hacia el estado insular y desde este.

Para el tamaño que suelen tener los buques, el Matsonia es modesto. No obstante, el tamaño es relativo a la carga. Una vez que se pueda navegar, probablemente para finales de año, el Matsonia tendrá el largo de más de dos campos de fútbol americano y la capacidad para transportar miles de contenedores de 6 metros de largo, así como 500 autos y camiones: hasta 57.400 toneladas totales de cargamento.

En Estados Unidos, los grandes astilleros llevan décadas en declive, pues han perdido encargos de inmensos barcos comerciales ante una competencia extranjera más barata. En la actualidad, más del 90 por ciento de la producción de barcos en el mundo se lleva a cabo en tan solo tres países: China, Corea del Sur y Japón.

Lo que queda de la industria estadounidense recibe el apoyo del gobierno federal, que realiza pedidos de barcos de todos los tipos hechos en Estados Unidos, desde buques patrulla de la Guardia Costera hasta portaviones navales. La industria también está protegida por una ley de un siglo de antigüedad, la Ley Jones, la cual exige que la gente y los productos que se mueven entre puertos estadounidenses deben transportarse en barcos que posean y operen ciudadanos estadounidenses y que estén fabricados en el país.

El involucramiento federal ha ayudado a conservar la vitalidad de los 124 astilleros activos que quedan en Estados Unidos, los cuales contribuyen con más de 37.000 millones de dólares en producción económica anual y respaldan unos 400.000 empleos, según cálculos del gobierno.

Esto porque, a pesar de la escala de los astilleros y la inmensidad de los barcos, buena parte del trabajo ocurre a escala humana.

NASSCO, empresa que ha operado a unos pocos kilómetros del centro de San Diego durante casi 60 años y se volvió una división de General Dynamics en 1998, produce tanto barcos comerciales como militares. En todo momento, hay varios barcos en construcción o en los que se está trabajando.

El trabajo nunca para, ni siquiera durante una pandemia.

Al ser considerado como un negocio esencial, en especial por sus contratos con el gobierno, NASSCO no detuvo sus operaciones mientras la propagación del coronavirus obligó el cierre de los lugares de trabajo y a las comunidades a cumplir medidas para permanecer en sus casas.

En cambio, la empresa encontró maneras de seguir nuevos protocolos de seguridad y distanciamiento social. Los lugares de trabajo se limpian con mayor frecuencia, y se instalaron estaciones para lavarse las manos en todo el astillero. Algunos procesos fueron alterados para permitir menos interacciones cercanas entre los trabajadores.

Y, aunque el virus cerró buena parte de la economía mundial, la gente siguió comprando cosas, es decir que los envíos en el mundo nunca pararon por completo… ni tampoco el trabajo de fabricar los barcos.

 

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A NASSCO le toma tres años completar un barco comercial típico, incluidos entre doce y dieciséis meses de diseño y planeación a detalle. La construcción del Matsonia comenzó en 2018.

Las primeras etapas de la fabricación se concentran en construir la estructura del navío, en piezas. Los paneles son creados y se les da forma de “bloques”, trozos del cuerpo del barco que pueden pesar decenas de toneladas.

Luego, los bloques son pulidos y pintados antes de entrar en las etapas finales del armado, donde los llenan con equipo, cables y tuberías. A veces, los bloques se colocan de cabeza porque es más fácil realizar el trabajo si apuntan hacia el suelo.

Entonces, las piezas son ensambladas en “bloques grandes” de mayores dimensiones y, por último, en un barco como el Matsonia.

En el astillero de NASSCO, las piezas del barco se mueven de un área de montaje a la otra en grúas gigantescas colocadas en una red de rieles o sobre ruedas (las dos grúas más grandes, nombradas Logan Lion y Big Dipper por un par de alumnos de escuela primaria en un concurso, pueden levantar un peso combinado de 600 toneladas).

El astillero está abierto día y noche, todo el año. Los trabajadores en el primer y segundo turno del día se encargan de la mayor parte de la construcción, operación y gestión de calidad. Los del turno de la noche por lo general le dan mantenimiento al equipo en todo el astillero o mueven los bloques de un área de montaje a la siguiente para el trabajo del próximo día.

Una vez que el navío está casi completo, se bota al agua, donde se le dan los últimos toques del acabado, como la instalación de cualquier equipo que falte, y se ponen a prueba todos los sistemas. Entonces, el barco puede comenzar su vida como un motor del comercio mundial.

Si todo sale de acuerdo con el plan, el Matsonia se deslizará por el agua los próximos meses para empezar a transportar productos hacia Hawái antes de que termine el año.

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