La relación entre el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos (USOPC, por su sigla en inglés) y Michael Phelps, su atleta más galardonado, ha sido complicada durante años.
Mientras más ganaba Phelps, y vaya que ganó (obtuvo 28 medallas en cinco Olimpiadas), más se convertía en el símbolo de la organización, digno de cualquier tratamiento especial que se le pudiera proporcionar. O, desde la perspectiva de Phelps, era el mejor y más reciente producto, que solo les interesaba a los promotores de los Juegos Olímpicos como una máquina de natación que producía medallas.
Phelps detalla esa dinámica cerca del final de “The Weight of Gold” (el peso del oro), el documental de HBO Sports que se enfoca en la depresión y otras enfermedades mentales con las que luchan los deportistas olímpicos. Phelps además es el productor ejecutivo de la película, que se estrenará el miércoles por la noche.
“Puedo decir honestamente, al pensar en mi carrera, que a nadie le importó ayudarnos”, dice mirando fijamente a un entrevistador que está fuera de la pantalla. “No creo que nadie nos haya preguntado si estábamos bien. Mientras estuviéramos compitiendo, no creo que nada más les importara”.
En las últimas semanas, a medida que se preparaba el lanzamiento de la película y surgían las críticas sobre un sistema que durante mucho tiempo priorizó ganar por encima de cualquier otra cosa, las autoridades olímpicas, pasadas y actuales, han detallado todas las ventajas que Phelps tuvo durante su carrera, incluyendo entrenamiento físico y técnico de primer nivel, acceso a tecnología de punta y una suite de dos dormitorios en el Centro de Entrenamiento Olímpico en Colorado Springs que solo podía ser usada por Phelps y, si él no estaba, un ocasional médico visitante. Todos los demás dormían en habitaciones individuales o dobles.
Pero ese tratamiento desigual y las reacciones a la película, dijo Phelps en una entrevista esta semana, ilustran cómo los entrenadores y las autoridades olímpicas solo ven a los atletas como activos valiosos durante sus breves momentos de gloria olímpica, pero luego los abandonan en los años que hay entre cada temporada de juegos. Y cuando sus carreras se interrumpen o terminan, el sistema solo se enfoca en la próxima estrella.
Siento que no les importa nada de lo que hago ahora, dijo Phelps, de 35 años, sobre el Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos.
En los últimos meses, el comité —que afirma que las opiniones de Phelps siempre son bienvenidas y esperadas— ha formado un grupo de trabajo sobre salud mental para ayudar a cambiar y expandir un sistema que, según ha explicado Sarah Hirshland, su directora ejecutiva, debe actualizarse. Durante cada ciclo de cuatro años, la organización lleva a unos mil atletas a los Juegos Olímpicos de Invierno y de Verano, pero solo tiene tres autoridades de salud mental entre su personal.
“Hay espacio para que podamos crecer y mejorar”, dijo Bahati VanPelt, quien fue nombrado como jefe de Servicios de Atletas de la USOPC, el año pasado. “Creo firmemente en un marco holístico que esté disponible durante todo el ciclo de vida de la carrera de un atleta”.
El punto crucial del problema, según dicen Phelps y otros atletas, es que durante muchos años los directivos olímpicos y los atletas de élite han tenido dos definiciones muy distintas del apoyo a los deportistas.
Para el comité olímpico, el apoyo a los atletas se ha enfocado, en gran medida, en la prestación de servicios —instalaciones de entrenamiento de vanguardia, entrenadores de primer nivel y científicos del deporte, acceso a psicólogos deportivos, además de una gran cantidad de accesorios y equipamiento de la selección nacional— aparentemente enfocados en llevar medallas a casa.
Para los atletas, el apoyo debería haber evolucionado hacia algo más holístico que incluya el cuidado de la salud mental en formas que van más allá de lo que manejan los psicólogos deportivos, quienes se centran en preparar sus mentes para la competencia.
“Tenemos que educar a las personas para que entiendan que la salud mental no es una debilidad”, dijo Katie Uhlaender, cuatro veces campeona olímpica en la categoría de trineo simple, quien forma parte del grupo de atletas que participa en la película. Otros que también aparecen en la cinta son Steven Holcomb, un medallista de oro en bóbsled que murió en 2017; los patinadores artísticos Sasha Cohen y Gracie Gold, y Jeret Peterson, un atleta especializado en saltos de esquí artístico que se suicidó en 2011. “Se trata de lograr que la gente lo comprenda desde la perspectiva del desempeño versus la curación”, dijo.
Uhlaender y otros deportistas sostienen que hay una gran necesidad de que los atletas pueden acceder más fácilmente a la terapia; sin tener que pasar por la consideración de los entrenadores y el personal de alto rendimiento, que son los funcionarios que anualmente evalúan sus aptitudes para las competencias, la selección del equipo nacional y que podrían penalizar a algún atleta porque saben que necesita ayuda para lidiar con sus enfermedades mentales.
El USOPC ha tratado de avanzar en esa dirección. Un número creciente de atletas tiene acceso a un asesoramiento telefónico ilimitado y seis sesiones de terapia en persona con un profesional con licencia, a través de la empresa de asistencia a empleados ComPsych. Este año, ese beneficio se extendió a unos 4400 atletas, más de tres veces el número que tenía acceso antes de que la pandemia de coronavirus provocara el aplazamiento de las Olimpiadas de Tokio hasta 2021.
La oportunidad de hacer “The Weight of Gold” surgió en 2017 cuando el director, Brett Rapkin, se acercó a Peter Carlisle, el agente de Phelps, para comentarle sobre el proyecto, ya que el atleta olímpico comenzaba a expresarse más sobre los temas de salud mental. Rapkin había estado trabajando en una película sobre Holcomb, quien luchaba contra la depresión y hablaba abiertamente sobre sus pensamientos suicidas. El cineasta entrevistó por última vez a Holcomb en la primavera de 2017, pocos días antes de que muriera en el Centro de Entrenamiento Olímpico en Lake Placid, Nueva York, por una sobredosis de somníferos y alcohol.
“Cuando se trata del ámbito del rendimiento deportivo, la metáfora que me gusta usar es que creemos que quienes están arriba intentan batear un jonrón para ganar el juego y los que están abajo se ponchan, en realidad, quienes realmente están abajo son los que no quieren estar vivos”, dijo Rapkin.