Entre autos de lujo y champán, una parte de Bangkok vive ajena a la pandemia

Entre autos de lujo y champán, una parte de Bangkok vive ajena a la pandemia
Esta foto tomada el 13 de junio de 2020 muestra al propietario de una empresa tailandesa Thanakorn Mahanontharit, también conocido como Yod, subiéndose a un automóvil Lamborghini durante una sesión de prueba para clientes en Bangkok. Foto: AFP

Con el turismo y las exportaciones en caída libre, el crecimiento de Tailandia podría verse reducido hasta un 10% este año.

Mientras que el coronavirus puso a la economía global de rodillas, Yod, un empresario tailandés, decidió darse un capricho de 872.000 dólares: un Lamborghini de color verde.

Yod se compró su Huracán EVO personalizado en Bangkok, una ciudad de multimillonarios, cuyo sector del lujo ha logrado mantenerse a flote pese a la crisis galopante que azota a la economía de Tailandia.

Con el turismo y las exportaciones en caída libre, el crecimiento de Tailandia podría verse reducido hasta un 10% este año, lo que dejaría sin trabajo a millones de personas.

Pero en una economía de doble rasero, muchos son inmunes a los estragos económicos causados por la pandemia de COVID-19.

En Tailandia viven varios nultimillonario. Uno de ellos es Yod, cuyo nombre completo es Thanakorn Mahanontharit. A Yod no pareció importarle tener que pagar el “loco” impuesto de importación de casi un 80% cuando hizo su compra en marzo.

“Este coche me hace sentir como David Beckham”, declaró el empresario del sector de la petroquímica a la AFP.

“Cuando abres la puerta todo el mundo te mira como si fueras una superestrella”.

Tanto Ferrari como Rolls-Royce y Lamborghini lanzaron modelos nuevos en Bangkok durante la pandemia, autos que pueden costar hasta 1,2 millones de dólares.

Toda una apuesta ante la bonanza de la que parece gozar una parte de la población de Bangkok.

Millones de esos dólares se exhibieron orgullosamente la semana pasada cuando un convoy de 40 coches del Thailand Lamborghini Club atravesó las calles de Bangkok de camino a un complejo turístico próximo a la ciudad.

Los Lamborghini “apelan a un nicho muy espécifico de individuos con un alto patrimonio neto”, señala Matteo Ortenzi, director ejecutivo de Automobili Lamborghini para la región de Asia-Pacífico.

Según él, en Tailandia existe un “interés continuo” por esos autos, lo que genera una fuerte “demanda” y convierte al país en uno de los “más importantes mercados del sureste asiático”.

Yod insistió en que llevaba toda su vida soñando con comprarse ese coche.

“Es un reflejo de tu éxito, no significa que yo sea mejor que tú”, declaró a la AFP. “Es solo que trabajo duro y juego duro”.

– Economía en marcha atrás –
Pero la mayoría de los tailandeses están metidos en un juego distinto.

El reino es uno de los países asiáticos con más desigualdades.

Tailandia está liderado por una monarquía extremadamente rica y sustentada por un puñado de familias que controlan monopolios en prácticamente todos los ramos, desde la cerveza y las tiendas libres de impuestos a los comercios de alimentación.

Sus fortunas se han disparado, además, durante los seis años de gobierno controlado por los militares, que les otorgó la mayoría de los contratos, pese a que la economía a nivel global esté en declive.

“Un uno por ciento de la población es dueña de cerca de dos tercios del país”, declaró Thitinan Pongsudhirak, analista político de la Universidad Chulalongkorn de Bangkok.

Y mientras, son muchos los que no logran sobrevivir.

Los agricultores sufren la caída de la demanda y las remesas de los migrantes que se trasladaron a las ciudades no repuntan. De su lado, la clase media urbana enfrenta graves dificultades para hacer frente a préstamos contraídos y gastos escolares.

Como resultado de la crisis creada por el coronavirus, la deuda de los hogares debería alcanzar a 88 o 90% del PIB hacia fines de año, según una estimación del banco Kasikorn.

Las cifras del gobierno anticipan que la pandemia dejaría unos 8,4 millones de desempleados, un cuarto de ellos del vital sector turístico.

La crisis borrará las ganancias de las últimas dos décadas, en las que millones de tailandeses salieron de la pobreza gracias a las exportaciones, la producción de manufacturas y el boom turístico.

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