Si tu crees que tienes todas las respuestas no me pidas consejos. Al gobierno en materia de la crisis sanitaria le paso algo similar.
El gobierno pretendió monopolizar toda la temática sanitaria, económica y social y ante el constante deterioro de la situación luego de tres meses y medio se relanza una estrategia donde el aporte de la sociedad civil, las autoridades municipales y las organizaciones empresariales se proyecta hoy como un esfuerzo de Todo Panamá.
Su fracaso es la razón de buscar apoyo. Un apoyo de todas los grupos organizados y la población en general se debió dar al inicio. Hoy el costo ha sido la propagación a nivel nacional de la pandemia, el extraordinario costo político y social y el incremento de muertes. A eso sumemos el colapso del sistema de salud.
Pero que hace que los retos y dificultades sean atendidas en nuestro país con una lógica diferente. Es un postulado correcto señalar que nadie tiene el monopolio de la verdad cuando se enfrenta una crisis de esta naturaleza. Quizás para otros países sin antecedentes históricos de pandemias o brotes epidémicos la confusión pueda ser tolerable al principio.
Hoy con la asistencia internacional y la lógica racional a nuestro favor hundirnos de la manera tan tétrica no obedece a otra justificación con la posible certeza que aquí en nuestro país funcionamos con “otra lógica”.
La lógica es un invento de los griegos, (brotes en India y China) asimilado por los árabes, redescubierto a través de los árabes por la Europa medieval y desde entonces un instrumento para el conocimiento y la verdad.
Aquí en nuestra vereda tropical nuestra lógica viene imbuida de rasgos de supersticiones, un imaginario ecléctico donde convergen la magia, la religión, el racismo, el afán de la expoliación junto con la razón como manto encubridor para el diseño de un comportamiento que solo nosotros practicamos y entendemos.
Es lo que nos excluye del mundo occidental a la cual todos creemos ser parte. Nuestra estructura de pensamiento no es occidental por muchos libros de autores europeos y americanos que hayamos digerido. Tampoco nos cambia salvo pocas excepciones el haber obtenido estudios en Europa o Estados Unidos. Y la gran razón de todo esto es que solo en nuestro imaginario aspiramos a ser occidentales pero afincados siempre en una realidad diseñada y operando bajo otra lógica.
La nuestra. La que se nutre de unos elementos perjudiciales para el bien común. Es el “software” lo que nos mantiene saltando en el charco de la inmundicia a lo Peppa Pig. La que con todo el dinero del mundo no nos permite ver los colores del arcoíris.