El índice de aprobación del mandatario ultraderechista subió desde junio cinco puntos porcentuales, de 32% a 37%, y el de rechazo cayó diez, de 44% a 34%.
Casi mitad de los brasileños cree que el presidente Jair Bolsonaro no tiene ninguna responsabilidad por las más de 100.000 muertes provocadas por la pandemia de covid-19, según resultados de un sondeo divulgados este sábado por el diario Folha de S. Paulo.
Un 47% de los encuestados por el Instituto Datafolha respondió que Bolsonaro “no tiene ninguna culpa” por el alto número de fallecimientos, frente a un 41% que lo considera “uno de los culpables (pero no el principal)”, y un 11% que lo ve como el “principal responsable” de ese saldo.
Los primeros resultados de la encuesta, realizada el 11 y el 12 de agosto en base a 2.065 entrevistas telefónicas, ya habían mostrado el viernes que Bolsonaro se mantiene más popular que nunca desde el inicio de su mandato en 2019, pese a las críticas de numerosos especialistas a su gestión de la pandemia.
El índice de aprobación del mandatario ultraderechista subió desde junio cinco puntos porcentuales, de 32% a 37%, y el de rechazo cayó diez, de 44% a 34%.
Su popularidad aumenta entre los millones de brasileños que recibieron una ayuda de emergencia de al menos 600 reales mensuales (unos 110 dólares) para compensar los impactos económicos de la crisis.
La pandemia del nuevo coronavirus se ha cobrado más de 106.500 vidas en Brasil, donde ha contagiado a más de 3,2 millones de personas.
Desde el inicio de la emergencia sanitaria, en marzo, Bolsonaro minimizó su gravedad y promovió un duro enfrentamiento con los gobernadores regionales que impulsaron medidas de aislamiento social para frenar el contagio, alegando que se trataba de un remedio “peor que la enfermedad” debido a las consecuencias económicas.
Este tipo de discrepancias sobre cómo gestionar la crisis provocó la renuncia de dos ministros de la Salud consecutivos, en menos de un mes.
Bolsonaro, que contrajo coronavirus en julio, asegura también que se curó gracias al uso de la cloroquina, un medicamento cuya eficacia no ha sido comprobada científicamente.
A medida que los casos empezaron a estabilizarse en las capitales de algunos estados, como Sao Paulo y Rio de Janeiro, los gobiernos locales han ido promoviendo una reapertura gradual de la economía.
Otras regiones como el sur y el centro-oeste de Brasil todavía enfrentan curvas ascendentes de nuevos contagios y óbitos diarios.
Según cifras oficiales, 8,9 millones de puestos de trabajo se perdieron en el segundo trimestre del año, cuando la tasa de desempleo subió al 13,3%, la más alta en tres años.