Repunta la violencia en Centroamérica después de breve tregua por Covid-19

Repunta la violencia en Centroamérica después de breve tregua por Covid-19
Familiares de un hombre asesinado a tiros en Ayutuxtepeque, El Salvador, lloran por su muerte cerca de la escena del crimen el 28 de abril de 2020, cuando una ola de violencia supuestamente generada por pandillas golpea el país en medio de la pandemia del nuevo coronavirus COVID-19. Foto: AFP

Las maras que asesinan, extorsionan y asaltan han aterrorizado por décadas a la población de las principales ciudades de los países del Triángulo Norte de Centroamérica.

Los cadáveres en bolsas y sábanas volvieron a aparecer en las calles de la capital hondureña, en un repunte de la violencia que afecta al norte de Centroamérica tras una tregua debido al aislamiento para contener los contagios de la covid-19.

En una sola noche, el 13 de agosto, se produjeron ataques sincronizados de las pandillas en diferentes puntos de Tegucigalpa, donde dejaron cinco muertos que las autoridades atribuyeron a la “guerra” entre las pandillas por controlar territorios.

Las maras que asesinan, extorsionan y asaltan han aterrorizado por décadas a la población de las principales ciudades de los países del Triángulo Norte de Centroamérica -Guatemala, El Salvador y Honduras- muchas veces con la complicidad de los policías.

A mediados de marzo comenzó a notarse un declive de las operaciones de las bandas criminales en los tres países, cuando los gobiernos ordenaron el confinamiento de la población para disminuir la expansión de la pandemia que entonces asomaba en América Central.

– Ataques pandilleros –
Pero tras algunas semanas de baja, la criminalidad volvió a desenfrenarse, especialmente en Guatemala y Honduras, con ataques de las pandillas mientras persiste el aislamiento con tibias medidas de reapertura en la economía.

El cambio se hizo evidente en Honduras con la aparición de cuerpos en bolsas y sábanas en las vías públicas y masacres a tiros de tres o más personas.

En lo que va del año, Honduras ha registrado “24 homicidios múltiples (en los) que más de 80 personas han perdido la vida”, precisó la directora del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional, Migdonia Ayestas.

A agosto de 2019 había 144 víctimas de homicidios múltiples, pero Ayestas explicó que no se puede comparar debido al toque de queda vigente este año.

Según la policía hondureña, hasta mediados de agosto de 2019 se registraron 2.322 asesinatos, y en el mismo periodo del 2020 van 1.934, en una población de 9,3 millones de habitantes.

Guatemala sigue acompañando a Honduras con niveles elevados en homicidios, en tanto El Salvador mantiene una reducción sustancial, que especialistas atribuyen a acciones emprendidas por el gobierno de Nayib Bukele.

Guatemala mantiene cifras parecidas a las de Honduras, con 1.909 homicidios de enero a julio del 2020, mientras en 2019 llegaron a 2.805, con una población de más de 17 millones de habitantes.

Según la Policía Nacional Civil (PNC) de Guatemala, después del 26 de julio, cuando se redujeron los horarios del toque de queda y el comercio reabrió, se registraron varios ataques armados de pandilleros que habían dejado de operar durante los meses de confinamiento.

– El Salvador respira –
Contrario a Honduras y Guatemala, El Salvador no ha tenido un repunte en la violencia criminal.

Con 6,6 millones de habitantes, El Salvador logró disminuir los homicidios de 1.729 de enero a julio del 2019 a 692 en el mismo periodo del 2020, sin percibir un incremento en el período de apertura.

“El Salvador salió de la lista de países más violentos del mundo. Nos hemos convertido en un referente en materia de seguridad en la región”, destacó en Twitter el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Rogelio Rivas.

El 1 de junio de 2019, según esa cartera, Bukele recibió el país con un promedio de 9 a 10 homicidios por día, pero al final de ese año la cifra cayó a 4,7 muertes violentas diarias.

El Salvador pasó 52 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2018 a 36 por 100.000 en 2019.

Rivas atribuye la baja al plan de Control Territorial que impulsa el gobierno salvadoreño.

El plan incluye control de las cárceles, cortar la comunicación al exterior de los cabecillas de pandillas, aumento de la operatividad de la Policía Nacional Civil con el apoyo del ejército y el combate de las extorsiones.

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