WILMINGTON, Delaware — Después de casi cinco décadas en la política nacional y en su tercera contienda presidencial, Joe Biden aceptó el 20 de agosto el nombramiento de su partido con uno de los discursos más convincentes de su carrera, que pronunció ante un auditorio oscuro y vacío, salvo por un puñado de periodistas que lo vieron en vivo mientras se dirigía a la nación a través de una cámara.
Se trató de la surrealista escena final de una semana extraordinaria de convención demócrata virtual que mostró un partido unificado en torno a Biden y su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris, aun cuando las agudas diferencias permanecen bajo la superficie.
A continuación, siete puntos clave derivados de una reunión sin precedentes:
Biden logró actuar como necesitaba.
Biden no es el orador perfecto ni más electrizante de su partido y el presidente Donald Trump y otros republicanos han pasado meses burlándose de su historial de errores verbales (a pesar del largo historial de falsedades y meteduras de pata del propio presidente). Sin embargo, el jueves, Biden pronunció su discurso más agudo y poderoso de la campaña, el tipo de discurso que muchos, incluso en su propio partido, dudaban que pudiera dar.
En momentos, Biden se mostró optimista sobre el potencial de Estados Unidos y sobrio sobre los problemas que se avecinan, desafiando la caricatura de orador vacilante inventada por la campaña de Trump y beneficiándose del nivel tan bajo en el que sus opositores lo habían puesto.
Fue una prueba de que en los momentos realmente importantes (ya sea para asegurar el apoyo de los rivales antes del supermartes o al aceptar la nominación) Biden es capaz de rendir bajo presión. Pero esa es una habilidad que estará a prueba una y otra vez en la recta final de la campaña.
Harris rompió barreras y la campaña de Biden espera que pueda abrirse paso entre los electores.
Harris, senadora de California y exfiscal general del estado, hizo historia el 19 de agosto cuando aceptó la candidatura a la vicepresidencia, para convertirse en la primera mujer negra y la primera descendiente india en ser nombrada para la fórmula nacional de un partido importante. Su presencia sobresaliente durante toda la convención y el hecho de que hablara de su propia historia en términos profundamente personales enfatizó la diversidad generacional y racial que aporta a la candidatura, dos factores en su capacidad hasta ahora de inyectar energía a los demócratas como compañera de fórmula de Biden.
El equipo de campaña espera que su vibrante estilo de hablar y sus antecedentes personales y políticos la ayuden a conectarse en especial con los votantes latinos y afroamericanos y a profundizar el atractivo de Biden entre los electores blancos moderados que habitan en los suburbios. Sin embargo, al igual que Biden, Harris procede del ala de la clase dirigente del partido y no está claro que ayudará a Biden a ganarse a los activistas más liberales que durante mucho tiempo se han mostrado escépticos ante su candidatura.
El apasionado discurso de Obama lo reveló como la conciencia moral del partido.
El expresidente Barack Obama, conocido en general por su conducta relajada y equilibrada, lanzó un inusualmente apasionado y cáustico ataque a su sucesor en la Casa Blanca, al describir lo que estaba en juego en las elecciones en términos duros y escalofriantes. Esta contienda presidencial, aclaró Obama, no se trata de la típica guerra partidista, sino de la continuación de la democracia estadounidense tal como la conocemos, argumentó, y emitió lo que muchos demócratas consideraron un emotivo llamado a la acción.
“No dejen que les quiten su poder. No dejen que les quiten su democracia”, instó.
Michelle Obama, la ex primera dama, añadió su propio ataque lacerante y dijo que Trump era “el presidente equivocado para nuestro país” y exhortó a los estadounidenses a hacer planes para votar.
Los discursos fueron claras síntesis del argumento demócrata de que esta campaña es una emergencia nacional, y Obama, el validador más importante de Biden, presentó a su vicepresidente como un líder estable y decente para tiempos difíciles.
Biden ganó la candidatura y, por ahora, la batalla de mensajes en su partido.
Desde el comienzo de la campaña de Biden para el 2020, su mensaje ha sido simple: los problemas más profundos de Estados Unidos no pueden empezar a resolverse sino hasta derrotar a Trump y Biden (debido a su experiencia, carácter e instintos conciliatorios) es la persona adecuada para derrotarlo. Se trató de un discurso que se basaba más en el cálculo político que en las ambiciones políticas de gran alcance o en una visión radicalmente nueva de la nación y muchos demócratas se preguntaban si ese argumento sería suficientemente inspirador.
No obstante, para esta semana, estaba claro que incluso los opositores ideológicos de Biden dentro del partido (incluido el senador Bernie Sanders, la personificación del movimiento progresista) habían aceptado la causa de Biden para centrarse en la construcción de la mayor coalición posible para vencer a Trump, y dejar de lado las diferencias políticas. En un discurso que complació a una amplia muestra representativa del Partido Demócrata, Sanders planteó la elección como una batalla contra el autoritarismo y prometió que “trabajaría con los progresistas, con los moderados y, sí, con los conservadores para conservar esta nación”, a tono con el planteamiento de Biden de que la elección era una crisis única.
Jill Biden ayudó a la campaña a enfatizar un tema urgente para muchos estadounidenses: la educación.
A pesar de haber fungido como segunda dama durante ocho años cuando Biden fue vicepresidente, Jill Biden no era especialmente conocida en la escena nacional. Esta semana Jill Biden, profesora de Inglés de profesión, se presentó ahora como una educadora que está íntimamente familiarizada con los graves temores que muchos padres estadounidenses están experimentando en este momento.
En el mensaje desde un salón donde alguna vez dio clases, hizo un llamado directo a las familias preocupadas por el futuro de sus hijos en un momento de incertidumbre sobre cómo será el año escolar. Trató de vincular esas preocupaciones con las prioridades de su marido e indicó que la campaña entiende que la recuperación total de los problemas de la pandemia no puede ocurrir sino hasta que se atiendan las necesidades de los padres que trabajan.
Los demócratas dejaron atrás sus diferencias políticas, al menos por ahora.
Los demócratas tienen puntos de vista muy divergentes en lo que respecta a las políticas públicas y las interrogantes políticas a las que se enfrenta el partido, incluyendo cómo ampliar la cobertura del seguro médico, cómo regular Wall Street y a las grandes empresas tecnológicas y qué tanto valorar el bipartidismo. Pero esta semana hubo poco debate político más allá de un amplio consenso de asuntos como la lucha contra el cambio climático y la violencia con armas de fuego, la recepción de inmigrantes y la mejora del acceso a la atención médica. En general, la cantidad de alabanzas al carácter de Biden superó con creces cualquier minucia sobre su agenda de gobierno.
Los demócratas parecen unidos en su estrategia para derrotar a Trump, pero ¿cuánto tiempo durará eso? Y aunque ese fue el mensaje que quisieron dar los líderes del partido en la convención, ¿será adoptado por los activistas liberales en las bases del partido quienes desde siempre se han mostrado poco entusiasmados con Biden?
Los demócratas les dieron la mano a los independientes y a los republicanos. ¿Los estaban escuchando esos electores?
Aunque los demócratas pasaron la semana movilizándose para unificar el partido en torno a Biden y Harris, fue evidente que la convención priorizó el acercamiento a los votantes moderados que no se identifican como demócratas, pero que están desilusionados con el manejo del partido republicano por parte de Trump.
Desde videos con figuras republicanas como el exgobernador de Ohio John Kasich hasta la insistencia de Biden en que las elecciones “no eran un momento partidista” sino un “momento estadounidense”, los demócratas promovieron el mensaje de que el país estaba por encima del partido todo el tiempo.
La prueba crítica para Biden después de la convención será: ¿cuántos votantes indecisos escucharon y se entusiasmaron con ese mensaje?