The New York Times obtuvo datos de las declaraciones de impuestos del presidente Donald Trump y sus empresas correspondientes a más de veinte años. Trump siempre se ha negado a divulgar esta información, lo cual lo convierte en el primer presidente en décadas en ocultar información básica sobre sus finanzas. Su negativa ha hecho que sus declaraciones tributarias sean de los documentos más buscados en la historia reciente de Estados Unidos.
Entre los hallazgos clave de la investigación del Times están los siguientes:
— Trump no pagó impuestos federales por ingresos en 11 de los 18 años examinados por el Times. En 2017, después de llegar a la presidencia, su impuesto a pagar fue de solo 750 dólares.
— Ha tomado medidas cuestionables para reducir el pago de impuestos, entre ellas un reembolso de 72,9 millones en devolución de impuestos que está sujeto a una auditoría del servicio estadounidense de hacienda (IRS, por su sigla en inglés).
— Muchos de sus negocios más conocidos, entre ellos sus campos de golf, reportan pérdidas de grandes cantidades de dinero, que le han ayudado a disminuir sus impuestos a pagar.
— La presión financiera que enfrenta es cada vez mayor, pues cientos de millones de dólares en préstamos que garantizó personalmente están próximos a vencer.
— Aún al declarar pérdidas, ha mantenido un estilo de vida lujoso al deducir de impuestos algunos gastos que la mayoría de las personas consideraría como gastos personales, entre ellos residencias, aviones y 70.000 dólares en peluquería para apariciones en televisión.
— Ivanka Trump, como empleada de la Organización Trump, parece haber recibido”honorarios de consultoría” que también ayudaron a reducir la factura tributaria de la familia.
— Como presidente, ha recibido más dinero de fuentes extranjeras y grupos de interés estadounidenses de lo que se sabía previamente. Los registros no muestran conexiones con Rusia que no se hubieran reportado antes.
Es importante recordar que las declaraciones de impuestos no son una radiografía clara de la actividad empresarial de Trump. Más bien son la representación que él mismo hace del estado de sus negocios para el servicio de hacienda. Pero constituyen el retrato más detallado disponible a la fecha.
A continuación, un análisis más profundo de las conclusiones obtenidas. El artículo principal, basado en la investigación, incluye mucha más información, así como una cronología de las finanzas del presidente. Dean Baquet, editor ejecutivo, escribió una nota en la que explica por qué The New York Times publica estos hallazgos.
LA EVASIÓN FISCAL DEL PRESIDENTE
Trump no ha pagado ningún impuesto federal por ingresos durante buena parte de los últimos veinte años.
Además de los once años en los que no pagó impuestos de los dieciocho años examinados por el Times, el mandatario solo pagó 750 dólares en cada uno de los dos últimos años: 2016 y 2017.
Se las ha ingeniado para evadir impuestos mientras sigue gozando del estilo de vida de un multimillonario, lo cual afirma ser, y mientras sus empresas cubren los costos de lo que muchos considerarían gastos personales.
Esta evasión fiscal lo diferencia de la mayoría de los estadounidenses adinerados.
Los impuestos de los estadounidenses ricos han disminuido de manera drástica en las últimas décadas y muchos utilizan lagunas para reducir sus impuestos por debajo de las tasas reglamentarias. No obstante, la mayoría de los ricos siguen pagando muchos impuestos federales por sus ingresos.
En 2017, el promedio de la tasa de ingresos federales para el 0,001 por ciento de los contribuyentes con mayores ingresos que declaran impuestos ―es decir, la porción del 1/100.000 más rica de la población― fue del 24,1 por ciento, según el IRS.
En las últimas dos décadas, Trump ha pagado en total unos 400 millones de dólares menos de impuestos federales por ingresos, en comparación con el promedio que pagó una persona muy rica de ese grupo al año.
Su evasión fiscal también lo diferencia de los presidentes anteriores.
Puede que Trump sea el presidente de Estados Unidos más rico de la historia. Sin embargo, con frecuencia ha pagado menos impuestos que otros presidentes recientes. Barack Obama y George W. Bush pagaban de manera habitual más de 100.000 dólares al año, y a veces mucho más, en impuestos federales sobre la renta durante su mandato.
Mientras tanto, Trump encabeza un gobierno federal al cual no ha contribuido con casi nada por concepto de impuestos por ingresos en muchos años.
Un reembolso considerable ha sido crucial para su evasión fiscal.
Luego el éxito inicial del programa de televisión “El Aprendiz”, Trump se vio obligado a pagar una gran cantidad de impuestos, pero eliminó la mayoría de estos pagos fiscales a través de un reembolso. En conjunto, Trump pagó inicialmente casi 95 millones de dólares en impuestos federales sobre la renta durante estos dieciocho años. Posteriormente, logró recuperar la mayoría de ese dinero, con intereses, al solicitar y recibir una devolución de impuestos de 72,9 millones de dólares, a partir de 2010.
El reembolso disminuyó el total de su factura tributaria federal por concepto de impuestos por ingresos entre 2000 y 2017 a un promedio anual de 1,4 millones de dólares. En comparación, el estadounidense promedio que forma parte del 0,001 por ciento que más ingresos tiene pagó anualmente unos 25 millones de dólares en impuestos federales por ingresos durante el mismo periodo.
La devolución de 72,9 millones de dólares ha sido objeto de una larga batalla con el IRS.
Al solicitar el reembolso, Trump hizo referencia a una pérdida financiera gigantesca que podría estar relacionada con el fracaso de sus casinos en Atlantic City. Públicamente, también afirmó que había renunciado por completo a su participación en los casinos.
Sin embargo, puede que la verdadera historia sea distinta de la que contó. La ley federal sostiene que los inversionistas pueden declarar una pérdida total en una inversión, como lo hizo Trump, solo si no reciben nada a cambio. Parece ser que Trump sí recibió algo a cambio: el cinco por ciento de la nueva empresa de casinos que se formó cuando él renunció a su participación.
En 2011, el IRS comenzó una auditoría para revisar la legitimidad del reembolso. Casi una década después, el caso sigue sin resolverse, por razones desconocidas, y podría terminar en un tribunal federal, donde podría convertirse en un asunto de dominio público.
GASTOS EMPRESARIALES Y BENEFICIOS PERSONALES
Trump clasifica gran parte del gasto en su estilo de vida personal como costos de operación.
Sus residencias son parte del negocio familiar, al igual que los campos de golf donde pasa tanto tiempo. Trump también clasificó el costo de su avión, que utiliza para transportarse entre sus residencias, como un costo de operación. Los cortes de pelo (que suman más de 70.000 dólares para peinarse durante “El Aprendiz”), también entran en la misma categoría, al igual que los casi 100.000 dólares pagados al estilista y maquillista favorito de Ivanka Trump.
Todo esto ayuda a reducir aún más los impuestos que Trump debe pagar, porque las empresas pueden amortizar los gastos empresariales.
Seven Springs, su propiedad en el condado de Westchester, Nueva York, es un ejemplo de su definición incluyente de gastos empresariales.
Trump compró la propiedad, que abarca casi 81 hectáreas en Bedford, Nueva York, en 1996. En su juventud, sus hijos Eric y Donald pasaron los veranos ahí. “De hecho, este es nuestro complejo”, declaró Eric a Forbes en 2014. El sitio web de la Organización Trump sigue diciendo que: “En la actualidad, Seven Springs se utiliza como un lugar de retiro para la familia Trump”.
Sin embargo, el presidente declaró la finca como una propiedad de inversión, distinta de una residencia personal. En consecuencia, pudo amortizar 2,2 millones de dólares en impuestos sobre la propiedad desde 2014, aun cuando su ley fiscal de 2017 limitó el monto anual de condonación de impuestos sobre la propiedad para las personas físicas a solo 10.000 dólares.
LOS ‘HONORARIOS DE CONSULTORÍA’
En casi todos sus proyectos, las empresas de Trump reservan cerca del 20 por ciento de los ingresos para ‘honorarios de consultoría’ inexplicables.
Estos honorarios reducen los impuestos, porque las empresas pueden amortizarlos como un gasto empresarial, lo cual disminuye la cantidad de beneficio final sujeto a impuestos.
Por ejemplo, Trump recaudó 5 millones de dólares del convenio de un hotel en Azerbaiyán y reportó 1,1 millones de dólares en honorarios de consultoría. En Dubái, se registró una comisión de 630.000 dólares sobre 3 millones de dólares de ingresos. Desde 2010, Trump ha amortizado unos 26 millones de dólares en honorarios de ese tipo.
Su hija parece haber recibido algunos de estos honorarios de consultoría, a pesar de haber sido una alta ejecutiva de la Organización Trump.
La investigación del Times descubrió una sorprendente coincidencia: los registros privados de Trump muestran que, en una ocasión, su empresa pagó a un consultor no identificado la cantidad de 747.622 dólares por concepto de honorarios de consultoría para proyectos hoteleros en Hawái y Vancouver, Columbia Británica. Los formularios de divulgación pública de Ivanka Trump, que presentó cuando se unió al personal de la Casa Blanca en 2017, muestran que había recibido una suma idéntica a través de una empresa de consultoría de la que era copropietaria.
NEGOCIOS QUE PIERDEN DINERO
Muchos de los negocios de más alto perfil de Trump pierden grandes cantidades de dinero.
Desde el año 2000, Trump ha reportado la pérdida de más de 315 millones de dólares en los campos de golf que a menudo describe como el corazón de su imperio. La mayoría de las pérdidas registradas son de un centro vacacional ubicado cerca de Miami llamado Trump National Doral que el presidente compró en 2012. Y su hotel en Washington, inaugurado en 2016, ha perdido más de 55 millones de dólares.
Una excepción: la Torre Trump en Nueva York, cuyas ganancias constantes ascienden a más de 20 millones de dólares anuales.
La parte más exitosa del negocio de Trump ha sido su marca personal.
The New York Times calcula que entre 2004 y 2018, Trump ganó 427,4 millones de dólares por la venta de su imagen, una imagen de riqueza sin remordimientos mediante una astuta gestión empresarial. La comercialización de esta imagen ha sido un gran éxito, incluso si la gestión subyacente de muchas de las empresas activas de Trump no lo ha sido.
Otras empresas, en particular en el sector inmobiliario, han pagado por el derecho a usar el nombre de Trump. La marca hizo posible la existencia del programa de televisión “El Aprendiz”, que llevó su imagen a otro nivel.
Por supuesto, la marca Trump también hizo posible que se convirtiera en el primer presidente de Estados Unidos sin experiencia previa en el gobierno.
Pero sus empresas no rentables siguieron teniendo un propósito financiero: reducir su factura tributaria.
La Organización Trump —un conjunto de más de 500 entidades, casi todas propiedad de Trump— ha utilizado las pérdidas para compensar las cuantiosas ganancias de la concesión de licencias de la marca Trump y otros elementos rentables de su negocio.
Las pérdidas declaradas por las empresas en operación fueron tan grandes que a menudo eliminaron el total de los ingresos por concepto de licencias, con lo que la organización declaró no tener ganancias y, por ende, no deber impuestos. Este patrón es antiguo para Trump. El colapso de partes importantes de su negocio a principios de la década de 1990 generó enormes pérdidas que le sirvieron para reducir sus impuestos en los años siguientes.
LOS BILLETES GRANDES POR VENIR
Con el dinero de ‘El Aprendiz’, Trump hizo sus mayores adquisiciones desde la década de 1980.
“El Aprendiz”, que debutó en la cadena NBC en 2004, fue un gran éxito. Trump recibió el 50 por ciento de sus ganancias y prosiguió a comprar más de diez campos de golf y otras múltiples propiedades. Las pérdidas en estas propiedades redujeron el monto que tenía que pagar de impuestos.
Pero la estrategia comenzó a tener problemas cuando el dinero de “El Aprendiz” comenzó a disminuir. Para 2015, su situación financiera estaba empeorando.
Su campaña presidencial de 2016 quizá fue en parte un intento de resucitar su marca.
Los registros financieros no responden esta pregunta de manera definitiva. Pero el momento lo confirma: Trump anunció una campaña que parecía tener posibilidades remotas de ganar, pero que con seguridad le traería una nueva atención, al mismo tiempo que sus negocios necesitaban un nuevo enfoque.
La presidencia ha ayudado a su negocio.
En cuanto se convirtió en uno de los principales candidatos presidenciales recibió grandes cantidades de dinero de cabilderos, políticos y funcionarios extranjeros que pagan por hospedarse en sus propiedades o por unirse a sus clubes. La investigación del Times calcula con exactitud este gasto por primera vez.
Un aumento de nuevos miembros en el club Mar-a-Lago en Florida le hizo ganar 5 millones de dólares adicionales al año desde 2015. La Asociación Evangelística Billy Graham le pagó al menos 397.602 dólares en 2017 al hotel de Washington, donde celebró al menos un evento durante su Cumbre Mundial en Defensa de los Cristianos Perseguidos.
En sus dos primeros años en la Casa Blanca, Trump recibió millones de dólares por proyectos en países extranjeros, incluyendo 3 millones de dólares de Filipinas; 2,3 millones de dólares de India y 1 millón de dólares de Turquía.
Pero la presidencia no ha resuelto su principal problema financiero: muchas de sus empresas siguen perdiendo dinero.
Con la disminución de los ingresos de “El Aprendiz”, Trump ha absorbido parte de las pérdidas a través de movimientos financieros únicos a los que tal vez no pueda volver a recurrir.
En 2012, obtuvo una hipoteca de 100 millones de dólares sobre el espacio comercial de la Torre Trump. También ha vendido cientos de millones en acciones y bonos. No obstante, sus registros financieros indican que tal vez le queden tan solo 873.000 dólares para vender.
Pronto deberá liquidar varias deudas importantes que podrían someter a más presión a sus finanzas.
Parece que no ha pagado nada del capital de la hipoteca de la Torre Trump y debe pagar el total de 100 millones de dólares para 2022. Y si pierde su disputa con el IRS por el reembolso de 2010, podría deberle al gobierno más de 100 millones de dólares (incluyendo los intereses de la cantidad original).
Trump debe pagar personalmente algunas de esas facturas pendientes.
En la década de los noventa, Trump casi cayó en la ruina por garantizar personalmente cientos de millones de dólares en préstamos, y desde entonces ha dicho que se arrepiente de haberlo hecho. Sin embargo, sus registros de impuestos muestran que lo ha vuelto a hacer. Al parecer, es responsable de préstamos equivalentes a un total de 421 millones de dólares, la mayoría de los cuales vencen dentro de cuatro años.
Si gana la reelección, sus prestamistas podrían verse en la posición sin precedentes de sopesar si ejecutan o no la hipoteca de un presidente en funciones. Ya sea que gane o pierda, tal vez tenga que encontrar nuevas formas de usar su marca, y su popularidad entre decenas de millones de estadounidenses, para hacer dinero.