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Opinión: 'Amo Nueva York' es más que un eslogan

Opinión: 'Amo Nueva York' es más que un eslogan
Ahora que las cadenas de tiendas minoristas abandonan Manhattan, los neoyorquinos pueden reconstruir una ciudad más hospitalaria para sus pequeños negocios. Foto: Ashley Gilbertson/The New York Times

Mientras las cadenas de tiendas minoristas abandonan Manhattan, los neoyorquinos pueden reconstruir una ciudad más hospitalaria para sus pequeños negocios.

Cuando abrí el salón Michael Angelo’s Wonderland Beauty Parlor en el Meatpacking District hace 15 años, nunca imaginé que algún día tendría que reubicarme en un lugar más pequeño para sobrevivir al aumento de los alquileres, solo para luego tener que cerrar durante meses. Tampoco podía concebir tener que elegir entre pagar la renta de mi apartamento, del salón o tener qué comer.

Sin embargo, a mitad del verano, nuestro casero nos envió una carta a mi pareja y a mí en la que nos exigía que pagáramos meses de alquiler atrasado (los cuatro meses en los que mi negocio estuvo cerrado) o que desocupáramos nuestra casa en el barrio donde he vivido y trabajado durante veinte años.

Como dijo Diana Vreeland: “Solo hay una vida muy buena y es la vida que sabes que quieres y haces por ti mismo”. Mi vida está en Nueva York. Así que después de meses de paciencia, por fin recibí suficiente dinero del desempleo para mudarme a un apartamento más asequible. Al fin logré pagar la renta del apartamento, el local y la cena. Por ahora.

¿Pero dónde están todos los demás?

Las cadenas de tiendas minoristas se están yendo de Manhattan. Afirman que es “insostenible” para ellos continuar haciendo negocios en una ciudad asediada por una pandemia, y que “no hay razón para hacer negocios en Nueva York”. Así se van los Pain Quotidiens, los Victoria’s Secrets, los Neiman Marcus, ya sea desmantelando las tiendas o empacando todo y huyendo , lo cual en el caso del propietario de Bryant Park Grill, significa irse a Florida.

Tengo unas sinceras palabras de despedida para ellos; de hecho, solo es una, que se escucha mejor en boca de un taxista con el puño en la bocina en el que solía ser el tráfico del centro de la isla.

He vivido y trabajado en esta ciudad y sus alrededores toda mi vida, al igual que mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo antes que yo: cuatro generaciones que se remontan a finales del siglo XIX.

Aquí es donde aprendí mi oficio, desarrollé mi estética artística, me enamoré y mantuve una carrera, ahora por más de 25 años. Amo Nueva York. Esa simple declaración es inseparable del hecho de que hice mi vida aquí. Y lo mismo aplica para muchos de los propietarios de pequeñas empresas de la ciudad, que invierten en las comunidades donde tienen sus operaciones en lugar de huir de ellas.

Las grandes marcas ya se estaban yendo de la Gran Manzana incluso antes de la pandemia. Según un estudio del Centro para un Futuro Urbano, en 2019 se vio la mayor disminución en los locales comerciales nacionales en la ciudad desde que la organización comenzó su seguimiento hace más de una década. La cantidad de cadenas de tiendas se redujo en un 3,7 por ciento el año pasado, un enorme aumento con respecto al 0,3 por ciento de disminución en 2018, el primer año que el centro registró un crecimiento negativo.

Antes de la pandemia, los minoristas (tanto grandes como pequeños) ya estaban luchando para competir con la practicidad y la omnipresencia de las compras en línea. Henos aquí ahora, seis meses después de una pandemia que ha trastocado todo lo que creíamos saber sobre la vida en la ciudad, sin una luz al final del túnel.

The New York Times informa que casi 3000 pequeños negocios en la ciudad de Nueva York han cerrado definitivamente desde marzo; el coronavirus dejó sin vida no solo a Gap y J. C. Penney, sino también a CAP Beauty y Bar Sardine. Hasta un punto de referencia para la comunidad LGBTQ+, el Stonewall Inn suplica ayuda en GoFundMe.

Con la muerte de pequeñas empresas como estas, Nueva York corre el riesgo de perder su característica más emblemática y envidiable: ser el crisol del mundo. Cuando tomas la decisión de ser neoyorquino, te comprometes a un nivel de intimidad con tu entorno que pocas otras metrópolis proporcionan.

Esa intimidad se basa en la autenticidad, las peculiaridades y los puntos de vista únicos. No vas a encontrar eso en un Starbucks ni en Home Depot. Pero lo encontrarás en Variety o Garber’s.

No obstante, lo que la salida de los grandes minoristas debería ilustrar de manera definitiva y concluyente es lo realmente difícil que es hacer negocios aquí. La ciudad necesita facilitar la supervivencia de los pequeños negocios que decidan quedarse.

Nuestro gobierno local puede ayudar a los emprendedores y artistas a florecer mediante la creación de incentivos fiscales para que los arrendatarios de locales comerciales puedan alquilar los espacios que las corporaciones consideran “insostenibles” a las empresas locales y organizaciones sin fines de lucro con rentas más bajas. Los neoyorquinos pueden optar por invertir en nuestras comunidades al desconectarse y volver a las calles para comprar, vivir y jugar. Sí, es difícil, pero hay destellos de esperanza y, ahora mismo, es la gente de la ciudad la que está liderando el camino.

“Amo Nueva York” es más que un eslogan; es un testimonio de la verdadera naturaleza de la relación entre esta ciudad y sus habitantes. Habitamos toda la ciudad, no solo nuestros apartamentos. Si todo lo que Nueva York tuviera que ofrecer fueran las tiendas “insignia” de las grandes marcas y las experiencias transaccionales disponibles en cualquier otro lugar de Estados Unidos, o en línea, ¿para qué molestarse? ¿Para qué soportar la agitación y las penurias de la ciudad?

No puedo culpar a la gente que ha tenido que tomar decisiones difíciles y complejas sobre cómo y dónde sus negocios o sus familias pueden tener éxito. Pero espero que Nueva York muestre el valor, el compromiso y la resiliencia para remplazar estos espacios vacíos con el tipo de organizaciones que reflejen la hermosa diversidad y creatividad de una ciudad que nunca ha sido cómoda ni práctica, sino que prospera al enfrentar los desafíos de frente, y que a través de ese doloroso proceso de aguante, da un giro a los sueños que capturan la imaginación del mundo.

Y para aquellos que se largaron porque estar en Nueva York tenía que ver con las apariencias, la rentabilidad y los ingresos brutos: por favor, no dejen que el puente y el túnel los golpee en el… El Times no me deja decirlo, pero ustedes saben lo que quiero decir.

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