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Trump y Biden: un debate presidencial más calmado y dos visiones muy distintas

Trump y Biden: un debate presidencial más calmado y dos visiones muy distintas
El candidato presidencial demócrata Joe Biden hace una pausa mientras el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se muestra en una reflexión en el debate presidencial final en la Universidad de Belmont el 22 de octubre de 2020 en Nashville, Tennessee. Foto: AFP

En una participación más mesurada, el presidente Donald Trump le dijo a Joe Biden: “No tuviste éxito” en Washington. El exvicepresidente acusó al mandatario de crueldad por separar a las familias inmigrantes y avivar las tensiones raciales.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el exvicepresidente Joseph R. Biden Jr. ofrecieron sus argumentos finales el jueves y dieron visiones divergentes al país en el último debate presidencial. Ambos dieron pronósticos opuestos para la pandemia del coronavirus y revelaron diferencias irreconciliables en temas que van desde el rescate de la economía y el fortalecimiento del sistema de salud hasta la lucha contra el cambio climático y la remodelación del sistema de inmigración.

El tono de este debate fue, en general, más moderado que el primer encuentro entre los dos candidatos, realizado el mes pasado, cuando Trump arengó a Biden durante más de una hora y media y provocó de manera efectiva un cortocircuito en cualquier tipo de conversación. Pero si el tenor del debate del jueves fue más tranquilo, el conflicto en cuestiones de fondo y visión no podría haber sido más dramático.

Desde los primeros minutos, los dos candidatos adoptaron posturas opuestas sobre la pandemia y Trump prometió —desafiando la evidencia— que la enfermedad estaba “desapareciendo” mientras que Biden pidió acciones federales mucho más agresivas para el “invierno oscuro” que se avecina.

Trump, quien acosó a Biden con una agresión in crescendo en el transcurso del debate, parecía decidido a presentar a su oponente como un político de carrera “todo palabras y nada de acción”, como dijo hacia el final del debate. Y el presidente utilizó el evento como su plataforma más destacada hasta el momento para ventilar ataques no corroborados o sin base alguna contra las finanzas de Biden y miembros de su familia.

El presidente, sin embargo, hizo poco para presentar un caso a favor para su propia reelección, o para explicar en términos claros lo que esperaría hacer en los próximos cuatro años en la Casa Blanca. Frecuentemente tergiversó los hechos de su historial y el de Biden. Y sobre su vulnerabilidad política más importante —su mal manejo de la pandemia— Trump transmitió con firmeza el mensaje de que los días felices están a punto de llegar otra vez, incluso cuando las encuestas muestran que la mayoría de los votantes creen que lo peor de la crisis del coronavirus aún está por llegar.

Por detrás en las encuestas en una serie de estados bisagra cruciales, y con 48 millones de estadounidenses que ya han votado, el presidente estaba bajo más presión. Pero aunque demostró que puede participar en una justa política más convencional, no estaba tan claro si su actuación podría hacer que la gente a la que no le gustaba reconsiderara sus bien arraigadas percepciones.

Biden, por su parte, se ciñó al núcleo del argumento que ha impulsado su campaña desde el principio, al denunciar a Trump como un líder divisivo y poco ético que había echado a perder la respuesta a nivel federal a una crisis de salud pública devastadora. Aunque Trump lo empujó a la defensiva en repetidas ocasiones, el exvicepresidente también expuso una versión más completa de su propio programa de políticas que la que manejó en el primer debate, pidiendo un gasto de estímulo económico a gran escala, nueva ayuda a los estados que luchan contra la pandemia y una enorme expansión de la atención de la salud y los beneficios para los trabajadores en todo el país.

De todos los desacuerdos entre ambos candidatos, ninguno fue más destacado que sus evaluaciones de la experiencia estadounidense en su lucha contra el coronavirus.

Animado por la moderadora, Kristen Welker de NBC News, para explicar su plan para los próximos meses, Trump se apegó al alegre mensaje que ha transmitido en los últimos mítines de campaña, al prometer una vacuna a corto plazo y al citar su propia recuperación del virus como ejemplo de progreso médico. El presidente se jactó de que ahora era “inmune” a la enfermedad, e insistió en que estados como Texas y Florida habían visto cómo el virus se desvanecía, incluso cuando el número de casos va en aumento en todo el país.

“He sido felicitado por los mandatarios de muchos países por lo que hemos podido hacer”, dijo Trump, sin ofrecer detalles más específicos.

Biden, en respuesta, insistió con una línea de ataque enfocada y conocida en contra del presidente, al culparlo por no haber hecho “prácticamente nada” para detener la pandemia a principios de este año y por encaminarse a la parte más fría del año sin un plan definido para controlar el virus. Sosteniendo un cubrebocas, Biden dijo que alentaría a todos los estadounidenses a que se lo pusieran y que aumentaría las pruebas rápidas a escala nacional.

“Estamos a punto de entrar en un invierno oscuro, un invierno oscuro, y él no tiene un plan claro”, dijo Biden. Trump replicó: “No creo que vayamos a tener un invierno oscuro en absoluto; estamos abriendo nuestro país”.

Pero cuando el presidente dijo: “Estamos aprendiendo a vivir con” el coronavirus, Biden se abalanzó: “Estamos aprendiendo a morir con eso”, dijo.

“Cualquiera que sea responsable de tantas muertes no debería permanecer como presidente de Estados Unidos de América”, dijo Biden. Y agregó: “Voy a terminar con esto. Me aseguraré de que tengamos un plan”.

Sin embargo, el presidente dijo por primera vez: “Asumo toda la responsabilidad”, por el impacto del virus. Luego, rápidamente buscó eludir la culpa. “No es mi culpa que haya venido aquí, es culpa de China”, dijo.

El debate del jueves, en la Universidad de Belmont en Nashville, representó quizás la última oportunidad para que Trump sacudiera la campaña presidencial y se abriera camino hacia una contienda más estrecha contra Biden cuando solo quedan 11 días.

Trump fue más coherente que en el primer debate, logrando sortear una serie de ataques al presentar a Biden como un político de carrera y al evitar duras críticas personales a sus hijos.

Con los micrófonos de los candidatos apagados a veces mientras el otro hablaba, una nueva regla implementada para evitar que se repitieran las constantes interrupciones de Trump durante el primer debate, sus expresiones faciales a menudo eran elocuentes. Cuando Biden dijo que Rudolph W. Giuliani, el abogado de Trump, estaba siendo “utilizado como un peón ruso”, el presidente se quedó boquiabierto y movió la cabeza hacia la derecha. Y cuando Trump insistió, no por primera vez, en que daría a conocer sus declaraciones de impuestos después de una auditoría del Servicio de Impuestos Internos (IRS, por su sigla en inglés), Biden dejó escapar una amplia sonrisa que parecía decir: “Aquí vamos de nuevo”.

En el segundo segmento del debate los intercambios se volvieron marcadamente personales, ya que el enfoque se desplazó hacia la interferencia extranjera en las elecciones estadounidenses. Biden habló primero, advirtiendo que países como Rusia e Irán “pagarían un precio” por manipular la campaña. Al aludir a historias sin fundamente sobre él que han circulado en medios conservadores, Biden reprendió a Trump por las acciones de su “amiguito Rudy Giuliani”.

Trump rápidamente intensificó el tema al blandir las acusaciones no probadas sobre el hijo de Biden para acusar a su rival de tomar personalmente dinero de intereses extranjeros. “Te estaban pagando mucho dinero y probablemente aún lo hacen”, dijo Trump, levantando una acusación de la que no ha surgido ninguna prueba. Una investigación de los republicanos del Senado no encontró evidencias de que el exvicepresidente Biden se involucrase en irregularidades en los negocios de su hijo.

Biden rechazó la acusación y dijo que no había tomado “ni un centavo de ninguna fuente extranjera en mi vida”. Presionando al presidente, citó el reportaje de The New York Times de que Trump mantenía una cuenta bancaria en China y desafió al presidente a que dejara que el pueblo estadounidense viera sus declaraciones de impuestos. “Publica tus declaraciones de impuestos”, dijo Biden, “o deja de hablar de corrupción”.

Dicho intercambio fue el más llamativo del mensaje negativo que Trump claramente ve como su mejor oportunidad de socavar a Biden en los últimos días de la campaña presidencial. Pero el choque no produjo el tipo de confrontación explosiva que los estrategas de ambos lados habían anticipado, y en algunos casos, temido.

Cuando Trump acribilló a Biden con acusaciones exageradas o sin fundamento, Biden respondió repetidamente, “no es cierto”, a veces sin ampliar y el segmento tomó una trayectoria plana y circular.

Después del prolongado intercambio, Biden buscó girar con una frase ensayada en la que miró a la cámara y dijo: “No se trata de su familia ni de mi familia. Se trata de la familia de ustedes”.

El momento más perdurable de Biden tal vez haya sido cuando miró a la cámara y se dirigió a los votantes. “Ustedes saben quién es él”, dijo refiriéndose a Trump. “Conocen su reputación. Conocen mi reputación. Ustedes conocen nuestra fama de honorabilidad y decir la verdad”.

En algunos momentos, el debate parecía un choque político más convencional entre un demócrata y un republicano, aunque con un presidente en funciones que rápidamente distorsionaba la postura de su oponente.

“Quiere medicina socialista”, insistió Trump al referirse a Biden y dio casos de demócratas más liberales, entre ellos la compañera de fórmula de Biden, la senadora Kamala Harris, y el senador Bernie Sanders, ambos adversarios de Biden en las primarias del Partido Demócrata.

“Cree que está enfrentándose con otro”, dijo Biden y agregó, “derroté a todas esas personas porque no estaba de acuerdo con él”.

Ambos candidatos expresaron apoyo al gasto federal a gran escala para ayudar a reactivar la economía y apoyar a las personas y familias en aprietos, una iniciativa que sigue atorada en el Congreso. Trump volvió a culpar a la líder de la Cámara de Representantes por la demora y prometió que, de existir un acuerdo, los legisladores de su propio partido se alinearían.

Pero siguió distanciándose de los planes de ayuda para cubrir las inmensas brechas presupuestarias de ciudades y estados que los demócratas han estado apoyando. Ese aspecto de la legislación de los demócratas, dijo el presidente, no era otra cosa que “un gran rescate para las ciudades y estados mal administrados por los demócratas”.

Joe Biden dijo que la asistencia gubernamental era una prioridad urgente y defendió al ala de su partido en el Congreso y observó que hace meses autorizó legislación nueva de apoyo que no prosperó en el Senado dominado por los republicanos. Y responsabilizó a Trump de conseguir apoyo en la Cámara Alta. “¿Por qué no está hablando con sus amigos republicanos?”, dijo Biden.

Días después de que se reportó que el gobierno no había conseguido ubicar a los padres de más de 500 niños migrantes separados de su familia por el gobierno de Trump, el presidente evadió en repetidas ocasiones las preguntas sobre sus planes para reunir a dichas familias. “Lo estamos intentando mucho”, dijo Trump antes de intentar atacar las políticas fronterizas del gobierno de Obama.

Pero Biden culpó al presidente de la política de separación familiar. “Esos niños solos, sin un lugar a donde ir”, dijo Biden. “Es criminal. Es criminal”.

Y también insinuó que sería más eficiente al abordar el tema que el presidente con el que trabajó, Barack Obama.

“Seré presidente de Estados Unidos, no vicepresidente de Estados Unidos”, dijo Biden al prometer una reforma migratoria que ofrezca a los inmigrantes no autorizados un camino para obtener estatus legal en los primeros cien días de gobierno.

Después de que Biden describiera el cambio climático como una “amenaza existencial” que requería una respuesta gubernamental total, Trump presentó un contraargumento plagado de inexactitudes y algunas alegaciones que eran simplemente desconcertantes. Afirmó falsamente que la construcción de instalaciones de energía renovable generaba más emisiones que los combustibles tradicionales, y acusó a Biden de tratar de ordenar que los edificios se construyan con “ventanas pequeñas, diminutas, chicas”. Y volvió a insistir en que la energía eólica es “extremadamente cara” y “mata a todos los pájaros”.

En un debate que originalmente había sido planeado como un foro de seguridad nacional, ambos candidatos dedicaron solo intercambios superficiales al tema. En uno de ellos, Trump se adjudicó haber evitado la guerra en la península coreana y alardeó de su “buena relación” con el líder norcoreano Kim Jong-un y culpó al gobierno de Obama de no haber entablado una relación tan positiva. A Kim, dijo, “le desagradaba Obama”.

Biden defendió la postura de Obama ante la diplomacia norcoreana y explicó que no habían querido “legitimar” a Kim.

Al final del debate, Biden dijo que impulsaría al país a “transicionar de la industria petrolera” y agregó que “la industria petrolera contamina significativamente” y que eliminaría los subsidios federales. Trump intuyó una oportunidad y dijo “es una gran declaración” y luego mencionó una serie de estados con grandes industrias energéticas. “¿Recordarán esto, Texas? ¿Lo recordarán Pennsylvania, Oklahoma?”.

Alexander Burns es un corresponsal de política estadounidense que cubre las elecciones y el poder político en todo el país, incluida la campaña de Donald Trump en 2016. Antes de llegar al Times en 2015, cubrió las elecciones presidenciales de 2012 para Politico. @alexburnsNYT

Jonathan Martin es corresponsal de política de Estados Unidos. Ha cubierto una variedad de temas, incluidas las elecciones presidenciales de 2016 y varias carreras electorales estatales y del Congreso. También escribe para la secciones Deportes, Sabores and the Book Review y es analista político de CNN. @jmartnyt

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