El mercado inmobiliario de Estados Unidos está en auge pese a la crisis del coronavirus pero el insaciable apetito por viviendas disparó los precios y destruyó el sueño de la casa de propia de muchas familias de modestos ingresos.
“Es una historia de ricos y pobres”, dijo Dana Scanlon, una agente de bienes raíces de Washington.
En un intento para mitigar los daños de la pandemia en la mayor economía del mundo, la Reserva Federal recortó en marzo casi a cero las tasas de interés.
Como explica Scanlon, “eso dio un un gran impulso al poder de compra de quienes aún tienen empleo … donde pueden trabajar desde casa”.
Para muchos, agregó, hasta significó “un leve aumento del ahorro” debido a la disminución de los gastos de ir y venir al trabajo y comer fuera de casa, dice.
Eso significa que algunas familias tienen más dinero como para mejorar su vivienda o, incluso, hasta para comprar una segunda.
Con muchos empleados de cuello blanco considerando trabajar a mediano plazo solo en forma remota y con niños asistiendo a clase por Zoom, la pandemia estimula la demanda.
El aumento de la compra de casas sorprendió a expertos del sector que aún recuerdan cómo el mercado inmobiliario tocó fondo en la gran crisis de 2008/2009.
Pero comprarse una casa no es fácil para todos los estadounidenses que sueñan con ello.
– “Pirámide” de compradores –
“Hay una cierta clase de pirámide, o escalera, de compradores”, afirma Scanlon.
Quienes viven en un monoambiente buscan un apartamento de un dormitorio y quienes tienen un apartamento de un dormitorio buscan una casa en los suburbios.
En octubre la venta de casas usadas llegó a su nivel más alto desde comienzos de 2006. El mes pasado se revendieron 6,85 millones de viviendas, contra 6,54% millones del más anterior (+4,3%) y en la medición anualizada el aumento fue de 26,6%, según la asociación de agentes inmobiliarios (NAR)
Pero la reducción del stock provocó una vertiginosa alza de precios.
Según la NAR, el precio medio de casas individuales subió 12% en el tercer trimestre en comparación al mismo período del año pasado y se situó en 313.500 dólares. Eso significa que los precios subieron cuatro veces más rápido que el ingreso familiar medio (+2,9%), según la NAR.
En consecuencia, más y más personas que planeaban comprar por primera vez una vivienda, deben ahora desistir. Y la porción de “primeros propietarios” disminuyó: 31% en 2020 contra 33% un año atrás, dijo Lawrence Yun, economista jefe de la NAR.
“En razón del fuerte aumento de precios, a los inquilinos se le torna cada vez más difícil ahorrar” para su primera compra, explicó.
– Casas secundarias –
A vuelo de pájaro, se observa que aumentó la cantidad de personas que buscan una segunda casa.
En Virginia occidental el aumento fue de entre 25 y 30%, dice la agente inmobiliaria Tracey Scott que trabaja en ese y otros estados cercanos a Washington.
A su juicio el teletrabajo ya se asomaba como “una tendencia antes de la crisis” y sigue siendo la clave del auge inmobiliario.
“Probablemente ya no volveremos jamás al mundo del trabajo que conocíamos”, apunta de su lado Scanlon, su colega de Washington.
Sin embargo lamenta el aumento de la desigualdad para acceder a la vivienda porque, según sostiene, “lamentablemente este tipo de crisis tiene un impacto que va más allá del período actual”.
Para Lawrence Yun, la única forma de reducir la brecha es incrementar la oferta “a través de la construcción de viviendas e incitar a los inversores inmobiliarios a vender sus propiedades”.
De esa forma quienes planean su primera compra “tendrán mejores oportunidades de convertirse en propietarios”, concluyo