WASHINGTON — Es probable que China, que ya compite para tener influencia en este hemisferio a través de una red multimillonaria de inversiones y acuerdos de infraestructura, supere a Estados Unidos en su propio juego con la diplomacia de las vacunas, según el principal comandante militar para Centroamérica y Sudamérica.
El almirante Craig S. Faller, quien lidera el Comando Sur del Ejército, reconoció el miércoles que China está asegurándose de hacer “acuerdos para tratar de desplegar y emplear la vacuna” en todo el mundo con el fin de detener el coronavirus, mientras que Estados Unidos, a través del programa gubernamental Operación Máxima Velocidad, está “encargándose de Estados Unidos primero”.
Aunque ninguno de los dos países tiene una vacuna aprobada, China ha comenzado a inocular a los ciudadanos bajo lo que parece ser una estrategia de uso de emergencia. Su desarrollador, Sinovac Biotech, ha colaborado con Brasil en las pruebas de la etapa final. Otro desarrollador chino, CanSino Biologics, tiene un ensayo clínico en marcha en México y firmó un acuerdo de compra anticipada con el gobierno de ese país para suministrar 35 millones de dosis de una vacuna de una sola aplicación.
“Estamos en una pandemia y he adoptado el enfoque de que cualquier ayuda es legítima y bienvenida”, dijo Faller durante una reunión con miembros del Grupo de Escritores de Defensa. “Así que no hago ningún juicio sobre eso. Si la vacuna funciona, la gente debe hacer lo necesario como nación”.
Un enfoque importante del Comando Sur es proveer asistencia humanitaria, incluyendo atención médica y ayuda en casos de desastres extranjeros en la región para fortalecer las relaciones y evitar una crisis migratoria desestabilizadora. Durante la temporada de huracanes de este año, que acaba de terminar, las fuerzas estadounidenses participaron en operaciones de rescate y proporcionaron suministros de socorro en América Central, mientras los médicos militares estadounidenses hacían pruebas a las tropas para detectar el coronavirus a medida que se desplegaban y regresaban.
Desde su cuartel general en Doral, Florida, Faller monitorea las actividades de los “actores estatales externos” en la región y busca contrarrestar su influencia en lo que él llama una “competencia de grandes potencias” de escala mundial que está “viva y activa en el hemisferio”.
De particular preocupación, dijo, son los acuerdos portuarios de China en torno al Canal de Panamá, “un importante cuello de botella mundial” en caso de “un conflicto global importante”, así como los esfuerzos de Pekín para buscar acuerdos portuarios en aguas profundas en lugares como México y las Bahamas.
China ha venido ampliando de manera constante su presencia en la región con préstamos en toda Latinoamérica, proyectos subvencionados por el gobierno chino que incluyen una estación de control de misiones espaciales en la Patagonia y, recientemente, envíos de suministros médicos para ayudar a hacer frente a la pandemia.
Se ha convertido en un importante socio comercial en la región a través de su Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda, pero el almirante también afirmó el miércoles que China ha estado tratando de “socavar las elecciones locales, sobornar a los alcaldes” y ofrecer acuerdos que afectan a la industria privada estadounidense a través de la competencia desleal.
El Comando Sur ha detectado un lado positivo de la pandemia, en el área del narcotráfico. El Pentágono ha participado durante años con la Guardia Costera de Estados Unidos y otras naciones aliadas en los esfuerzos para interceptar el tráfico de drogas.
“Hay menos drogas en tránsito”, dijo Faller. “Hemos visto un impacto de la COVID en la cantidad de flujo y actividad de narcóticos a medida que las fronteras se cierran y los precursores químicos se volvieron más difíciles de conseguir”.
Al mismo tiempo, dijo, el Ejército de Estados Unidos y los países asociados “intensificaron” la cooperación en los esfuerzos para interceptar las drogas que se desplazan hacia Estados Unidos.