WASHINGTON — El video en el cual el presidente electo Joe Biden da a conocer a sus nominados para dirigir el Departamento del Tesoro, Janet Yellen, y el Consejo Económico Nacional, Brian Deese, comenzó con una semblanza, pero poco después se centró en un tema que podría distinguir al equipo económico central de Biden de sus predecesores: el cambio climático.
Yellen prometió una agenda para promover “inversiones que crearán empleos y abordarán el tremendo desafío del cambio climático”. Cuando Biden presentó a Deese dijo que era el primer director del Consejo que es un “verdadero experto en políticas climáticas”.
Ambas fueron señales claras de que, aun cuando Biden se enfrenta a la tarea inmediata de acelerar la recuperación de la pandemia, el desafío climático a largo plazo se encuentra en el centro de las prioridades económicas de su gobierno.
Se espera que ese enfoque climático influya en los planes iniciales del gobierno entrante para apoyar la recuperación económica. Yellen, Deese y Neera Tanden, nominada para dirigir la Oficina de Administración y Presupuesto de la Casa Blanca, se están preparando para incorporar iniciativas que buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y acelerar la producción de energía limpia en la legislación de estímulo económico en la que trabaja su equipo. También se espera que desempeñen un papel importante en una iniciativa de infraestructura más amplia que podría ser una de las mejores esperanzas de Biden de contar con un importante proyecto de ley bipartidista durante su primer año en el cargo.
De igual modo, se espera que el clima sea determinante en su estrategia económica más generalizada y su equipo se prepara para utilizar las vastas facultades regulatorias del gobierno a fin de hacer avanzar una agenda climática a través de regulaciones financieras que podrían acelerar aún más el despliegue de la energía eólica y solar, los autos eléctricos y otras iniciativas para reducir las emisiones, un enfoque que el equipo de Biden insiste en que creará empleos.
Los allegados a Biden, quien se ha comprometido a adoptar una estrategia que involucre a “todo el gobierno” en lo que respecta al cambio climático, dijeron que el presidente electo se propone que la crisis que los científicos creen que es la más inminente del mundo sea el foco de las agencias con mayor responsabilidad en la promoción de la seguridad económica del país.
“De manera histórica, hemos visto el cambio climático como una cuestión ambiental”, explicó Christy Goldfuss, ex jefa del Consejo de Calidad Ambiental de la Casa Blanca durante el mandato del presidente Barack Obama, donde trabajó con Deese en el llamado equipo verde que ayudó a negociar el acuerdo climático multinacional de París. Lo que Biden ha hecho, dijo, “es que la política climática sea el eje para su equipo económico”.
Goldfuss y otros expertos en política climática y económica dijeron que esperan que el equipo económico de Biden, encabezado por Yellen, siga alertando sobre el costo cada vez más elevado de no reducir las emisiones.
Según una evaluación del gobierno de 2018, los desastres naturales y otros sucesos climáticos extremos motivados por el calentamiento del planeta podrían costarle a Estados Unidos el 10,5 por ciento de su producto interno bruto para el 2100. Tan solo este año, según la Oficina Nacional de Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, entre enero y septiembre, hubo desastres meteorológicos y climáticos en todo el país que costaron 16.000 millones de dólares. Esa cifra no incluye los incendios forestales que se produjeron en todo el oeste del país, que causaron daños estimados en 10.000 millones de dólares.
“El cambio climático va a afectar toda nuestra economía y la política del cambio climático va a exigirnos cambiar la forma en que suministramos energía y combustible a cada parte de nuestra economía”, vaticinó Joseph Aldy, economista de la Universidad de Harvard que se desempeñó como asistente especial de Obama en materia de energía y medioambiente.
Aldy y otros dicen que esperan que el Departamento del Tesoro de Yellen se concentre en una amplia gama de regulaciones relacionadas con temas climáticos, que incluyen la consideración de la industria de seguros sobre el cambio climático y cómo el aumento de las temperaturas globales podría afectar la solvencia de Medicare y la Seguridad Social.
Quizás lo más importante es que esperan que el Departamento del Tesoro y otras agencias de regulación financiera se apoyen en los inversionistas y la comunidad empresarial para gestionar los riesgos climáticos.
Justin Guay, director de la estrategia climática mundial del Proyecto Sunrise, un grupo ambientalista con sede en Australia que se concentra en presionar a las instituciones financieras para que aborden el cambio climático, dijo que sería un paso clave para ayudar a las empresas a alcanzar los objetivos de descarbonización y a los financieros a dejar de invertir en los combustibles fósiles. Sin embargo, también consideró que era un paso menor.
“Se verá como un giro de 180 grados comparado con los años de Trump”, dijo Guay. Aun así, señaló, la mayoría de las grandes empresas están haciendo ese tipo de trabajo, por lo que “está por debajo de las acciones esperadas”.
Él y otros activistas climáticos progresistas dijeron que esperan ver al equipo económico de Biden usar las palancas de la legislación Dodd-Frank de 2010, que creó un lote de nuevas regulaciones y otros esfuerzos destinados a reducir el riesgo en el sistema financiero, para abordar el cambio climático. Están presionando al nuevo gobierno para que siga la lógica de reconocer el riesgo financiero que plantea el cambio climático y promulgue reglamentos para evitar que los bancos, los administradores de activos y otras instituciones financieras financien proyectos de carbón, petróleo y gas.
Algunos otros reglamentos financieros específicos que los expertos dijeron que podrían llegar pronto, y sobre los que Biden hizo campaña, incluyen exigirles a las empresas públicas que den a conocer los riesgos climáticos y las emisiones de gases de efecto invernadero que conllevan sus operaciones y cadenas de suministro.
El área más inmediata en la que es probable que la experiencia climática del equipo económico de Biden entre en acción es en cualquier paquete de estímulo de asistencia para el coronavirus y el subsecuente paquete de infraestructura que Biden pueda hacer que el Congreso apruebe en los meses posteriores a su toma de protesta como presidente.
La extensión y la ampliación de los créditos fiscales para la energía eólica y solar es un área prioritaria, pero también es probable que se plantee la posibilidad de permitir que el Departamento de Energía financie bancos “verdes” que apoyen la infraestructura de energía limpia. A principios de este año, los funcionarios de la Cámara de Comercio de Estados Unidos instaron a Biden y al Congreso en una sesión informativa a incluir componentes de energía limpia en un paquete de infraestructura.
“Esa podría ser una pieza importante en las negociaciones del estímulo”, comentó Tim Profeta, director del Instituto Nicholas de Soluciones en Política Ambiental de la Universidad de Duke y coautor de un conjunto de recomendaciones llamado “Clima 21” que los ex funcionarios climáticos del gobierno de Obama dieron a conocer hace poco.
Goldfuss y sus colegas del Centro para el Progreso Estadounidense (un grupo de expertos de orientación liberal, ubicado en Washington, del que ella es vicepresidenta sénior de políticas energéticas y ambientales) publicaron en 2018 otro conjunto importante de recomendaciones sobre el clima, que se titula “Un futuro 100% limpio”. Tanden, la nominada a la dirección de la oficina del presupuesto, es quien preside ese grupo de expertos y defiende ese informe.
El gobierno de Biden también podría hacer avanzar las recomendaciones que la Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos (CFTC, por su sigla en inglés) emitió a principios de este año. Pidió a los reguladores bancarios que hicieran pruebas de estrés climático y revocaran la regla implementada por el gobierno de Trump que prohíbe a los gerentes de inversiones de retiro considerar las consecuencias ambientales en sus recomendaciones financieras.
La CFTC también hizo un llamado para que se creara un impuesto u otros medios para promulgar la fijación de un precio sobre las emisiones de carbono, que los economistas han descrito como la forma más eficaz de reducir la contaminación que calienta el planeta, pero tanto los conservadores como algunos grupos liberales se oponen de manera férrea a esta iniciativa. Varios economistas que están a favor de un impuesto al carbono dijeron que no son optimistas en cuanto al apoyo del gobierno de Biden.
Cuando al senador republicano de Wyoming John Barrasco se le preguntó acerca de la probabilidad de que Biden dé un fuerte impulso a las medidas contra el cambio climático en un paquete de estímulo, contestó que le preocupa que los demócratas liberales “lleven a Biden mucho más a la izquierda de lo que él habría elegido“.
Gran parte de la tarea de elaborar un paquete de estímulo con elementos climáticos podría recaer en Deese. Fue asesor principal de Obama en materia de cambio climático y ayudó a coordinar las políticas nacionales, como los límites a las emisiones de las centrales eléctricas, antes de trabajar recientemente para el gigante de la gestión de activos BlackRock como su director de sustentabilidad.