Los conservadores buscaron nuevas aplicaciones para poder comunicarse 

Los conservadores buscaron nuevas aplicaciones para poder comunicarse 
La aplicación de mensajería Signal, que permite enviar mensajes con “cifrado de extremo a extremo”, en un teléfono en Shanghái, China, el 26 de febrero de 2019. Foto, Giulia Marchi/The New York Times.

Millones de personas acuden a Telegram y Signal, a medida que aumenta el temor sobre las grandes empresas tecnológicas.

Neeraj Agrawal, vocero de un laboratorio de ideas sobre criptomonedas, ha usado la aplicación de mensajería encriptada Signal para chatear con colegas y compañeros celosos de su privacidad. Así que se sorprendió el lunes cuando la aplicación le avisó que habían llegado dos nuevos usuarios: su madre y su padre.

“Signal todavía tiene un aura subversiva”, expresó Agrawal, de 32 años. “Ahora mis padres la están usando”.

En Telegram, otra aplicación de mensajería encriptada, Gavin McInnes, fundador del grupo de extrema derecha Proud Boys, acaba de anunciar su retorno. “Vaya, no he publicado nada por aquí en un buen tiempo”, escribió el domingo. “Lo estaré haciendo con regularidad”.

La semana pasada, Elon Musk, el empresario multimillonario, también opinó en Twitter sobre el tema con dos palabras que respaldaban la plataforma: “Usen Signal”.

Durante la semana pasada, cientos de millones de personas han descargado Signal y Telegram, convirtiéndose en las dos aplicaciones más populares del mundo. Signal permite que los mensajes se envíen con “cifrado de extremo a extremo”, lo que significa que nadie excepto el emisor y el receptor pueden leer el contenido de estos. Telegram ofrece opciones para encriptar los mensajes, pero es popular, en gran parte, por sus salas de chat grupales donde las personas pueden discutir sobre una variedad de temas.

El repentino aumento de su popularidad fue estimulado por una serie de eventos sucedidos la semana pasada que avivaron la creciente ansiedad sobre algunas de las grandes empresas de tecnología y sus aplicaciones de comunicación como WhatsApp, la cual es propiedad de Facebook. Las compañías de tecnología, incluidas Facebook y Twitter, eliminaron miles de cuentas de usuarios de extrema derecha —incluso la del presidente Donald Trump— después del asalto al Capitolio. Amazon, Apple y Google también retiraron el soporte técnico a Parler, una red social popular entre los seguidores de Trump. Ante esto, los conservadores buscaron nuevas aplicaciones para poder comunicarse.

Al mismo tiempo, la preocupación por la privacidad aumentó en WhatsApp, la cual recordó a los usuarios la semana pasada, mediante una notificación emergente, que compartía parte de sus datos con su empresa matriz. La notificación desató una ola de ansiedad, alimentada por mensajes en cadena que se volvieron virales en los que se afirmaba falsamente que Facebook podía leer los mensajes de WhatsApp.

El resultado fue un éxodo masivo que, si se mantiene, podría debilitar el poder de Facebook y las otras grandes compañías de tecnología. El martes, Telegram dijo que había incorporado a más de 25 millones de usuarios durante los últimos tres días, alcanzando la cifra de 500 millones de usuarios. Tan solo el lunes, Signal incorporó cerca de 1,3 millones de usuarios, después de promediar apenas 50.000 descargas por día el año pasado, según las estimaciones de Apptopia, una consultora de datos sobre aplicaciones.

“Ya habíamos tenido aumentos en las descargas antes”, afirmó el martes Pavel Durov, el director ejecutivo de Telegram, a través de un mensaje en la aplicación. “Pero esta vez es diferente”.

Carl Woog, vocero de WhatsApp, dijo que la configuración de privacidad de los usuarios no había cambiado y que la mayoría de los rumores sobre cuáles son los datos que se comparten eran infundados.

“Lo que no cambia es que los mensajes privados de amigos y familiares, incluidos los grupos de chats, estarán protegidos por un cifrado de extremo a extremo, así que no podemos verlos”, aseguró.

El auge de Telegram y Signal podría avivar el debate sobre la encriptación, la cual ayuda a proteger la privacidad de las comunicaciones digitales de las personas, pero puede obstaculizarles a las autoridades las investigaciones de delitos porque las conversaciones están ocultas.

Telegram ha sido particularmente popular entre las personas de la extrema derecha porque copia mucho de las redes sociales. Así que después de que Facebook y Twitter restringieron los servicios de Trump la semana pasada y otras empresas comenzaron a retirar el soporte técnico a Parler, los grupos de extrema derecha que se encontraban en esa aplicación y otras redes sociales marginales publicaron enlaces a nuevos canales de Telegram e instaron a las personas a que se unieran.

El lunes, cuatro horas después de la desconexión de Parler, un grupo de Proud Boys en Telegram ganó más de 4000 nuevos seguidores.

La avalancha de usuarios en Telegram, la cual tiene su sede en Dubái, y Signal, que está ubicada en Silicon Valley, va mucho más allá de la extrema derecha estadounidense. Durov explicó que el 94 por ciento de los nuevos 25 millones de usuarios en Telegram provienen de Asia, Europa, Latinoamérica, el Medio Oriente y el norte de África.

Casi todos los nuevos usuarios que adoptaron Signal provienen de fuera de Estados Unidos. Hasta el miércoles, la compañía dijo que era la aplicación número uno en 70 países en dispositivos iOS y en 45 países en dispositivos Android, siendo la India una de las zonas con más crecimiento de nuevos usuarios. Tanto para Signal como para Telegram, la instalación de la aplicación provino de nuevos usuarios en Indonesia, México, Brasil y docenas de otros países, según indica la información de Apptopia.

El temor acerca de la política de privacidad de WhatsApp ha impulsado la popularidad de Telegram y Signal. Si bien no hubo cambios significativos en la manera en que WhatsApp maneja los datos de los usuarios, la gente malentendió la notificación de privacidad de la aplicación, enviada la semana pasada, y pensó que se infiltraba en todo tipo de información personal —como registros de chat personales y llamadas de voz— y compartía esos datos con las empresas.

WhatsApp dijo rápidamente que las personas estaban equivocadas y que la compañía no podía ver nada en las conversaciones y llamadas cifradas. Pero ya era demasiado tarde.

“Ahora pareciera que todo el mundo cree que Facebook no está creando aplicaciones para las personas, sino que Facebook está creando las aplicaciones por los datos de estas”, aseguró Moxie Marlinspike, el fundador y director ejecutivo de Signal. “Fue necesario este pequeño catalizador para empujar a todos al borde y que decidieran cambiar de aplicación”.

El fervor ha sido tal que el martes, Moses Tsali, un rapero de Los Ángeles, lanzó un video musical para su canción, “Hit Me On Signal”. Y el respaldo de Musk a Signal la semana pasada hizo que la cotización en la bolsa de las acciones de Signal Advance Inc., un pequeño fabricante de dispositivos médicos, se dispararan de un valor de mercado de, aproximadamente, 50 millones de dólares a más de 3.000 millones de dólares (esa compañía no tiene ninguna relación con la aplicación de mensajería).

Algunos líderes mundiales también han instado a las personas a que los sigan en esas aplicaciones. El domingo, en la cuenta de Twitter del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se informó sobre su nuevo grupo en Telegram. Para el miércoles ya había acumulado cerca de 100.000 miembros.

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