Al menos el presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, no tendrá que soportar de parte del mandatario Joe Biden los numerosos ataques en Twitter que sufría, a veces diariamente, bajo el expresidente Donald Trump.
Con un nuevo año y un nuevo gobierno en la Casa Blanca, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), enfrentará desafíos inéditos al guiar la recuperación pospandemia.
Se espera que esos retos se aborden desde el martes durante la primera reunión de dos días del comité de política monetaria (FOMC por sus siglas en inglés) de la Fed este año.
Al menos el presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, no tendrá que soportar de parte del mandatario Joe Biden los numerosos ataques en Twitter que sufría, a veces diariamente, bajo el expresidente Donald Trump.
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo la semana pasada que Biden “claramente tiene un gran respeto y valora a la Reserva Federal y el papel que tiene”.
Pero, aunque no haya presiones políticas, el panorama se ve igualmente desalentador.
El comienzo de la distribución de las vacunas alimentó la esperanza de que las empresas y negocios vuelvan a abrir sus puertas y de que los consumidores vuelvan a abrir sus billeteras, mejorando así las perspectivas económicas.
Pero la histórica pérdida de empleo durante la pandemia -más de 10 millones de trabajadores estadounidenses siguen sin trabajo- junto con la anticipada inflación, una vez que la recuperación sea sostenida, pondrán a prueba las limitadas opciones que tiene la Fed.
– Escenario inédito –
Luego de recortar la tasa de interés de referencia a cero cuando comenzó la pandemia y aumentar las compras de bonos para inyectar efectivo en la economía, el FOMC ya advirtió que no cambiará sus políticas en el futuro cercano.
“Pienso que han establecido su rumbo de forma clara”, dijo Stephanie Aaronson, vicepresidenta y economista en la Brookings Institution y exinvestigadora de la Fed, a la AFP. “Me sorprendería si esto cambia durante la primavera (boreal)”.
El cierre de las empresas impuesto con el fin de contener el covid-19 causó una pérdida de empleos masiva e inmediata en 2020, y a fines del año pasado cuatro millones de personas llevaban ya seis meses o más sin trabajo, equivalente al 37% del desempleo total.
La expectativa de renovadas ayudas del gobierno de Biden -que ha propuesto un paquete casi inimaginable de 1,9 billones de dólares- dará a la Fed la esperanza de un repunte económico más sólido y de una mayor capacidad a los empleadores para contratar, explicó Aaronson.
Pero con tantos aspectos inéditos de la recesión impulsada por la pandemia, los miembros de la Fed tendrán que resolver escenarios nunca antes conocidos.
Cuando realmente comience la recuperación, el enemigo número uno de la Fed -la inflación- seguramente va a aparecer en las áreas que se recuperen primero, como la hotelería, restaurantes o el transporte aéreo.
“Hay muchos aspectos de nuestra economía actual que no tienen precedentes. Y eso significa que su trabajo será increíblemente desafiante”, dijo en una entrevista la economista Tara Sinclair, de la Universidad George Washington.
La Fed anunció el año pasado un nuevo marco para darle más flexibilidad a los gobernantes que enfrentan la situación.
El banco central se comprometió a permitir que la inflación supere su meta del 2% por un tiempo para asegurar que el desempleo baje del 6,7% con el que cerró el año pasado.
Esto es un cambio radical respecto al pasado, cuando los miembros de la Fed se adelantaban a la inflación aumentando las tasas de interés con anticipación.
Bajo el nuevo marco “pueden ver el blanco de los ojos de la inflación antes de pensar en cambiar la política”, dijo Sinclair.
Pero Aaronson anotó que Powell va a tener que comunicarlo todo muy claramente a Wall Street y a las pequeñas empresas, con el fin de calmar ansiedades.
Pasarse de la meta de inflación “no debería generar una pérdida de credibilidad, siempre y cuando sean capaces de convencer al público de que es transitorio y parte de su objetivo”, agregó.