La gente celebra las primeras veces porque son trascendentales, y son una señal de progreso y representación para la gente que nunca ha tenido poder. Sin embargo, la presencia de una primera vez tiene sus límites.
Kamala Harris siempre tendrá la palabra “primera” pegada a su nombre: la primera mujer, la primera persona negra estadounidense y la primera persona de ascendencia surasiática en fungir como vicepresidenta de Estados Unidos.
Si se aprueban las opciones de la administración de Biden para miembros del gabinete y altos funcionarios, muchos de ellos también serán primeros, entre ellos los primeros líderes negros, latinos, nativos estadounidenses, mujeres y abiertamente gay y transgénero en servir en varios puestos.
“Este gabinete será el más representativo de todos los gabinetes en la historia de Estados Unidos”, señaló el presidente Joe Biden. “Tendremos un gabinete que romperá barreras, un gabinete de primeros”.
La gente celebra las primeras veces porque son trascendentales, y son una señal de progreso y representación para la gente que nunca ha tenido poder. Sin embargo, la presencia de una primera vez tiene sus límites. Según los politólogos, el cambio verdadero llega cuando los caminos al poder les permiten a otros seguir y llegar a una masa crítica, así los rasgos de sus identidades ya no serán destacados de entrada.
“Es importante identificarlo, reconocerlo, celebrarlo”, opinó J. Jarpa Dawuni, politóloga de la Universidad de Howard y directora del colectivo de estudios de género y de la mujer en esa casa de estudios. “Pero, a pesar de que se considera un logro individual, también es un logro colectivo, porque hay muchas otras personas que han peleado y sentado las bases para que eso fuera posible. Y también es muy importante reconocer que estos logros siempre pueden desaparecer si no trabajamos para mantenerlos”.
Harris reconoció esto en su discurso de aceptación después de las elecciones. “Aunque sea la primera mujer en el cargo, no seré la última”, dijo, y citó a “las generaciones de mujeres negras, asiáticas, blancas, latinas y nativas estadounidenses que, a lo largo de la historia de nuestra nación, allanaron el camino para este momento”.
Los politólogos creen que la representación es importante de tres maneras principales. La primera es simbólica: cómo una persona en una posición de poder influye en las actitudes, la ruptura de los estereotipos o el convencimiento de otros de que ellos también podrían estar en ese papel.
En investigaciones de todo el mundo se ha demostrado un efecto del modelo a seguir. Cuando ves a alguien como tú que consigue un alto puesto público, te puede estimular a participar en la política o buscar un puesto de liderazgo. Este efecto es más poderoso cuando el líder es el primero en tener un puesto y es especialmente fuerte para las niñas pequeñas, según las investigaciones, aunque el marido de Harris, Doug Emhoff, también podría convertirse en un modelo a seguir como el primer hombre en tener ese puesto, señalaron los investigadores.
“Hay mucha evidencia empírica de que no se puede ser lo que no se puede ver”, comentó Amanda Clayton, politóloga de la Universidad Vanderbilt. “Los ciudadanos se acostumbran a ver mujeres en ciertos lugares, y creo que, en cuanto cambia tu idea de quién puede liderar, hay más demanda de ello. Mis alumnos que crecieron en la era de Obama no se pueden imaginar a dos hombres blancos en una fórmula presidencial”.
Los politólogos también se fijan en la cantidad de gente de grupos distintos que ocupan un cargo público, un tipo de representación conocida como descriptiva. Da la impresión de que Biden entendió que, como un hombre heterosexual, blanco y de la tercera edad, su gobierno necesitaba incluir a gente que reflejara una fracción más amplia de votantes, según investigadores.
“El desafío más grande que he visto en el Partido Demócrata en los últimos diez años es este reconocimiento de que debe verse como el electorado”, comentó Clayton. “Elegir un gabinete con un equilibrio de género y diversidad en otros aspectos… podemos celebrar estos primeros momentos históricos, pero esta actitud llegó para quedarse”.
La última manera en que los politólogos piensan en la representación es sustancial: cómo las identidades de los líderes les dan forma a los asuntos a los que les prestan atención y cómo hacen su trabajo.
Los formuladores de políticas aportan sus propias experiencias y sus propios antecedentes, ya sea una mujer con hijos o una persona negra que ha experimentado el racismo. Hay evidencia de que las mujeres tienden a gobernar de una manera más colaborativa y bipartidista, y buscan más políticas dirigidas a apoyar a las mujeres, los niños y el bienestar social. Además, la investigación sugiere que, cuando los formuladores de políticas provienen de diferentes contextos, como cuando hay una presencia equitativa de mujeres entre la gente que toma decisiones, aumenta la confianza del público en esas decisiones.
No obstante, la obligación de representar a toda una comunidad —o, en el caso de Harris, a múltiples comunidades superpuestas— también puede ser una carga imposible. Los miembros de un grupo nunca se sienten todos de la misma manera, y cualquier representante está destinado a decepcionar a algunos de ellos. Esto ocurrió con el presidente Barack Obama y los ciudadanos afroestadounidenses, comentó Dawuni, y Harris lidiará con una presión similar.
“Por eso es importante tener más de una”, opinó Dawuni. “Debe haber una cierta cantidad de personas para que ocurra un cambio”.