Era uno de los más modernos inmuebles y es considerado patrimonio cultural del país. Aún es un testimonio del lujo y el glamour imperante en las primeras décadas del siglo XX.
En el paseo por la Avenida Central, cerca del Parque de Santa Ana, entre comercios, buhonerías y el ir y venir del crisol de razas, hay un notable edificio, que no tiene los elementos comunes con los que le rodean. Quizás, por el ajetreo del paso de peatones, compras, bullicio y otras distracciones, pasa desapercibido a las nuevas generaciones y estas desconozcan su valor cultural.
Se trata del edificio La Pollera, construido en 1928, que ocupa las esquinas de Ave. 7ª. Central, Ave. 6ª. Colón y Calle 13 Este. Su entrada principal está entre Avenida Central y Salsipuedes, una calle en declive de muchos relatos, típica del Barrio Chino, y en la que había comercios y buhonerías que vendían de todo, vestidos y accesorios típicos, frutas y legumbres, plantas medicinales, artículos y libros de segundo uso, productos religiosos, esotéricos y más.
Esa área del edificio La Pollera ahora se encuentra casi desierta por la pandemia, la mayoría de los puestos están cerrados, qué triste, pero me permitió redescubrir con calma el inmueble por donde había pasado tantas veces cuando era niña.
La Pollera se erige elegante, a pesar de sus años, en desafío a los patrones que la rodean. Tiene hermosos detalles ornamentales, en los que resaltan sus muy delineadas formas geométricas. Se destacan sus balcones y terrazas de forma redonda, ovalada y de polígono; barandales de ensueño de hierro forjado, prestos para plantas colgantes; puertas y ventanas con azulejos que, ojalá, pudieran hablar del ayer. Sus rasgos definen su estilo arquitectónico Art Decó que tuvo auge entre los años 1920 y 1939, cuya influencia recibimos de las inmigraciones.
Actualmente tiene paredes renovadas, paredes que se rehúsan a envejecer. La señora Luisa nos contó que eran hermosas y tenían partes labradas. Agregó que el edificio contaba con un patio interior y apartamentos. Además, dijo, que en ciertas ocasiones se llevaban a cabo celebraciones, como paseo de reinas, bailes de antaño y bailes típicos con sus atavíos, donde, por lo general, asistían personas de la clase media alta.
El edificio fue diseñado por el arquitecto de nacionalidad peruana, Leonardo Villanueva Meyer, quien trabajó en colaboración con su socio Víctor Tejeira.
A La Pollera se le conocía como edificio Antonio en honor al nombre de su dueño Antoine Arboix, que era un comerciante. El público quedó encantado con el diseño, pues, se parecía al del traje típico nacional, la pollera, como su nombre.
Un señor de avanzada edad, quien me observaba tomar las fotos y se encuentra siempre en el Parque de Santa Ana, manifestó, “a mí siempre me ha gustado ese edificio, era muy lujoso, tenía apartamentos y también se reunían allí personas importantes”.
La Pollera era el edificio más alto de la época, el primero moderno con estructura de vanguardia. Es una edificación emblemática y merecedora de ser conocida y conservada.