Tom Brady, el hombre de los récords en la NFL, conquistó el domingo el séptimo Super Bowl de una legendaria carrera en la que, a sus 43 años, sigue ganando su particular batalla contra el tiempo.
Miembro del club de los más laureados de los deportes de equipo en Estados Unidos, Brady se codea con titanes como Bill Russell o Joe DiMaggio y este domingo superó los seis anillos de la NBA que logró su admirado Michael Jordan con los Chicago Bulls.
A diferencia de Jordan, Brady sí logró la hazaña de ganar campeonatos de la liga de football americano (NFL) con dos equipos distintos, seis de ellos con los New England Patriots y uno con Tampa Bay Buccaneers.
El mariscal de campo ofreció otra exhibición en el rotundo triunfo de Tampa ante Kansas City Chiefs este domingo (31-9), siendo reconocido con su quinto premio al Jugador Más Valioso (MVP) del Super Bowl.
Con 43 años y 188 días de edad, Brady es el jugador más veterano en alzar el título y no tiene planes de concluir una carrera por la que solo él apostaba cuando llegó a la NFL.
Nacido en 1977 en San Mateo (California), Brady practicó otros deportes durante su etapa en el instituto Junipero Serra y llegó a ser drafteado por el equipo de béisbol Montreal Expo, entonces miembro de las Grandes Ligas.
Finalmente decantó su carrera hacia el football americano pero, cuando tocó a la puerta de la NFL, su físico y escasa velocidad de piernas no llamaron la atención de los equipos, por lo que tuvo que ver cómo otros 198 jugadores fueron escogidos antes que él en el Draft de 2000.
“Soy la mejor decisión que jamás ha tomado esta franquicia”, le dijo el joven Brady a Robert Kraft, dueño de los Patriots, exhibiendo ya la autoconfianza y mentalidad de hierro que le impulsaría en cada reto.
Coleccionista de récords
Tras presenciar su primera temporada desde el banquillo, Brady se hizo con el puesto de titular en 2001 por una grave lesión de Drew Bledsoe.
Desde el puesto de mando, el desconocido ‘quarterback’ dirigió a los Patriots hasta su primer título de Super Bowl ese mismo 2001, cuando Patrick Mahomes, líder de los Kansas City Chiefs, rival de los Buccaneers el domingo, era un niño de seis años.
Este éxito inauguró la dinastía de los Patriots, siempre a las órdenes del técnico Bill Belichick, su gran mentor, en la que Brady fue alcanzando asombrosas marcas en el deporte más popular en Estados Unidos.
Con las 10 apariciones en el Super Bowl a las que llegó el domingo, que se extienden a lo largo de tres décadas, Brady jugó el 48% de las finales disputadas desde su llegada a la NFL y el 18% de las 55 ediciones en total de la historia.
Sus siete títulos superan no solo los de cualquier jugador sino los de cualquiera de las 32 franquicias de la NFL, ya que las dos más laureadas, Patriots y Pittsburgh Steelers, tienen seis.
En el apartado de premios individuales cuenta en sus vitrinas con tres MVP de la temporada regular (2007, 2010 y 2017) y otros cinco del Super Bowl.
Traslado a Florida
La final del domingo tuvo un sabor especial para Brady por ser la primera con el uniforme de los ‘Bucs’, el equipo por el que apostó sorprendentemente el pasado marzo a su salida de Nueva Inglaterra.
Menos de un año después de ese cuestionado paso, el californiano dejó sin palabras a quienes creían que su marcha a Florida era un retiro dorado y que, a su edad, nunca conseguiría triunfar lejos de Belichick.
Estoy “emocionado, humilde y hambriento”, advirtió Brady al firmar su nuevo contrato.
En ese entonces los Buccaneers llevaban 13 años fuera de los playoffs de la NFL -la segunda peor racha tras la de Cleveland- y poseían un solo campeonato (2002).
Instalado en Tampa junto a su esposa, la modelo brasileña Gisele Bündchen, y los dos hijos de la pareja, Brady comenzó de inmediato a trabajar en las conexiones con sus nuevos socios.
Para sortear las restricciones de entrenamientos por el coronavirus, Brady no dudó en convocar a sus compañeros a prácticas fuera de las instalaciones de los ‘Bucs’.
En la temporada, Tampa concluyó la fase regular en la segunda posición de la división Sur de la Conferencia Nacional, pero Brady dio muestras de estar en buena forma logrando su tercera mayor marca de touchdowns en una campaña (40).
Llegados los playoffs, y arropado por una de las mejores defensas de la liga, el ‘quarterback’ combinó la potencia y precisión de su brazo con su inigualable experiencia para liderar a Tampa hasta el Super Bowl contra todo pronóstico.
El domingo, Brady fue clave para que los Bucs fueran el primer equipo en ganar el Super Bowl en su estadio, pero su celebración no tuvo nada de despedida.
Con un año más de contrato en Tampa, Brady se resiste al retiro y no descarta seguir batallando contra sus rivales y contra sus propios límites más allá de los 45 años.