Después de la sentencia de Aleksei Navalny, su cónyuge ha sido lanzada a la atención pública, lo que le ha ganado admiradores pero también enemigos en el Kremlin.
Yulia B. Navalnaya, la esposa del líder opositor Aleksei A. Navalny sabe cómo lidiar con las frecuentes detenciones de su esposo a manos de las autoridades rusas.
En 2018, un general ruso ataviado con una enorme gorra militar color verde y una ostentosa variedad de medallas difundió una grabación en video con la franca amenaza de “hacer un delicioso y jugoso picadillo” con Navalny. Así que Navalnaya, cuando él no pudo hacerlo por estar encarcelado, acudió con la réplica al típico estilo de humor de la familia Navalny. En una publicación de Instagram se mofó de su caricaturesco sombrero y dijo que parecía un dictador de pacotilla.
Ahora, que su marido enfrenta una sentencia a dos años de prisión —su primera condena prolongada— muchos en la oposición y en general se preguntan si la mujer que a veces es llamada la primera dama de la oposición tomará un papel más destacado o si incursionará por su propio derecho en la política.
Navalnaya, quien ya tiene un perfil mucho más elevado que la tradicional cónyuge política rusa, ha inspirado a admiradores en Rusia y otros países que han apoyado el ascenso de su marido y que miran con sorpresa los riesgos extraordinarios que padece. En el camino, ha atraído ataques sexistas de los medios estatales, que la presentan como una esposa dominante.
Ella ocupó los reflectores en agosto pasado después del envenenamiento de Navalny con un agente nervioso, un ataque que él y los líderes occidentales dicen se llevó a cabo por órdenes del Kremlin. Con una serie de exigencias públicas, ella logró liberarlo de las garras de los funcionarios rusos para que, en un coma inducido, pudiera ser llevado en avión a recibir tratamiento en Alemania.
“Comprendí que, en esta situación, yo soy la persona más cercana a él”, dijo ella después en una entrevista. “Soy la esposa. Si yo me derrumbo entonces todos los demás, a su vez, se derrumbarán. Así que me hice más fuerte”.
Siguió alzando la voz después del arresto de Navalny el mes pasado luego de volver a Moscú. “No tengo miedo y les pido a todos ustedes que tampoco tengan miedo”, le dijo a un grupo de seguidores de su esposo.
La condena de Navalny el 2 de febrero suscitó grandes protestas callejeras en todo el país que insuflaron un renovado impulso a la oposición rusa, consolidaron la posición de Navalny como el oponente principal del presidente Vladimir V. Putin y aumentaron las expectativas de que Navalnaya adquiera un papel más destacado.
La pareja se conoció en una playa en Turquía hace 23 años y, antes del envenenamiento el verano pasado, vivieron en un apartamento en Moscú en un calvario de represión y vigilancia. Navalnaya, de 44 años, tiene un título en economía, trabajaba en un banco antes del nacimiento del primero de sus dos hijos y en la última década se ha dedicado al hogar.
“Durante muchos años nuestra familia ha vivido de un modo en que los cateos, las detenciones y las amenazas son comunes”, escribió en 2018 en Instagram.
Y aunque está por verse si decidirá tomar la iniciativa mientras Navalny esté en prisión, ella ha demostrado a sus amigos y simpatizantes que tiene lo que se necesita.
“Yulia Navalnaya es una flor única”, en un elenco por lo demás aburrido de esposas de políticos rusos, escribió Anna Narinskaya, en un ensayo sobre el papel que ha ido tomando en meses recientes.
“No porque sea la esposa de un político de oposición”, observó Narinskaya, sino porque ha unido de manera tan natural dos elementos difíciles de combinar: la posición de esposa de un hombre destacado y de una mujer que controla su destino”.
Por lo general, las mujeres suelen estar al margen de la política rusa: ocupan el 16 por ciento de la cámara baja del parlamento y solo un puñado de altos cargos fuera de los roles que se consideran apropiados para las mujeres en la cultura política rusa, como en los ministerios de Salud o Educación.
Incluso la oposición política en la era postsoviética ha estado dominada por los hombres, a pesar de su claridad moral en otros asuntos de derechos humanos, dijo Alena Popova, cofundadora de You Are Not Alone (No estás sola), una organización de derechos de las mujeres en Moscú.
Rusia tiene una de las mayores desigualdades de género en el mundo: pese a que los hombres tienen el control de la política, el país tiene 11 millones más de mujeres que hombres debido a una alta tasa de mortalidad masculina. Esto ha dejado que muchos asuntos importantes para las mujeres queden desatendidos.
“Yulia encaja maravillosamente en la agenda de nuestro país ahora”, comentó Popova, quien dijo que quisiera verla alzar la voz de manera más enérgica. “Es madre, es la esposa de un marido encarcelado y tiene la historia de la mujer que no quiso entrar a la política hasta que un sistema podrido la obligó a hacerlo”.
Navalny mismo ha sido acusado de sexismo. Pero dijo que la acusación surgió de un malentendido luego de que se refirió a su esposa como “pollita” en una publicación en línea, al decir que se trataba de una expresión de cariño. Se defendió aclarando que ha contratado a más mujeres que hombres en su organización.
Curiosamente, los medios de comunicación estatales rusos han estado entre los que más han promovido la idea de que Navalnaya asuma el liderazgo de la oposición, como sucedió en la vecina Bielorrusia el año pasado cuando Svetlana Tikhanovskaya intervino para postularse a la presidencia en lugar de su esposo encarcelado.
Pero la discusión en los medios de su papel potencial ha sido desestimada por personalidades de alto perfil en la organización de Navalny, quienes consideran que se trata de una trampa para distraer de la atención de Navalny mientras está encarcelado y podría acallar los pedidos de su liberación al mismo tiempo que lo muestra como el títere sometido de una mujer dominante.
“El personaje masculino de Yulia Borisovna influenció la división de poder en la familia”, reportó NTV, un canal favorable al gobierno, refiriéndose a Navalnaya con su patronímico. “Cría a los chicos y, como una tirana, lo controla todo en casa”.
Por ridícula que sea la línea de propaganda rusa, Navalny, por ejemplo, está convencido de los poderes de su esposa y dice que ella le salvó la vida.
En el hospital de Berlín, salió del coma y era incapaz de reconocer rostros y alucinaba que los médicos discutían que remplazarían sus piernas con prótesis. “Era como Pánico y locura en Las Vegas”, dijo en una entrevista con Yury Dud en un canal popular de YouTube.
“Al final sentí, comprendí que era Yulia que venía a mí, que me acomodaba la almohada y esto era importante para mí”, dijo. “La esperé todo el tiempo”.
Agregó: “estoy increíblemente agradecido”.
Sophia Kishkovsky colaboró con reportería.
Andrew E. Kramer es un reportero del buró de Moscú. Formó parte de un equipo que ganó el Premio Pulitzer de Reportajes Internacionales en 2017 por una serie de investigaciónsobre la proyección encubierta del poder de Rusia. @AndrewKramerNYT