El asma es ahora reconocida como una enfermedad mucho más compleja de lo que los expertos comprendían en 1991, cuando se emitieron los primeros lineamientos detallados.
El asma es una enfermedad con un nombre. Sin embargo, los expertos afirman que, aunque la mayoría de las personas que la padecen no lo sabe, no se trata de una sola enfermedad ni existe un tratamiento universal para ella.
En cambio, como se detalla en un nuevo conjunto de lineamientos de 54 páginas desarrollado por un panel de expertos, en los trece años que han pasado desde que se emitieron los últimos lineamientos, se han hecho enormes avances en el entendimiento de las causas y los efectos fisiológicos de varios tipos de asma y los diferentes enfoques necesarios para tratarlos y minimizar los ataques en niños y adultos. Los lineamientos fueron publicados en diciembre en el Journal of Allergy and Clinical Immunology.
“En los últimos años, hemos reconocido que el asma de cada persona es ligeramente diferente, con diferentes mecanismos subyacentes, y el paradigma para tratarla ha cambiado por completo”, dijo Michael Wechsler, un médico especialista en asma en Salud Judía Nacional, en Denver.
El asma es ahora reconocida como una enfermedad mucho más compleja de lo que los expertos comprendían en 1991, cuando se emitieron los primeros lineamientos detallados. Ahora es considerada un síndrome con muchas características diferentes, o fenotipos, que se derivan de la interacción entre la genética de la persona y el entorno.
Además, aunque no fue mencionado a detalle en los lineamientos actualizados, el tratamiento más nuevo con lo que se conoce como medicamentos biológicos anuncia nuevos tipos de terapia personalizada para pacientes con asma grave que no está bien controlada por otros remedios, aunque sean más baratos. Los biológicos son fármacos elaborados a partir de moléculas modificadas provenientes de células de organismos vivos diseñados para enfocarse en vías de enfermedad específicas que culminan en síntomas de asma.
“Los últimos trece años han visto una explosión de nuevas estrategias, nuevos conceptos, nuevos entendimientos del mecanismo, nuevos fármacos y nuevos tratamientos”, dijo Wechsler en una entrevista. “En tan solo los últimos cinco años, cinco nuevos fármacos han sido aprobados para tratar el asma”.
Los nuevos lineamientos pueden ser especialmente útiles para las personas que están en tratamiento para asma, leve o grave, que ahora no está controlada de manera adecuada. Más de la mitad de los pacientes con asma se atienden con médicos de atención primaria y son referidos a especialistas como neumólogos o alergólogos cuando su enfermedad es grave o no responde bien al tratamiento, dijo Michelle M. Cloutier, médica y profesora emérita en la Facultad de Medicina, de la Universidad de Connecticut, que presidió el panel de expertos.
El asma afecta a alrededor de 25 millones de personas en Estados Unidos, incluyendo a 5,5 millones de niños. No es una infección, aunque el cuerpo reacciona como si un enemigo lo hubiera atacado. En realidad, el asma es una enfermedad respiratoria crónica que se presenta en personas cuyas vías aéreas se inflaman en respuesta a varias substancias o comportamientos que las detonan. Las vías aéreas inflamadas se hinchan y se vuelven estrechas, y los músculos que las rodean se aprietan, lo que causa un broncoespasmo. Si el broncoespasmo no se revierte pronto, puede dificultar mucho la respiración y derivar en hospitalización o fallecimiento.
Aunque las personas que padecen asma siempre tienen algún grado de inflamación de las vías aéreas, son particularmente sensibles a ciertos factores que pueden empeorar la inflamación y provocar dificultades para respirar. Por consiguiente, algunas personas con asma tienen alergias al entorno, por ejemplo, al polen, a la caspa de animales, a los ácaros, a los roedores o a las cucarachas, y cuando son expuestas a ellas pueden detonar un ataque asmático. Otros son sensibles a irritantes en el aire, como el humo del tabaco, contaminantes o sustancias con olores fuertes.
“Incluso lo que es usado para limpiar puede ser irritante para una persona con asma”, dijo Wechsler.
Para algunas personas con asma, una infección viral, como la influenza o el resfriado común, o el uso de un medicamento como la aspirina, un antiinflamatorio no esteroideo o un betabloqueador pueden incrementar la inflamación en las vías respiratorias y provocar dificultades para respirar. Aun así, otros sienten que sus vías aéreas se constriñen cuando se ejercitan, sobre todo en climas fríos.
Incluso emociones fuertes como el miedo, la ira, el entusiasmo o la risa, así como cambios repentinos en el clima son problemáticos para algunas personas con asma.
Aunque varias personas que conozco que padecen asma temían ser más susceptibles a contraer la COVID-19 y convertirse en un caso grave, la evidencia no ha mostrado un riesgo mayor de contraer el coronavirus ni de desarrollar una peor infección si se contagian, dijo Wechsler. De hecho, agregó, “tratar el asma incluso podría protegerte contra la COVID”.
Los investigadores ahora reconocen que el evento que desencadena un ataque de asma puede tener diferentes manifestaciones dentro de las vías aéreas y, por lo tanto, responder mejor a diferentes tratamientos. Como Cloutier lo explicó, en el asma alérgica, células inflamatorias llamadas eosinófilos se juntan en las vías aéreas, pero cuando una infección viral detona la inflamación, se liberan células llamadas neutrófilos, lo cual requiere un tratamiento diferente.
Los nuevos lineamientos subrayan el valor de una medida llamada FENO (que por su sigla en inglés significa óxido nítrico exhalado fraccional), un biomarcador que se ha descrito como útil en el diagnóstico correcto y tratamiento adecuado del asma en diferentes pacientes. Para niños de 5 años en adelante, una medida de óxido nítrico puede ayudar a confirmar el diagnóstico de asma y a evaluar la efectividad del tratamiento.
Si bien los lineamientos no brindan normas estrictas, ofrecen sugerencias valiosas de tratamiento cuando los remedios usados en ese momento no producen el mejor remedio posible. Por ejemplo, el panel declaró de manera inequívoca que colocar fundas hipoalergénicas a los colchones y las almohadas no es en sí mismo un remedio adecuado para alguien que es alérgico a los ácaros del polvo.
“Las intervenciones de un solo componente a menudo no funcionan”, en los esfuerzos para controlar los alérgenos de interiores, escribió el panel. Entre los enfoques combinados sugeridos estaban usar pesticidas contra los ácaros en las alfombras, colchones y muebles; sistemas de filtración y purificación de aire, incluyendo a aquellos con filtros de aire HEPA; retiro de alfombras de muro a muro y tapetes de área, al menos en la habitación de la persona alérgica, y mitigación del moho.
El informe también advirtió que no se debe confiar en un resultado negativo de una prueba de alergia si la persona informa que sus síntomas empeoran cuando se expone al alérgeno evaluado. Por otro lado, algunos pacientes que dan positivo en una prueba de alergia podrían no reaccionar a la sustancia en la vida real. Es posible que algunos hayan desarrollado una tolerancia al alérgeno que podría ser eliminada por los intentos de reducir la exposición del paciente a él.