Pese a que la reina ha regresado a trabajar después de la muerte de Felipe, nunca retomará la ajetreada agenda de reuniones, recepciones y fiestas al aire libre que llevó durante décadas.
La semana pasada, la reina Isabel II cumplió 95 años, cuatro días después de enterrar a su esposo, el príncipe Felipe, y con este, a la sociedad que sostuvo a la familia real británica durante casi 70 años. Ahora que la reina enfrenta sola el futuro, su hijo y heredero, el príncipe Carlos, está reconfigurando a la familia para que siga adelante después de ella.
La muerte de Felipe ha hecho que se acelere la transición que ya estaba en marcha en la Casa de Windsor. Puesto que el reinado de la soberana está llegando a su ocaso, Carlos se ha dado a la tarea de inyectarle dinamismo a la familia real y reasignar sus tareas; se trata de una reducción impuesta por la pérdida de figuras inquebrantables como Felipe, así como por la partida resentida del príncipe Enrique y su esposa Meghan, y el complicado exilio interno del príncipe Andrés.
Algunas personas cercanas al Palacio de Buckingham mencionaron que se está realizando una crónica a posteriori de la ceremonia del funeral de Felipe para aplicar lo que aprendieron de ella a la Operación Puente de Londres, el operativo minuto a minuto que desde hace mucho tiempo está en preparación sobre lo que ocurrirá en los días y las semanas posteriores al fallecimiento de la reina.
Sin lugar a dudas, Isabel goza de buena salud y solo sufre de rigidez en las rodillas, cosa que le dificulta subir escaleras. Quienes están bien informados sobre la familia real señalan que su madre vivió hasta los 101 años. El Palacio de Buckingham está preparando con mucho empeño su aniversario de platino, una celebración de cuatro días que tendrá lugar en junio de 2022 para conmemorar los 70 años de su ascenso al trono.
No obstante, la imagen elocuente de una reina envejecida y aislada que, debido a las restricciones del distanciamiento social, lloró sola en una banca del coro de la capilla de San Jorge durante el funeral les dio a muchas personas una muestra de su vulnerabilidad y fragilidad. También hizo que surgieran cuestionamientos sobre lo activa que estará después de que se controle la pandemia.
“Es un hecho que la reina se irá retirando con dignidad”, señaló Peter Hunt, excorresponsal de la BBC en temas de la familia real. “El COVID ha contribuido en el sentido de que ha acelerado lo que cualquier mujer sensata de 95 años querría hacer, es decir, no estar de pie todo el día”.
Como sucede siempre con la familia real, los detalles sobre sus resoluciones internas son objeto de especulaciones imprecisas y confusas. Algunas personas vinculadas con el palacio descartaron las noticias de que Carlos y Guillermo celebrarían una reunión cumbre para concretar la transición.
Hunt señaló que la familia real pocas veces divulga esos acontecimientos y deja que las personas externas hagan sus especulaciones. No obstante, hay algunas cosas que parecen evidentes.
Pese a que la reina ha regresado a trabajar después de la muerte de Felipe, nunca retomará la ajetreada agenda de reuniones, recepciones y fiestas al aire libre que llevó durante décadas. Estas personas dijeron que, tal vez, solo asista a reuniones en el Palacio de Buckingham dos días a la semana y opte por quedarse en el Castillo de Windsor, donde ella y Felipe se confinaron durante la pandemia.
El año pasado, la reina tuvo muchas reuniones por video y ostentó un ingenio mordaz en algunos de esos encuentros virtuales. Una persona relacionada con el palacio comentó que, al igual que otras personas que trabajaban desde casa, la reina se adaptó a esta nueva situación, y que no volverá a la oficina de manera automática solo porque vuelva a abrirse.
Carlos, como príncipe de Gales, ya había asumido algunas de las obligaciones de su madre, que incluían viajes al extranjero y ceremonias de investidura, en las que se otorgan títulos de caballero. Carlos la acompaña a la ceremonia de apertura del Parlamento; la próxima está programada para mayo. El príncipe heredero también se pronunció luego del escándalo sobre los vínculos de su hermano Andrés con el desprestigiado magnate financiero Jeffrey Epstein y presionó para que se alejara de las labores públicas.
El mayor reto para Carlos es reasignar la carga de trabajo de la familia entre sus cada vez menos elementos. Desde hace mucho tiempo ha estado a favor de una monarquía depurada, edificada en torno a él y su esposa, Camilla; al príncipe Guillermo y su esposa, Kate, y a Enrique y su esposa, Meghan. La princesa Ana, su hermana menor, también sigue trabajando de tiempo completo para la familia real.
Sin embargo, la decisión de Enrique y Meghan de renunciar a sus obligaciones y mudarse a California abrió un boquete en esos planes. Cuando Enrique asistió al funeral de su abuelo, no hubo ninguna señal de cambio de actitud de su parte, ni siquiera de que hubiera esperanza de una reconciliación con Guillermo. Los hermanos charlaron un poco cuando salieron del servicio, pero Enrique tomó su vuelo de regreso a casa antes del cumpleaños de la reina el miércoles.
Tampoco hay muchas posibilidades de que algún día Andrés vuelva al redil. Más bien, el palacio se está preparando para más revelaciones vergonzosas en julio cuando su amiga Ghislaine Maxwell sea enjuiciada en Nueva York por traficar con chicas menores de edad en representación de su empleador, Epstein. Andrés ha sido acusado de comportamiento sexual indebido por una de las víctimas de Epstein, acusación que él niega.
“No vamos a ver una situación en la que haya necesidad de acomodarse a empujones en el balcón del Palacio de Buckingham”, comentó Andrew Morton, cronista de la familia real cuyo libro más reciente, “Elizabeth & Margaret”, analiza la relación entre la reina y su hermana. “Van a quedar solo unas cuantas personas”.
La familia real lleva a cabo más de 2000 eventos oficiales al año, muchos de los cuales tienen que ver con organizaciones de beneficencia. De acuerdo con el palacio, en cerca de 3000 grupos filantrópicos hay un miembro de la familia como benefactor o presidente. Los integrantes de la familia real también participan en decenas de ceremonias militares y diplomáticas cada año.
Morton le comentó a la Asociación de Prensa Extranjera que con tantos eventos y menos miembros de la familia real trabajando, esta tendrá que elegir muy bien sus actividades. Morton pronosticó que, debido a su compromiso con el Ejército —manifestado por los soldados en el funeral de Felipe— y sus responsabilidades diplomáticas, la familia reducirá sus actividades de beneficencia.
No obstante, eso ocasionaría una serie de problemas. Según los expertos, la familia real moderna se ha definido por sus actividades públicas, cosa que, en gran parte, ha justificado el apoyo de los contribuyentes. Felipe, el duque de Edimburgo, mantuvo vínculos con cientos de beneficencias hasta que se retiró de sus obligaciones oficiales a la edad de 96 años.
“El proyecto clave de la monarquía en el siglo XX fue la promoción de una monarquía del bienestar social, sin lo cual no sobrevivirá”, señaló Vernon Bogdanor, un profesor de gobierno en el King’s College de Londres, que ha escrito acerca de la participación de la monarquía en el sistema constitucional del Reino Unido.
Personas vinculadas con el Palacio de Buckingham señalaron que la solución a corto plazo para el problema de la carga de trabajo es promover a otra pareja real, el príncipe Eduardo y su esposa, Sofía, también conocidos como el conde y la condesa de Wessex. El hijo menor de la reina, Eduardo, de 57 años, y su esposa resurgieron como figuras destacadas tras la muerte de Felipe al hablar sobre su legado y de cómo estaba afrontando el duelo la familia.
Según las personas que están pendientes de la familia real, el prestigio de Carlos aumentó con el funeral. Algunas pusieron de relieve la manera elegante en que se condujo cuando encabezó la procesión detrás del ataúd de Felipe. Otras personas señalaron la manera auténtica de mostrar su dolor. Mencionaron que, a los 72 años, Carlos finalmente se había liberado de la enorme sombra de su padre, con quien tuvo una relación complicada, para convertirse en el patriarca de la familia.
“Parece una persona mucho más segura, más feliz con él mismo”, señaló Penny Junor, historiadora de la familia real. “Ahora es el paterfamilias de la familia, lo que significa que tiene más funciones y responsabilidades nuevas”.