En una China moderna que lucha contra la creciente desigualdad social, las palabras de Mao justifican la ira que muchos jóvenes sienten hacia una clase empresarial que consideran explotadora.
Lo leen en las bibliotecas y en el metro. Organizaron clubes de lectura en línea dedicados a sus obras. Han subido horas de audio y video, difundiendo el evangelio de su pensamiento revolucionario.
El presidente Mao está resurgiendo entre la generación Z de China. El líder supremo del Partido Comunista, cuyas décadas de incesantes campañas políticas costaron millones de vidas, está inspirando y reconfortando a los jóvenes descontentos nacidos mucho después de su muerte en 1976. Para ellos, Mao Zedong es un héroe que refleja su desaliento como personas que son ignoradas y que se esfuerzan todos los días.
En una China moderna que lucha contra la creciente desigualdad social, las palabras de Mao justifican la ira que muchos jóvenes sienten hacia una clase empresarial que consideran explotadora. Quieren seguir sus pasos y cambiar la sociedad china, y algunos incluso han hablado de violencia contra la clase capitalista si es necesario.
La moda de Mao pone al descubierto la paradójica realidad a la que se enfrenta el partido, que la semana pasada celebró el centenario de su fundación. Bajo el mandato del presidente Xi Jinping, el partido se ha convertido en el centro de casi todos los aspectos de la vida china. Se atribuye el mérito del progreso económico del país y le dice al pueblo chino que esté agradecido.
Al mismo tiempo, el crecimiento económico se debilita y las oportunidades para los jóvenes disminuyen. El partido no tiene a nadie más a quien culpar por la creciente brecha de riqueza, las viviendas inasequibles y la falta de protección laboral. Debe encontrar una forma de aplacar o domesticar a esta nueva generación de maoístas que ha contribuido a crear, o podría enfrentarse a problemas para gobernar.
“La nueva generación está perdida en esta sociedad dividida, así que buscarán las claves de los problemas”, escribió un bloguero maoísta en la plataforma de redes sociales WeChat. “Al final, seguro que encontrarán al presidente Mao”.
En entrevistas y publicaciones en línea, muchos jóvenes dijeron que podían identificarse con el análisis de Mao sobre la sociedad china como una constante lucha de clases entre los oprimidos y sus opresores.
“Al igual que muchos jóvenes, siento optimismo sobre el futuro del país, pero pesimismo sobre mi futuro”, dijo Du Yu, de 23 años, que sufre el agotamiento de su último trabajo como editor en una empresa emergente de cadena de bloques en la ciudad china de Shenzhen, obsesionada con la tecnología. Los escritos de Mao, dijo, “ofrecen un alivio espiritual a los jóvenes de pueblo como yo”.
Los trabajadores chinos del sector tecnológico suelen tener que trabajar de nueve de la mañana a nueve de la noche, seis días a la semana, una práctica tan común que la llaman “996”. El horario de Du era peor. Después de haber dormido solo cinco horas en tres días a finales del año pasado, su corazón se aceleró, le faltaba el aire y se volvió lento. Renunció poco después. Lleva tres meses sin buscar trabajo y rara vez sale a la calle. Un médico le diagnosticó una depresión leve.
“La mayoría de los compañeros que conozco siguen queriendo triunfar”, relató Du. “Simplemente estamos en contra de la explotación y del esfuerzo sin sentido”.
Aunque Mao nunca desapareció, hubo una época en la que no era tan popular. En la década de 1980, cuando la libertad y el libre comercio se convirtieron en palabras de moda, los jóvenes recurrieron a libros de Friedrich Nietzsche, Jean-Paul Sartre y Milton Friedman. El estudio de Mao era obligatorio en la escuela, pero muchos alumnos dejaban de lado esas lecciones. Tras la represión de 1989 en la plaza de Tiananmén, las novelas de artes marciales y los libros escritos por empresarios de éxito dominaron las listas de las publicaciones más vendidas.
Sin embargo, China se ha convertido en un terreno fértil para el renacimiento de Mao.
Nominalmente un país socialista, China es uno de los más desiguales del mundo. Casi 600 millones de chinos, el 43 por ciento de la población, tienen ingresos mensuales de solo 150 dólares, aproximadamente. Muchos jóvenes creen que no pueden acceder a la clase media ni superar a sus padres. La falta de movilidad social ascendente los ha hecho cuestionar la pureza del partido, que consideran demasiado tolerante con la clase capitalista.
La creciente presencia del partido en la vida cotidiana también ha abierto las puertas al maoísmo. La intensificación del adoctrinamiento bajo el mandato de Xi ha hecho que los jóvenes sean más nacionalistas y estén más inmersos en la ideología comunista.
Estas actitudes han contribuido a que los cinco volúmenes de “Las obras selectas de Mao Zedong” vuelvan a ser populares. En internet circulan fotos de jóvenes vestidos a la moda leyendo los libros en el metro, en los aeropuertos y en las cafeterías. Los estudiantes de la biblioteca de la Universidad Tsinghua, en Pekín, fueron los que más tomaron prestado el libro tanto en 2019 como en 2020, según la cuenta oficial de WeChat de la biblioteca.
“Definitivamente releeré las ‘Obras selectas’ una y otra vez en el futuro”, escribió un joven bloguero llamado Mukangcheng en Douban, un servicio de redes sociales chino enfocado en libros, películas y otros medios. “Tiene el poder de hacer que una persona que busca en la oscuridad vea la luz. Hace fuerte mi alma débil y amplía mi estrecha visión del mundo”.
Mukangcheng, que se negó a darme su nombre real, utiliza una cuenta de correo electrónico llamada “Left Left”. Su retrato es una insignia roja de Mao. Sus publicaciones hacen referencia a los altos precios de la carne de cerdo y a la falta de dinero para pagar sus recibos de teléfono. En 2018, cuando visitó la sede del primer congreso nacional del Partido Comunista en Shanghái, escribió en el libro de visitas: “¡Nunca olvides la lucha de clases!”, citando a Mao.
Otras personas que comentan las “Obras selectas” en internet dicen que se ven a sí mismas en el joven Mao, un hombre de pueblo instruido proveniente de una provincia remota que intentaba triunfar a principios del siglo XX en la gran ciudad conocida entonces como “Peking”. Suelen llamar a Mao “maestro”, un término que él mismo prefería utilizar.
A muchos usuarios de las redes sociales les gusta citar la primera frase del primer volumen. “¿Quiénes son nuestros enemigos? ¿Quiénes son nuestros amigos?”, escribió Mao en 1925. “Esa es una cuestión de primera importancia para la revolución”.
Muchos dicen que sus más grandes enemigos son los capitalistas que los explotan. El mayor objetivo de su ira es Jack Ma, el cofundador del imperio de comercio electrónico Alibaba. Antes lo aclamaban como la encarnación del sueño chino. Ahora se mofan de sus comentarios, con los que apoya la cultura del trabajo 996 y dice que los negocios son la forma más grande de filantropía.
“Los trabajadores solo son herramientas para ganar dinero destinado para gente como él”, dijo Xu Yang, de 19 años, que llegó a decir que la gente como Ma “necesita ser eliminada física y espiritualmente”. Más tarde, Ma se retractó de sus declaraciones y dijo que solo quería rendir homenaje a los trabajadores que laboran muchas horas por amor a su oficio.
El sentimiento antisistema de los jóvenes maoístas no se limita a la clase capitalista. Los radicales también se preguntan por qué el partido permitió la profundización de la desigualdad social.
“¿No ganó el proletariado la revolución?”, preguntó Xu. “Pero, ¿por qué los amos del país están ahora en el fondo mientras que aquellos que eran el objetivo de la dictadura proletaria están en la cima? ¿Qué ha fallado?”.
Después de que un compañero de clase le compartiera los libros de Mao el año pasado, Xu buscó datos oscuros sobre China utilizando un software para visitar sitios web censurados. Se enteró de cómo el gobierno chino había aplastado las iniciativas de jóvenes activistas marxistas para ayudar a los trabajadores a organizar sindicatos y detuvo a un repartidor de comida que organizó a sus compañeros para buscar una mejor protección de sus derechos laborales.
“La burocracia y el capital están muy integrados”, dijo. “Es poco probable que nuestra rebelión se detenga en los capitalistas”.
El gobierno se muestra cauteloso ante la intensificación del sentimiento y ha comenzado a censurar algunos mensajes y debates maoístas. Un artículo muy difundido, que desde entonces ha sido eliminado, analizaba por qué era poco probable que la revolución de Mao tuviera éxito en la China actual. Las razones: la vigilancia del gobierno y la verificación de antecedentes.
“Gente como Mao podía escribir en los periódicos hace cien años”, comentó Xu.
“Ahora, si hacemos algún ruido, podríamos desaparecer al instante”.