Los especialistas en el cambio climático están seguros de que el calentamiento global ha empeorado las olas de calor debido a que las temperaturas de referencia de las que parten son más altas de lo que eran hace décadas.
Un equipo internacional de investigadores especialistas en el cambio climático, afirmó el miércoles que es casi seguro que la singular ola de calor que azotó el Noroeste del Pacífico la semana pasada, no habría ocurrido si no fuera por el calentamiento global.
Las temperaturas fueron tan extremas (por ejemplo, el registro de 46 grados Celsius en Portland, Oregon, y el máximo histórico de 49,5 grados Celsius en la Columbia Británica, Canadá), que los científicos tuvieron problemas para determinar cuán singular fue la ola de calor. Pero calcularon que, en cualquier año, las probabilidades de que se presentara esa ola de calor tan intensa solo eran del 0,1 por ciento.
“Aunque fue un evento insólito, habría sido prácticamente imposible si no existiera el cambio climático”, señaló Geert Jan van Oldenborgh, del Instituto Real de Meteorología de los Países Bajos, quien encabezó el estudio con otros 26 científicos que forman parte de un grupo de colaboración llamado World Weather Attribution.
Los científicos descubrieron que si el mundo se calienta otros 0,75 grados Celsius, lo cual podría ocurrir en este siglo a menos que se recorten de manera drástica las emisiones de gases de efecto invernadero, no serían tan insólitos otros eventos similares. Aumentarían hasta un 20 por ciento las probabilidades de que, en cualquier año, se presentaran en otros lugares del mundo olas de calor igual de intensas.
“En cuanto a las olas de calor, el cambio climático es un elemento crucial incuestionable”, afirmó uno de los investigadores, Friedericke Otto, de la Universidad de Oxford en Inglaterra.
Alexander Gershunov, un meteorólogo investigador del Instituto de Oceanografía Scripps en San Diego, señaló que los hallazgos concordaban con lo que se sabe sobre los efectos que tiene el calentamiento global en las olas de calor.
“Son las condiciones meteorológicas extremas que resultan más afectadas por el cambio climático”, comentó Gershunov, quien no participó en el estudio.
Las temperaturas de las ciudades y los pueblos de esa región alcanzaron sus niveles máximos históricos y por un margen mucho mayor del que los investigadores jamás habían visto en una ola de calor. Debido a eso, también plantearon la posibilidad de que el mundo estuviera siendo testigo de un cambio en la manera en que se comportaba el calentamiento global. Señalaron que es posible que el cambio climático esté rebasando un umbral, al grado que solo un aumento relativamente pequeño de las temperaturas globales podría incrementar mucho las probabilidades de que haya un gran salto en cuanto al calor extremo.
“Esto nos preocupa”, afirmó van Oldenborgh. “Ahora estamos mucho menos seguros de lo que estábamos hace dos semanas sobre cómo se comportan las olas de calor”.
Van Oldenborgh subrayó que esta idea solo era una hipótesis. Se requieren más investigaciones para tratar de determinar si este cambio podría estar ocurriendo y de qué manera, lo cual este breve estudio no abordó, comentó.
La ola de calor en el Noroeste del Pacífico ocurrió a fines de junio, cuando una gran expansión de aire a alta presión, denominada domo de calor, se quedó estancada sobre esa región. Las temperaturas, al igual que los decesos provocados por el calor en lugares donde el aire acondicionado no es tan común como en otras partes de Norteamérica, estuvieron aumentando durante cuatro días.
Se calcula que fallecieron varios cientos de personas, pero se cree que la cifra total aumentará mucho en los próximos meses cuando se analicen las actas de defunción y los datos relacionados con la mortalidad. El calor contribuyó a la pérdida de cosechas y a la aparición de incendios forestales, uno de los cuales destruyó el pueblo de Lytton, Columbia Británica, donde apenas el día anterior el calor había alcanzado su nivel máximo en la historia de Canadá.
También el jueves, el Servicio de Cambio Climático de Copérnico, un organismo respaldado por la Unión Europea, informó que el mes pasado fue el mes de junio más caliente en la historia de Norteamérica. La temperatura promedio fue más de un grado Celsius mayor que el promedio de 1991-2020.
El estudio de World Weather Attribution es el más reciente de un conjunto cada vez mayor de investigaciones denominadas análisis de “atribución rápida”, que tiene como propósito establecer si existe una relación entre el cambio climático y algunos eventos extremos específicos como las olas de calor, las tormentas muy intensas y las inundaciones. El objetivo es anunciar de manera rápida cualquier relación con el cambio climático, en parte para frenar a los negacionistas del cambio climático que, tal vez, afirmen que el calentamiento global no tuvo ningún impacto en un evento específico.
Este estudio, mismo que se realizó en poco más de una semana, aún no ha sido evaluado por otros investigadores ni publicado en ninguna revista científica, pero usa técnicas que ya antes han sido evaluadas a lo largo de la década en que se han realizado este tipo de estudios. El mismo World Weather Attribution ha integrado alrededor de 30 de ellas desde 2015.
En la investigación se usan fundamentalmente simulaciones de computadora (en total 21 para el análisis), con el fin de comparar lo que sucede en el mundo real —el cual se ha calentado cerca de un grado Celsius desde el surgimiento de la industria y las emisiones que despide— con un mundo hipotético en el cual los humanos nunca lanzaron a la atmósfera gases de efecto invernadero.
Los especialistas en el cambio climático están seguros de que el calentamiento global ha empeorado las olas de calor debido a que las temperaturas de referencia de las que parten son más altas de lo que eran hace décadas. El análisis de atribución rápida intenta responder dos preguntas sobre un evento específico de calor: ¿qué tanto lo empeoró el cambio climático y cuánto aumentó las probabilidades de que sucediera?
En lo que se refiere a la ola de calor del Noroeste del Pacífico, el análisis demostró que, si bien fue insólito, era mucho más probable que ocurriera en el mundo actual más caliente que en un mundo sin calentamiento. Y si la ola de calor hubiera sucedido en ese mundo hipotético, no habría sido tan caliente y las temperaturas máximas habrían sido aproximadamente 1,75 grados Celsius menores.