La situación actual en Afganistán, marcada por una grave crisis económica, “amenaza con aumentar el riesgo de extremismo”, dijo este miércoles ante el Consejo de Seguridad la enviada de la ONU a este país, Deborah Lyons.
“El continuo deterioro de la economía formal dará un impulso a la economía informal, incluidas las drogas ilícitas, los flujos de armas y el tráfico de personas”, dijo.
“La actual parálisis del sector bancario empujará al sistema financiero hacia intercambios monetarios informales no regulados, que sólo pueden ayudar a facilitar el terrorismo, el narcotráfico y el contrabando”, agregó. “Estas patologías afectarán primero a Afganistán pero luego infectarán la región”.
Los talibanes, que volvieron al poder en agosto, hasta ahora no han podido detener el desarrollo del grupo yihadista Estado Islámico (EI), señaló igualmente la alta funcionaria de la ONU.
“Limitado anteriormente a algunas pocas provincias y a Kabul, el EI parece ahora estar presente en casi todas las provincias y cada vez más activo. El número de sus ataques aumentó considerablemente entre el año pasado y este año”, remarcó.
A nivel humanitario, el desastre es inminente pero puede todavía ser evitado, destacó Lyons, estimando que 23 millones de personas podrían encontrarse en una situación de inseguridad alimentaria ante la llegada del invierno boreal.
En una carta enviada al Congreso de Estados Unidos el miércoles, los talibanes pidieron a Washington que libere los activos del Banco Central afgano congelados desde agosto, que representan cerca de 9.500 millones de dólares.
Occidente ha pedido a Kabul acciones concretas a favor de un gobierno inclusivo y el respeto de los derechos humanos, especialmente de mujeres y niñas, para suavizar sus sanciones económicas.
“Las sanciones financieras impuestas a Afganistán han paralizado el sistema bancario, afectando todos los aspectos de la economía”, dijo el representante de la ONU, instando a la comunidad internacional “a encontrar urgentemente una forma” de financiar al personal sanitario, los programas alimentarios y los docentes que garanticen el acceso a la educación de las niñas.
“Han pasado 61 días desde que los talibanes impusieron restricciones a la educación secundaria de las niñas”, lamentó la embajadora irlandesa Geraldine Byrne Nason.
“Cada día marca una pérdida inaceptable para el futuro de Afganistán. Una generación de niñas se ve privada de educación debido al miedo y la desconfianza de algunos hombres. Todos los niños tienen derecho a la educación, sin importar su sexo”.
Al finalizar la sesión, el embajador afgano ante la ONU, Ghulam M. Isaczai, designado por el gobierno derrocado en agosto y aún en el cargo a falta de reconocimiento internacional del nuevo poder talibán, multiplicó las críticas respecto estos últimos.
“Los talibanes no han cumplido sus promesas y compromisos con los afganos y la comunidad internacional para aliviar el impacto” de la crisis actual “y el sufrimiento del pueblo afgano”, agregó.