Un análisis de textos de la literatura infantil demuestra que, efectivamente, el problema comienza desde allí. La literatura infantil está plagada del uso inadecuado de gerundios. Los niños comienzan a adquirir por el oído su mal empleo.
¿Por qué los hablantes de la lengua española desconocen el empleo adecuado del gerundio? La respuesta está en la enseñanza del idioma desde la escuela primaria y secundaria, y que se extiende por la universidad y toda la sociedad. En los primeros años de vida, el hablante no recibe una sólida enseñanza sobre el uso de este aditamento, concepto ideado por el gramático español Emilio Alarcos Llorach. Según él, es un segmento que puede eliminarse sin que la oración sufra alteración en su estructura formal: el sujeto y el predicado. Todos los complementos circunstanciales son aditamentos.
Un análisis de textos de la literatura infantil demuestra que, efectivamente, el problema comienza desde allí. La literatura infantil está plagada del uso inadecuado de gerundios. Los niños comienzan a adquirir por el oído su mal empleo. La mayoría de los libros infantiles que más se leen en el mundo son ejemplos de este problema lingüístico.
He aquí un ejemplo sacado de Aladino y la lámpara mágica, publicado en el libro Las mil y una noches: “El extranjero se enfureció tanto que tapó la entrada con una gran losa de piedra, dejando al chico encerrado en el húmedo y oscuro pasadizo subterráneo”. El traductor, que es uno de los más grandes culpables de la persistencia del gerundio de posterioridad en el mundo hispanohablante, no pudo discernir que dos acciones diferentes no se deben unir con un gerundio: Primero tapó la entrada con una gran losa de piedra, y segundo, lo dejó encerrado en el húmedo y oscuro pasadizo subterráneo.
El escritor Rafael Rangel Espino señala que los niños aprenden a partir del lenguaje que escuchan y que de allí cuanto más rico sea el entorno lingüístico, más rico será el desarrollo del lenguaje. Pero, agregamos, no ocurrirá un rico entorno lingüístico debido a que los niños nunca han contado con un ambiente parecido. Hay que escudriñar los textos que se utilizan en cada año de enseñanza primaria y corregir los gerundios mal empleados. Solo así podrán los niños desarrollar el lenguaje.
Agrega el autor que el proceso de apropiación del lenguaje continúa a lo largo de los años escolares, y señala que esos años deben estar llenos de las imágenes y del vocabulario excitante que ofrece la literatura para niños. Pero, agregamos, ese proceso de apropiación no es la más adecuada, puesto que no les ofrecen textos bien adecuados.
Otro cuento muy famoso traducido al español es El principito, del francés Antoine de Saint Exupéry, que tiene muchos gerundios mal usados: “Me puse en pie de un brinco y frotándome los ojos miré a mi alrededor”. En este caso, debió emplearse un verbo porque no podía mirar a su alrededor mientras se frotaba los ojos: Primero tenía que frotarse los ojos y después mirar a su alrededor. “Me puse de pie de un brinco, me froté los ojos y miré a mi alrededor”.
Otro ejemplo de El principito es el siguiente: “Me miró gravemente rodeándome el cuello con sus brazos”. Los escritores, sobre todo los traductores, olvidan el aspecto semántico del español. Primero me miró gravemente y después me rodeó el cuello con sus brazos. O: Mientras me miraba gravemente, me rodeó el cuello con sus brazos.
En La caperucita roja, de Charles Perrault, otro cuento infantil muy leído en el mundo, también encontramos una gran cantidad de gerundios mal empleados: “Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelita que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese en el camino… Aquí el gerundio se empleó como enlace entre dos oraciones: Y le recomendó que no se entretuviese en el camino… Se pudieron escribir dos oraciones yuxtapuestas: Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuelita que vivía al otro lado del bosque, y le recomendó que no se entretuviese en el camino… Esa debió ser la fórmula más feliz de autor del cuento para aliviar las mentes de sus bisoños lectores.
En Las aventuras de Pinocho, de autor Carlo Collodi, hallamos este caso: “…y volviéndose hacia el carpintero, le dijo encolerizado…”. Este uso del gerundio llamado inconcluso, porque no termina su acción, se emplea para adornar el escrito. En todo caso, debió escribir “…y se volvió hacia el carpintero y le dijo encolerizado…” La acción de volverse termina y después continúa la de decir. “…empezó a crecer y crecer convirtiéndose en pocos minutos en una narizota…” Aquí también se usa el gerundio de posterioridad: …y empezó a crecer y crecer y se convirtió en pocos minutos en una narizota…
Las aventuras de Tom Sawyer, leída por miles de panameños en la escuela, es un libro de aventuras fascinantes. En él, su traductor traslada literalmente los gerundios ingleses al español: “Fue hasta la puerta y se detuvo allí recorriendo con la mirada las plantas de tomate…” Fue hasta la puerta, se detuvo allí y recorrió con la mirada las plantas de tomate. Es un gerundio de posterioridad, primero se detuvo y después recorrió con la mirada las plantas de tomate. También: “La anciana giró en redondo, recogiéndose las faldas para esquivar el peligro…” Aquí también emplea el gerundio de posterioridad: Primero giró en redondo y después se recogió las faldas.
Por último, veremos un caso en Los viajes de Gulliver, del autor Jonathan Swift, una novela disfrutada por grandes y chicos: Después de muchos meses navegando, el barco se acercó a las costas de una tierra desconocida. En español no debe emplearse el gerundio como adjetivo, sino como adverbio. En todo caso debió emplearse un verbo: Después de muchos meses de estar navegando, o después de muchos meses de navegar.
Son muchos los casos encontrados en estas obras, de los cuales solo hemos escogido unos cuantos porque sería muy largo el escrito. Es importante que los docentes revisen las obras que los estudiantes leen y, si pueden, corrijan el uso inadecuado de los gerundios y otros errores.