“Los procesos multilaterales deben propiciar el diálogo en la búsqueda de soluciones, no solo fotos con muchas banderas”, afirmó la ministra panameña de Relaciones Exteriores.
La Alianza para el Desarrollo en Democracia que integran Costa Rica, República Dominicana y Panamá, impulsa el análisis de los problemas acuciantes de la región y su solución a través del diálogo, la participación ciudadana y la consulta política, como pilares del sistema democrático con el que se han comprometido históricamente estos tres países.
Así lo establecieron hoy los ministros de Relaciones Exteriores de estas tres naciones, Rodolfo Solano, Roberto Álvarez y Erika Mouynes, respectivamente y en el mismo orden, durante un foro auspiciado por The Wilson Center y su programa para América Latina, moderado por la directora Cynthia Arnson.
La invitación del importante centro estadounidense de análisis y debate político, con más de 50 año de trayectoria y gran reputación en ese país por su especial atención al fortalecimiento de la institucionalidad y la cooperación internacional, los ministros establecieron los ejes de trabajo de la nueva Alianza, que ofrece un liderazgo regional para defender la democracia, los derechos humanos y libertades fundamentales.
“Nuestras democracias enfrentan desafíos sin precedentes, pero sabemos que históricamente es el sistema que asegura resultados. Esta Alianza promoverá el desarrollo económico y la integración de nuestros países para posicionarnos como un actor comercial y político robusto en beneficio de la región”, declaró durante su intervención la canciller panameña.
“Con el diálogo y el acercamiento político de todos los actores importantes en el área, incluyendo aliados extrarregionales en América, Europa y Asia, vamos a promover el crecimiento económico que nos hace falta”, añadió.
Los efectos de la pandemia han acelerado tendencias sociales y económicas ante el cambio climático, el reordenamiento geopolítico, la digitalización de procesos y las nuevas rutas de las cadenas de suministro. Ante esa situación, los países de la Alianza se presentan como articuladores de posturas comunes para impulsar los cambios que la región requiere en su meta global de garantizar la paz y el desarrollo sostenible.
Sobre la participación de los países del área, la canciller Mouynes subrayó la importancia de contar con todos, incluso de aquellos que requieran mayor respaldo para fortalecer sus procesos democráticos.
“Los procesos multilaterales deben propiciar el diálogo en la búsqueda de soluciones, no solo fotos con muchas banderas”, insistió la ministra panameña.
La migración irregular, una de las principales preocupaciones del grupo, se analizó desde un punto de vista humanitario, con el compromiso de que debe abordarse de forma integral y coordinada por todos los países que forman parte de la ruta, en su origen, tránsito y destino.
Además de la política migratoria para atender el flujo que genera el denominado “triángulo norte”, la Alianza reclama soluciones dialogadas para los migrantes que cruzan a pie la frontera colombo-panameña, con números récord en 2021, y promueve actuaciones coordinadas y medidas conjuntas, como el intercambio de información oportuna para combatir a los grupos delictivos que fomentan este fenómeno creciente.
“En 2020, pasaron por la frontera con Colombia 8,000 migrantes irregulares. En 2021, más de 130 mil. Somos el primer país en la ruta en brindar agua, comida, albergue y que recolecta datos biométricos. Queremos enfocarnos en un diálogo constructivo, en el que las naciones sean coherentes con sus políticas migratorias y que estén preparados para recibir la migración que impulsan”, precisó la canciller Erika Mouynes, antes de mencionar el papel de las organizaciones criminales en este trasiego humano, algunos de ellos, grupos relacionados al Cartel del Golfo de Urabá.
La Alianza para el Desarrollo en Democracia, recibió el espaldarazo del propio presidente Joe Biden, quien la describió como un ejemplo regional durante el cierre de la reciente Cumbre de la Democracia, porque suma la voz de tres países estratégicos por sus trayectorias políticas y sus compromisos históricos con el Estado de Derecho, apuntaron los panelistas.
Entre los tres, representan un volumen de mercado que los convertiría en el tercer socio comercial de los Estados Unidos en la región y el quinto de la Unión Europea.