Guillermo Alejandro y Máxima, dos décadas de una unión real de éxito

Guillermo Alejandro y Máxima, dos décadas de una unión real de éxito
Guillermo y Máxima el día de su boda en Amsterdam, el 2 de febrero de 2002. Foto, EPA PHOTO ANP POOL/FRED ERNST/NBA-hh.

La boda del Guillermo y Máxima se celebró el 2 de febrero del 2002 en la Iglesia Nueva de Ámsterdam y de ese matrimonio han nacido tres princesas: Ariane, Alexia y la heredera Amalia.  La pareja accedió al trono en 2013 tras la abdicación de la reina Beatriz.

Los reyes Guillermo Alejandro y Máxima de Países Bajos celebrarán mañana miércoles el vigésimo aniversario de su boda, una unión que logró ganarse a los neerlandeses y dejar atrás la polémica inicial que vetó de la ceremonia a Jorge Zorreguieta, padre de la reina, por haber trabajado para la dictadura argentina.

La pareja accedió al trono en 2013 tras la abdicación de la reina Beatriz y mantuvo una gran popularidad en Países Bajos durante la mayor parte de las últimas dos décadas. La naturalidad y cercanía de Máxima la han mantenido como el miembro mejor valorado de la Casa Real, lo que impacta positivamente en la imagen de la monarquía.

Uno de los instantes que más se repite en la memoria colectiva de los neerlandeses son las lágrimas derramadas por Máxima durante la ceremonia de la boda, cuando la banda tocó “Adiós Nino”, de Astor Piazzolla, el tema preferido de su progenitor. Sus padres -su madre tampoco asistió por solidaridad– siguieron la ceremonia por televisión desde Londres.

Zorreguieta había trabajado para el gobierno durante la dictadura de Jorge Videla, lo que complicó el camino de la pareja hacia el altar.

“No puede venir”. Fue la frase tajante que el primer ministro Wim Kok (1994-2002) trasladó a Beatriz y Guillermo Alejandro el 15 de enero de 2001 en una reunión en el palacio de Noordeinde de La Haya, vetando la asistencia de Zorreguieta a la boda de su hija.

En ese encuentro estaba el diplomático Max van der Stoel, que tomaba notas de las reuniones desde su rol de negociador: tenía el encargo del gobierno de distanciar a Zorreguieta de la ceremonia porque, de lo contrario, ni el Parlamento ni el Senado de Países Bajos darían el visto bueno -que exige la Constitución- a esa boda.

“Tenemos pruebas basadas en anotaciones personales de Max van der Stoel en las que habla de esa reunión (…) Kok siempre defendió que la decisión de no acudir fue del propio Zorreguieta. Lo mismo dijo Guillermo Alejandro, que nadie presionó para que no asistiera a la boda. Pero estas notas demuestran lo contrario”, asegura a Efe Hans Hermans, documentalista independiente que ha investigado el diálogo previo a la boda.

Hermans y Martin Maat han elaborado una serie documental que emite esta semana la cadena pública BNNVARA con motivo del aniversario y en la que reconstruyeron el periodo previo a la boda a partir de conversaciones confidenciales, material de archivo y entrevistas con personas involucradas o cercanas a Kok y Van der Stoel (ya fallecidos).

 También obtuvieron documentos secretos inéditos sobre reuniones que tuvieron lugar en Nueva York, Sao Paolo y La Haya.

Uno de los informes data de agosto de 1997. “Son siete páginas, en neerlandés y español, en las que se da un análisis detallado de la carrera de Jorge Zorreguieta y que incluyen la conclusión de que él no había sido autor directo de crímenes de lesa humanidad. En esa fecha, solo el príncipe y un par de miembros de la monarquía sabían de Máxima”, añade.

Ese informe no está firmado por ninguna institución o persona, y la Casa Real tampoco hace comentarios sobre su autoría.

¿Se habría visto Guillermo Alejandro en la tesitura de elegir entre el trono y Máxima? “Si Wim Kok no hubiera manejado este asunto con cuidado, la sucesión al trono de Países Bajos se habría visto afectada, sí”, asegura. Casarse sin permiso de las Cámaras es renunciar automáticamente al derecho al trono.

La boda se celebró finalmente el 2 de febrero del 2002 en la Iglesia Nueva de Ámsterdam y de ese matrimonio han nacido tres princesas: Ariane, Alexia y la heredera Amalia.

El rol de la pareja como representante de Países Bajos y símbolo de unidad nacional ha sido siempre muy valorado por los neerlandeses, aunque la confianza en el monarca se ha desplomado tras la sucesión de polémicas relativas a la violación de las restricciones durante la pandemia.

 Si en abril de 2020 el apoyo a la monarquía era del 74% y la confianza en Guillermo Alejandro ascendía al 76%, una encuesta de septiembre de 2021 señaló que estos porcentajes se han reducido al 57% y el 44% respectivamente. Ambos son datos de la agencia Ipsos.

Otro estudio encargado por el Servicio de Información del Gobierno (RVD) señaló en diciembre que el papel de los reyes tiene un “un valor añadido” para la sociedad.

La clave parece estar en la reina. “Máxima juega un importante papel positivo y da la impresión de ser auténtica. Esto tiene un efecto positivo en la imagen del rey Guillermo Alejandro”, reafirmó el estudio.

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