Con bots, cuentas falsas, influentes genuinos y otras herramientas, China ha podido editar de manera selectiva cómo han lucido los eventos, incluso fuera del país, para promover todo lo que respalde el discurso oficial de felicidad sobre los Juegos Olímpicos de Invierno.
PEKÍN — Dentro del pueblo Potemkin de la propaganda de China, los Juegos Olímpicos de Invierno se han desarrollado como un éxito genuino, una celebración de los deportes y la armonía política que ha ocultado —o disimulado según los críticos— las fallas y los abusos a los derechos en el país.
En Pekín 2022, las colinas son nevadas, no de color café como suelen verse en esta época del año. Un esquiador uigur es el símbolo de la unidad nacional, la tenista Peng Shuai tan solo una curiosa espectadora. Los atletas y los periodistas internacionales elogian a los voluntarios amables y se maravillan frente a los trenes de alta velocidad y los robots que hierven dumplings y preparan tragos.
Aunque el control de China sobre lo que consumen los televidentes y lectores a nivel nacional está bien consolidado, el país ha difundido su propia versión de las Olimpiadas más allá de sus fronteras, con un arsenal de herramientas digitales que posiblemente estén logrando que la narrativa de China tenga el mayor alcance y la mayor sutileza en la historia.
Con bots, cuentas falsas, influentes genuinos y otras herramientas, China ha podido editar de manera selectiva cómo han lucido los eventos, incluso fuera del país, para promover todo lo que respalde el discurso oficial de felicidad sobre los Juegos Olímpicos de Invierno y asfixiar cualquier cosa que no lo haga.
“Para el Partido Comunista de China, los Juegos Olímpicos de Invierno son inseparables del objetivo político más general de reforzar la imagen nacional del país”, opinó David Bandurski, director de China Media Project, una organización de monitoreo. Para aludir al líder del país, Bandurski agregó: “Esto es a lo que se refería Xi Jinping con ‘contar bien la historia de China’”.
En Twitter, una plataforma prohibida en China, los medios informativos y los periodistas del Estado chino, así como los diplomáticos, han intentado lustrar la imagen de los juegos, al elogiar los recintos y murmurar admiración sobre la mascota olímpica.
China también ha buscado influir en los debates en línea de formas más disimuladas. The New York Times y ProPublica identificaron una red de más de 3000 cuentas de Twitter de aspecto falso que parecían estar coordinadas para promover las Olimpiadas compartiendo publicaciones de los medios del Estado con comentarios idénticos, por ejemplo. Estas cuentas tendían a ser recién creadas y a tener muy pocos seguidores, tuiteaban casi solo republicaciones y nada de su autoría y al parecer operaban únicamente para amplificar las voces oficiales de China.
Algunos de los esfuerzos del Times y ProPublica se han centrado en una cuenta llamada Spicy Panda, la cual ha publicado caricaturas y videos para rechazar las convocatorias a un boicot de las Olimpiadas. En una caricatura, Spicy Panda acusó a Estados Unidos de hacer uso de su “arma de propaganda engatusadora para manchar los Juegos Olímpicos”.
El tuit se republicó 281 veces, desde las cuentas que parecían falsas, pero casi no hubo involucramiento de otro tipo, un sólido indicio de que la red se movilizó para promover el mensaje. Además de las ráfagas de promoción, las publicaciones sobre las Olimpiadas de Spicy Panda casi no recibieron atención.
Un análisis de los seguidores de Spicy Panda dio como resultado 861 cuentas, un 90 por ciento de las cuales fueron creadas después del 1 de diciembre. La primera ola de publicaciones coordinadas de las cuentas promovió la postura de Pekín sobre la legitimidad de las elecciones para el Consejo Legislativo de Hong Kong, aunque se ha criticado la votación de ser una farsa. Luego, las cuentas centraron su atención en los Juegos Olímpicos (para el jueves, todas las cuentas, menos una, habían sido suspendidas, poco después de que el Times y ProPublica le preguntaron a Twitter sobre ellas).
Parece que Spicy Panda está relacionada con iChongqing, una plataforma multimedia vinculada con los medios del Estado con sede en Chongqing, una ciudad en la zona central de China. Las cuentas que compartían las publicaciones de Spicy Panda a menudo hacían lo mismo con tuits de la cuenta de iChongqing. Esa plataforma no respondió de inmediato a una solicitud para ofrecer comentarios.
Otras cuentas de posibles bots promovieron etiquetas que parecían dirigidas a ahogar las críticas sobre China, un sello distintivo de campañas anteriores.
Estas promovieron contenido con etiquetas como #Pekín2022 y #Juntosporunfuturocompartido, el lema oficial de las Olimpiadas de este año. Algunas cuentas publicaron varias veces tuits con una redacción idéntica, por ejemplo: “El hecho de que China haya logrado que #Pekín2022 se celebrara según lo planeado ha aumentado la confianza en el mundo para derrotar la pandemia”.
En un comunicado por correo electrónico, Twitter señaló que había suspendido cientos de las cuentas que identificaron el Times y ProPublica por violaciones a la manipulación de su plataforma y las políticas relativas al “spam”. La empresa mencionó que seguía investigando los vínculos de las cuentas con las operaciones de información respaldadas por el Estado.
Hasta la mascota oficial de los juegos, Bing Dwen Dwen, un panda adorable vestido con un traje de hielo, ha sido el tema de una campaña organizada en Twitter, según Albert Zhang, investigador del Centro Internacional de Ciberpolítica del Instituto Australiano de Política Estratégica.
Según Zhang, miles de cuentas nuevas o que estaban inactivas han servido para que la mascota se vuelva viral. Los medios del Estado chino presentaron esto como evidencia de la popularidad de la mascota y, por extensión, de los Juegos Olímpicos.
“Si quieres divulgar mucho contenido sobre algo como las Olimpiadas de Pekín, esta es una forma fácil de hacerlo”, comentó Zhang, quien agregó que la campaña que está en marcha era como otras que había patrocinado el Estado chino para promover la narrativa de Pekín sobre temas como la COVID-19 y la represión sobre los musulmanes uigures de Sinkiang.
En el interior de China, el espacio informativo no es distinto de las medidas elaboradas que han creado el “circuito cerrado” que mantiene estrictamente segregados a los atletas, los periodistas y otros participantes del público general.
Dentro del “circuito cerrado” de propaganda oficial, el Estado selecciona de forma meticulosa casi todo lo que ven o leen los chinos de a pie. El efecto han sido unas Olimpiadas sin escándalos, críticas ni malas noticias.
China ha defendido el uso que les ha dado a Twitter y Facebook, plataformas que prohíbe en su territorio. El año pasado, una vocera del Ministerio del Exterior, Hua Chunying, mencionó que ese tipo de sitios eran “canales adicionales” para combatir los retratos negativos en Occidente.
Una empresa estadounidense, Vippi Media, con sede en Nueva Jersey, firmó un contrato por 300.000 dólares con el consulado general de China en Nueva York para ayudar a promover las Olimpiadas, según documentación que presentó la empresa al Departamento de Justicia conforme a la Ley de Registro de Agentes Extranjeros.
Según los contratos, de los cuales informó primero el grupo de investigación Open Secrets, la empresa ha promovido los Juegos Olímpicos reclutando “estrellas de las redes sociales” para que publiquen en Instagram, YouTube y TikTok, comentó en una entrevista telefónica Vipinder Jaswal, fundador de la empresa.
“Fueron muy claros y yo fui muy claro en que únicamente se hablara de las Olimpiadas, nada que ver con política”, comentó.