Las islas esperan sacar provecho de su desempeño relativamente bueno, con el objetivo de convertir a las personas que buscaron un refugio durante la pandemia en visitantes que regresan.
En abril del año pasado, cuando Pat George, de 70 años, quería llevar a su familia de vacaciones, eligió el lado holandés de la isla caribeña de St. Maarten. “Es la primera vez en 35 años que toda nuestra familia vacaciona en el Caribe”, comentó George, quien dirige una compañía llamada Entertainment Agency en Massachusetts.
La elección de George no fue inusual durante el año pasado.
Muchos viajeros, sobre todo de Estados Unidos, se sintieron atraídos al Caribe como un lugar de vacaciones por su cercanía y manejo más o menos bueno para evitar la propagación del COVID-19. Mientras que los viajes entrantes disminuyeron dramáticamente en 2020, el número de visitantes internacionales en 2021 fue mucho mayor, al menos para un subconjunto de islas: 14 de los 26 países miembros de la Organización de Turismo del Caribe informaron de un aumento de visitantes internacionales en 2021.
“Hemos tenido un año estelar en materia de turismo”, dijo Albert Bryan Jr., gobernador de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, a las que llegaron 738.040 visitantes por vía aérea durante los tres primeros trimestres de 2021, frente a los 415.749 de todo 2020. El número de visitantes que llegaron por vía aérea durante ese periodo superó incluso las llegadas de tráfico aéreo de todo 2019, que se situaron en 640.887.
Ahora, las islas esperan sacar provecho de su desempeño relativamente bueno, con el objetivo de convertir a las personas que buscaron un refugio durante la pandemia en visitantes que regresan. Santa Cruz, una de las tres islas principales de las Islas Vírgenes de Estados Unidos, invertirá 244 millones de dólares en la revitalización de su extremo occidental, incluida la ciudad de Frederiksted, que recibirá un nuevo muelle para embarcaciones auxiliares, las más pequeñas que prestan servicio a los grandes barcos.
Inversión en desarrollos nuevos
Otras naciones caribeñas también presumieron en 2021 de un número de visitantes mejor de lo previsto, como Santa Lucía, que recibió un 52 por ciento más de visitantes que pernoctaron que en 2020, de los cuales el mercado estadounidense aportó el 76 por ciento.
En Santa Lucía, que añadió 20.000 nuevos asientos de avión desde Estados Unidos entre junio y agosto de 2021, la construcción de alojamientos nuevos está en plena marcha. Una de las principales adiciones es Cabot Saint Lucia, un complejo turístico que se inaugurará en 2023 en Point Hardy, una península de 151 hectáreas en el extremo norte de la isla. Contará con un club y un campo de golf, así como con una comunidad residencial, un hotel de 40 suites y condominios de lujo.
Aruba vio cómo sus cifras de turismo empezaban a repuntar en julio de 2021, según Evelyn Wever-Croes, primera ministra de la isla. Ahora el país planea invertir aproximadamente 153 millones de dólares en 2022 y 264 millones de dólares en 2023 para aumentar el alojamiento. “Aunque el desarrollo ha llenado la parte sur de la isla, nuestro objetivo será equilibrar el desarrollo económico de la isla”, comentó Wever-Croes.
También señaló que el programa “One Happy Workation” (una feliz vacación con trabajo) de la isla, que permite a los visitantes permanecer en Aruba hasta 90 días y trabajar sin ningún tipo de visado especial, además de aprovechar las ofertas y descuentos de los hoteles, tuvo éxito en 2021; cada mes, el 10 por ciento de los visitantes de la isla vinieron como parte del programa. Este año se mantiene.
Falta de turistas
Pero el turismo en el Caribe está muy lejos de lo que era antes, ya que los visitantes de varias regiones clave —sobre todo Europa, Australia y Asia— siguen brillando por su ausencia.
Stewart Howard, director general de Ambergris Cay, una isla privada que hace las veces de un complejo turístico en las Islas Turcas y Caicos, dijo que la ausencia de canadienses en el Caribe ha sido notoria desde marzo de 2020 porque debían hacer una cuarentena al regresar a Canadá y no estaban muy dispuestos a viajar a través de Estados Unidos para los vuelos de conexión al Caribe.
“Casi todos los visitantes de los complejos turísticos han sido de Estados Unidos en los últimos dos años”, sostuvo. (Los viajeros canadienses totalmente vacunados ya no tienen que hacer cuarentena cuando regresan a su país, aunque tienen que dar negativo en las pruebas para ingresar).
Howard señaló que los servicios de Ambergris Cay se ampliarán el año que viene para incluir una casa club, un restaurante adicional y nuevas suites para satisfacer lo que predice que será una fuerte demanda en el futuro. “Ahora, lo que estamos viendo son reservas agresivas, pero para estancias de seis a nueve meses”, dijo.
No todas las islas del Caribe vieron un aumento de visitantes de 2020 a 2021. Algunas, como las Islas Caimán, Dominica y Barbados vieron un descenso en la llegada de visitantes que pernoctan por diversas razones, entre ellas, lo fácil —o difícil— que es llegar a ellas. Antes de la pandemia, a Dominica solo se podía llegar en pequeños aviones regionales o en ferri. Cuando una de las principales aerolíneas interregionales, LIAT, suspendió todos sus vuelos en marzo de 2020, la isla se vio muy afectada y no se ha recuperado. En diciembre, American Airlines puso en marcha el primer vuelo sin escalas a la isla desde Miami, lo que hizo concebir esperanzas de que el número de visitantes se recuperaría.
Anguila también recibió su primer vuelo sin escalas desde Miami en diciembre, también con American Airlines. “A partir de abril, los vuelos serán diarios”, afirmó Georgios Tserdakidis, director de mercadotecnia de Anguila, pues esperan que la facilidad para viajar ayude a impulsar el turismo. El país tiene previsto ampliar su aeropuerto internacional Clayton J. Lloyd y se está construyendo una nueva terminal de ferri en Blowing Point, con un costo de 5,5 millones de dólares.
Otros destinos, como Trinidad y las Islas Caimán, cerraron sus fronteras a los visitantes al comienzo de la pandemia y no se abrieron a los viajes turísticos hasta finales de 2021.
La proximidad también influyó: las Bahamas son el grupo de islas más cercano a Estados Unidos y la gente quería estar más cerca del continente por seguridad, según un portavoz de la Organización de Turismo del Caribe.
Los visitantes que eran fieles a una determinada región de las islas del Caribe también decidieron quedarse en casa en lugar de visitar otro destino. “Fue muy impactante el cierre de San Bartolomé a los turistas el año pasado, en febrero”, expresó Stacy Fischer-Rosenthal, presidenta de Fischer Travel Enterprises, una agencia de viajes. “Ese era un destino muy popular para nuestra clientela, pero no cambiaron de destino porque San Bartolomé es único”.
Otras islas del Caribe, como la República Dominicana, que recibió casi 5 millones de visitantes en 2021, más que cualquier otro país del Caribe, están invirtiendo mucho en hoteles a fin de prepararse para lo que esperan sea una demanda aún mayor una vez que la pandemia amaine.
Luis Abinader, presidente del país, reveló hace poco que el Proyecto de Desarrollo Turístico de Pedernales, en Cabo Rojo —considerado el primer destino turístico del Caribe desarrollado desde cero bajo una asociación público-privada— se llevará a cabo en cuatro fases a lo largo de 10 años y con una inversión estimada de más de 2000 millones de dólares. La primera fase comenzará con seis cadenas hoteleras.
También las islas más pequeñas, como Tobago, con poco más de 60.000 habitantes, tienen previsto invertir en infraestructuras para atraer a los turistas. El proyecto de ampliación del aeropuerto internacional ANR Robinson incluirá la construcción de una nueva terminal y otras mejoras, como la ampliación de la pista y un nuevo estacionamiento por 1200 millones de dólares. La isla también dio la bienvenida a los vuelos internacionales en enero de 2022, cuando British Airways y Virgin Atlantic reanudaron sus vuelos desde un mercado clave: el Reino Unido.
Con todo este desarrollo, las islas esperan poder persuadir a visitantes como Cate Misczuk, de 29 años, que reside en Utrecht, en los Países Bajos, para que vuelvan. Ella visitó el Caribe por primera vez en noviembre de 2021, cuando voló a la isla de Barbados porque sus padres tienen una propiedad de tiempo compartido allí.
“No tenía ni idea de lo que me esperaba, especialmente con el COVID”, dijo. “Pero Barbados me dejó totalmente boquiabierta”.