Algunos escritores lo emplean para darle un matiz de movimiento simultáneo al diálogo con respecto a las circunstancias que giran en torno a él. Es decir, tratan de mantener la acción como si se tratara de una escena cinematográfica.
El gerundio literario o cinematográfico se ha difundido en los últimos siglos gracias a una de las formas tan descomedida de narrar que emplean los escritores. Las novelas, sobre todo, son las fuentes de estas formas inadecuadas del uso del gerundio de posterioridad, el cual parece ser una fórmula unánime de los narradores.
En este sentido, lo emplean para darle un matiz de movimiento simultáneo al diálogo con respecto a las circunstancias que giran en torno a él. Es decir, tratan de mantener la acción como si se tratara de una escena cinematográfica para que el lector esté atento al diálogo de los personajes y lo fusione mentalmente con lo que pasa alrededor de aquellos.
Veamos un ejemplo: “Vamos, Rosita, no te pongas así, y perdóname _le dijo dándole un beso”. Esta cita pertenece a la novela Niebla (1971), de Miguel de Unamuno; en ella, en primer lugar, hay incompatibilidad semántica porque decir no implica dar un beso; primero se tiene que dar la acción de decir y después se produce la del beso. ¿Se puede besar y hablar a la vez? Además, las dos acciones no son simultáneas porque la acción de dar un beso es pretérita y rápida. Este caso se podía resolver así: “Rosita, no te pongas así _le dijo y le dio un beso. Se debe emplear un verbo siempre para expresar estas situaciones,
Otro ejemplo, de los muchos encontrados en las novelas de ayer, hoy y siempre, es el siguiente, de la novela¿Quién mató a Palomino Molero?, de Mario Vargas Llosa (1988): “Se fueron a ver una de charros _dijo Lituma, bebiendo con avidez”. Hay incompatibilidad entre el verbo y el gerundio: No se puede decir y beber a la vez. ¿Cómo sería tratar de llevar a cabo las dos acciones a la vez? Se atragantaría la persona. Primero debe decir y después beber: “Se fueron a ver una de charros_ dijo Lituma y bebió con avidez”.
Miguel Ángel Asturias, en El Señor Presidente (1973), ofrece el siguiente caso: “A una casa mala te meto yo si quiero_ murmuró Vásquez, escupiendo enseguida algo que se jaló de las narices”. Este caso es más curioso: Vásquez murmuró escupiendo algo que se jaló de las narices. Imagínense si se puede murmurar y escupir a la vez. En un español más literario hubiera quedado mejor: …murmuró Vásquez, y escupió enseguida algo que se jaló de las narices.
“Estaba muy nerviosa _confesó Paula limpiándose la nariz”, escribe Caryl Férey en su novela Mapuche(2014), ambientada en Argentina. Bueno, hablar limpiándose la nariz se vería grotesco. Es mejor escribir “…confesó Paula y se limpio la nariz.