Desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, la radio local “Lvivska Khvylya” reemplazó sus programas de entretenimiento por una edición especial permanente para informar sobre el conflicto a sus decenas de miles de oyentes en el oeste del país.
“Somos una radio musical y de entretenimiento, pero también hacemos mucha actualidad porque la gente necesita información, sobre todo en este momento”, explica Volodimir Melnyk, un locutor y presentador de 28 años en un pequeño estudio en Leópolis, a 80 km de la frontera con Polonia.
Entre éxitos de rock o música patriótica ucraniana, Melnyk y su compañero Andryi Antoniuk, de 41 años, comentan la actualidad con humor en esta radio local, una de las primera creadas tras la caída de la Unión Soviética.
– Cadena de información –
“En tiempos de guerra, tenemos necesidad de transmitir lo positivo, podemos reírnos de Putin, de las tropas rusas que no logran tomar nuestras ciudades, pero no podemos divertirnos como antes de la guerra”, comenta Melnyk, quien trabaja desde hace ocho años en la radio Lvivska Khvylya (la ola de Leópolis, en ucraniano).
El 24 de febrero, cuando comenzó el ataque ruso, el equipo de 40 personas, incluidos cinco periodistas y una docena de presentadores, se puso en pie de guerra por segunda vez en su historia.
En 2014, tras la anexión de Crimea y el inicio del conflicto con los insurgentes prorrusos apoyados por Moscú en el este de Ucrania, la radio varió sus programas.
“La guerra afectó mucho nuestro trabajo porque también hay un factor psicológico que, al inicio, nos impidió trabajar”, cuenta Marta Oliyarnyk, una periodista de 27 años que esconde su emoción detrás de sus grandes lentes redondos. Incluso como profesionales, “los acontecimientos no nos dejan indiferentes”.
Después de 24 días de guerra, la radio se convirtió en un vínculo importante entre las autoridades y la población. La emisora informa a entre 300.000 y 400.000 oyentes por día, una cifra que se ha duplicado desde el inicio de las hostilidades.
El cierre de escuelas en Leópolis, necesidades de ayuda humanitaria, la situación en el sur y este de Ucrania y declaraciones internacionales: en la agenda del boletín de las 17H00, Oliyarnyk encuentra un equilibrio entre las noticias locales y nacionales, según ella.
La emisora transmite sus propios programas de 07H00 a 19H00 horas, cuando pasa el relevo al canal de información creado al inicio del conflicto por las cadenas de televisión y radio nacionales que unen sus recursos.
Eso parte del principio de que los medios, en tiempos de guerra, tienen un papel crucial para mantener la moral de la población y apoyar el esfuerzo de la guerra.
Las bajas militares o civiles solo se publican a cuentagotas.
“Esas cifras nos aterrorizan, lo hemos experimentado personalmente, pero intentamos también dar muchas informaciones positivas como las pérdidas humanas y materiales del enemigo”, asegura Oliyarnyk. Según la periodista, el verdadero balance humano solo se conocerá cuando termine la guerra.
– “Infraestructuras críticas” –
Varias veces por día, las sirenas interrumpen las emisiones.
La mañana del viernes, el director técnico Vassil Pakouch, de 31 años, debió emitir la alarma desde su casa, llamando a la población a acudir a los refugios.
Ese día, los “misiles rusos” alcanzaron el barrio del aeropuerto de Leópolis, aunque sin dejar muertos, según las autoridades locales.
Desde su pequeña oficina, Vassil monitorea el estado de las docenas de torres de telecomunicaciones que retransmiten las emisiones de la radio en todo el oeste de Ucrania y hasta el este de Kiev.
La más cercana a la capital, en cuyas puertas se realizan combates, ha sido dañada dos veces por los bombardeos.
“Las torres son infraestructuras críticas. Cuando son atacadas, es peligroso para la población porque se pierde la conexión”, advierte Vassil, mostrando la torre de Leópolis al lado de la emisora.
El ingeniero, quien sube regularmente a la torre para hacer reparaciones, dice estar dispuesto a todo para restablecer la línea en caso de un bombardeo.
“Rezamos para que eso no ocurra, pero si la destruyen, yo subiría una antena a un árbol si fuera necesario”, asegura.