Desde hace cinco días, Detoh Rie vive en los pantanos del condado de Leer, al igual que unas 14,000 personas que huyen del recrudecimiento de la violencia en esta región de Sudán del Sur.
El viernes estallaron combates en esta parte del estado de la Unidad, en el norte del país, entre tropas del SPLA IO del vicepresidente Riek Machar y fuerzas que desertaron de este movimiento en agosto pasado para unirse al enemigo jurado de Machar, el presidente Salva Kiir.
Los mandos militares de ambos bandos, basados en la capital Juba, pidieron inmediatamente el cese de las hostilidades.
Los combates duraron hasta el domingo y los civiles de este condado pagan un alto precio.
“Los soldados atacaron nuestros pueblos y quemaron nuestras casas. Se llevaron vacas, cabras y mataron gente”, cuenta Detoh Rie, contactado por teléfono por la AFP desde esta zona difícilmente accesible.
“Toda nuestra comida se quemó junto a nuestras casas. No tenemos nada”, explica este padre de 51 años.
En un comunicado emitido el lunes, la Misión de las Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS) afirmó que “muchas aldeas al sur de la ciudad de Leer fueron saqueadas e incendiadas”.
También expresó su preocupación por los informes sobre la destrucción del puerto de Adok en el Nilo Blanco, “segundo polo económico del estado”.
– Violaciones, asesinatos, saqueos –
Las fuerzas de mantenimiento de la paz “intensifican las patrullas”, había indicado el martes a la AFP la portavoz de la UNMISS Linda Tom, haciendo referencia a “informes preocupantes sobre violencia sexual, saqueos y destrucción”.
Según el prefecto del condado de Leer, Stephen Taker, el lunes se contabilizaron 13.930 desplazados.
Pero el número de desplazados podría ser mucho mayor, según las autoridades, ya que algunos aún no llegaron a las infraestructuras de ayuda y otros, como Detoh Rie, prefieren refugiarse en las zonas circundantes.
Kou Tek caminó casi cuatro horas con su familia para refugiarse en el pantano. Afirma que en su aldea, Waay, los atacantes violaron a mujeres y niñas. También asegura haber visto ocho cadáveres, en su mayoría de hombres.
Lejos de los combates, el día a día en los pantanos sigue siendo la supervivencia.
“Los niños extraen agua de los ríos, que no es sana. Muchos tienen diarrea y no reciben ningún medicamento”, subraya este padre de tres menores, de 39 años. “Ellos y los ancianos sufren mucho y la mayoría mueren de hambre”, explica.
En la localidad de Muon, los desplazados acogidos en un campamento militar “se encuentran en estado de shock”, detalla Paulino Kuch Mawich, coordinador de la Comisión de Socorro y Rehabilitación del UNMISS.
“Necesitan alimentos, refugio, agua y atención médica, pero es difícil saber cuándo la recibirán”,agrega.
Las organizaciones humanitarias evacuaron a su personal debido a la violencia de la que periódicamente son víctimas.
Estos combates vienen a agravar una situación humanitaria ya “desastrosa” según la ONU en esta región de Sudán del Sur, el país más joven del mundo que vive en una inestabilidad política, económica y de seguridad desde su independencia de Sudán en 2011.