El patriarca Cirilo de Moscú ha provocado un enojo generalizado con una serie de sermones y discursos, incluso dijo que el país lucha contra el Anticristo, e instó a los rusos a apoyar al gobierno.
En una pequeña parroquia del norte de Italia afiliada a la Iglesia ortodoxa rusa, los fieles, en su mayoría ucranianos especializados en tecnología de la información, obreros inmigrantes, enfermeros y empleados de mantenimiento, decidieron manifestar su rechazo al apoyo franco a la guerra en Ucrania expresado por el patriarca Cirilo de Moscú.
El patriarca de Moscú había tenido repetidas expresiones de aprobación al Ejército ruso. Por ejemplo, le entregó un icono dorado histórico de la Virgen María a un comandante de alta jerarquía y describió la guerra como una lucha santa para proteger a Rusia de situaciones que calificó de flagelos de Occidente, como los desfiles de orgullo gay. Ha defendido abiertamente al presidente ruso Vladimir Putin, a cambio de lo cual la Iglesia ha recibido amplios recursos financieros.
“Se hizo evidente que el patriarcado de Moscú no se dedicaba a la teología, sino que su único interés era apoyar la ideología del Estado”, comentó el arcipreste Volodímir Melnichuk de la Iglesia de la Elevación de la Cruz en Údine, Italia. “En esencia, el patriarca traicionó a su feligresía ucraniana”.
Así que el 31 de marzo, el clérigo ucraniano escribió una carta en la que rompió relaciones con el patriarcado de Moscú.
Ahora que la Pascua ortodoxa oriental se avecina este domingo, varias tensiones similares se propagan entre los más de 200 millones de fieles de la Iglesia, concentrados en el este y sur de Europa. Por todo el mundo, la guerra divide a iglesias nacionales, parroquias e incluso familias que reevalúan sus relaciones con el patriarca Cirilo y la Iglesia ortodoxa rusa.
En Estados Unidos, algunos creyentes han cambiado de Iglesia. En Francia, los seminaristas ortodoxos le pidieron a su obispo romper relaciones con el patriarcado de Moscú. En los Países Bajos, la policía tuvo que intervenir en una iglesia de Róterdam cuando varios miembros de la parroquia llegaron a los golpes a causa de la guerra.
La guerra de Ucrania ha causado enfrentamientos entre los mismos combatientes devotos al patriarcado de Moscú y ha puesto a los fieles ucranianos en una posición especialmente insostenible. Por tradición, los fieles ortodoxos piden por su patriarca en todos los servicios.
“¿Cómo puedes aceptar una oración por el patriarca, si este bendice a los soldados que intentan matar a tu hijo?”, cuestionó Andreas Loudaros, editor de Orthodoxia.info, sitio web con oficinas en Atenas, Grecia, que cubre temas eclesiales.
Las controversias doctrinales e intrigas dentro de la Iglesia ortodoxa oriental en general duran varias décadas, o incluso siglos. Pero con una velocidad notable, la guerra ha ensanchado divisiones que desde hace tiempo se ocultaban bajo la superficie.
A diferencia de la Iglesia católica romana, que tiene un solo dirigente indisputable, cada una de las 15 ramas ortodoxas goza de una soberanía significativa. Han surgido debates acalorados dentro de la Iglesia ortodoxa oriental en numerosos países en torno a la posibilidad de relegar abiertamente al patriarca Cirilo y a Rusia.
El patriarcado de Moscú ha intentado designarse la verdadera sede de la Iglesia ortodoxa desde que Constantinopla, el actual Estambul, cayó en manos de invasores islámicos en 1453. Así que Moscú ha tenido piques por siglos con el patriarca ecuménico de Constantinopla, que siempre ha sido el líder espiritual de la Iglesia. El problema es que las tensas relaciones entre Cirilo y el actual patriarca ecuménico, Bartolomé, hicieron estallar un conflicto evidente a causa de la guerra.
“No debería haberse identificado tanto con el presidente Putin, e incluso dijo que la guerra de Rusia contra Ucrania era ‘sagrada’”, le dijo hace poco el patriarca a un grupo de estudiantes.
“Es perjudicial para el prestigio de la ortodoxia en su conjunto, pues la Iglesia ortodoxa no apoya la guerra, ni la violencia o el terrorismo”, indicó Bartolomé en una entrevista en Estambul.
Ucrania ha sido una fuente particular de antagonismo entre los dos jerarcas. En 2019, Bartolomé le otorgó la independencia, llamada “autocefalia”, a una iglesia que antes no estaba autorizada en Ucrania y había estado bajo el mando de Moscú desde 1686.
Después, la Iglesia rusa cortó relaciones con Bartolomé. Más de la mitad de las parroquias de Ucrania rechazaron la decisión y permanecieron bajo la jurisdicción de Moscú.
De las 45 diócesis de Ucrania, integradas por casi 20.000 parroquias, alrededor de 22 han dejado de mencionar al patriarca Cirilo durante sus oraciones, informó Sergei Chapnin, investigador de temas religiosos rusos y frecuente crítico de la Iglesia.
Es el primer paso para romper con Moscú, aunque todavía no es en absoluto una ruptura formal. Por desgracia, la controversia les complica a muchos obispos ucranianos cambiar ahora sus alianzas.
Algunos fieles en Ucrania cuestionan el silencio de los obispos, y preguntan abiertamente si serán partidarios de Putin, los habrán sobornado o extorsionado para quedarse callados, o querrán evitar problemas, por si Moscú sale victorioso de la guerra.
“El futuro de cualquier iglesia en Ucrania no estará ligado a Moscú a menos que gane esta guerra”, explicó Christophe D’Aloisio, profesor visitante de Estudios Ecuménicos y Cristianismo Oriental en la Universidad de Lovaina en Bélgica y sacerdote ortodoxo, que firmó, con más de 1300 investigadores y teólogos ortodoxos, una declaración en marzo en contra del proyecto del “Mundo Ruso”. “Por desgracia, es un mal momento para expresarte a favor o en contra”.
El patriarca Cirilo de Moscú ha provocado un enojo generalizado con una serie de sermones y discursos, incluso dijo que el país lucha contra el Anticristo, e instó a los rusos a apoyar al gobierno. Cirilo ha evitado condenar ataques extensamente documentados en contra de ciudadanos comunes, muchos de los cuales son sus feligreses. La mayoría de las iglesias nacionales no han condenado a Cirilo.
Una posible razón se deriva del sitio web de la Fundación para el Apoyo de la Herencia y Cultura Cristiana, que recibe financiamiento de la empresa estatal de energía nuclear rusa Rosatom. Presenta una lista de proyectos eclesiásticos financiados en todo el mundo en Bulgaria, Georgia, Polonia, Serbia y Estados Unidos, entre otros.
Varios receptores de esta ayuda no han denunciado la guerra. “Cuando recibes dinero de Moscú, no es fácil expresar críticas”, señaló D’Aloisio.
Según se dice, parece inevitable una división seria en la Iglesia, pero el curso de la guerra determinará su profundidad y las cicatrices que deje.
El Domingo de Ramos, sentada en el atrio de una iglesia ortodoxa frecuentada por ucranianos en Estambul, Nadiia Kliuieva habló del terrible legado de un conflicto santificado por Cirilo, incluido el asesinato de niños, la violación de mujeres y el dolor de los ucranianos por todo el mundo.
“No sé qué tipo de ucraniano tendrías que ser para conservar lazos con el patriarcado de Moscú”, comentó. “Creo que muchos han abierto los ojos”.