Al menos 33 personas, entre ellas varios niños, murieron y 43 resultaron heridas en una explosión en una mezquita sufí del norte de Afganistán durante el rezo del viernes, un día después de dos sangrientos atentados reivindicados por el grupo Estado Islámico (EI).
“La explosión se produjo en una mezquita del distrito Imán Sahib de Kunduz y mató a 33 civiles, incluidos niños”, dijo en su cuenta de Twitter el portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid.
Desde que los talibanes tomaron el control de Afganistán, en agosto pasado, tras derrocar a las autoridades respaldadas por Estados Unidos, el número de atentados ha disminuido, pero los yihadistas y el EI han seguido atacando objetivos que consideran herejes.
“Condenamos este crimen (…) y expresamos nuestro más sentido pésame por fallecidos”, aseguró Zabihullah Mujahid.
Un corresponsal de la AFP en el lugar pudo ver la destrucción completa de uno de los muros de la mezquita Mawlavi Sikandar, frecuentada por sufíes.
Los grupos yihadistas como el EI odian profundamente esta corriente del islam, que consideran herética y acusan a sus fieles de politeísmo –el mayor pecado del Islam– por venerar a los santos muertos.
“El espectáculo en la mezquita fue horrible. Todos los que rezaban dentro resultaron heridos o muertos”, señaló Mohammad Esah, propietario de una tienda cercana.
Un miembro del personal médico de un hospital cercano declaró a la AFP por teléfono que entre 30 y 40 personas fueron admitidas en el hospital después de la explosión.
“Los restos que encontramos en los cuerpos de los heridos indica que lo que explotó fue una bomba”, aseguró a la AFP un médico del hospital provincial.
“La gente se reunió para rezar en la mezquita y se produjo la explosión”, indicó un testigo a la AFP por teléfono.
– Atentados en serie –
La explosión se produce un día después de registrados dos atentados reivindicados por el EI en Afganistán, que dejaron al menos 16 muertos y decenas de heridos.
Doce fieles murieron y 58 resultaron heridos en un atentado contra una mezquita chiíta en la ciudad de Mazar-i-Sharif (norte) el jueves.
Ese mismo día, al menos cuatro personas murieron y 18 resultaron heridas en Kunduz cuando una bicicleta que llevaba una bomba explotó al paso de un vehículo que transportaba mecánicos civiles que trabajaban para una unidad militar talibán.
Ningún grupo ha reivindicado aún la autoría de las dos explosiones del martes en una escuela para niños de un barrio chiíta de Kabul, en las que murieron seis personas y más de 25 resultaron heridas.
Los afganos chiítas, en su mayoría pertenecientes a la comunidad hazara, que representa entre el 10 y el 20% de los 38 millones de habitantes de Afganistán, son desde hace tiempo objetivo del EI, que también los considera herejes.
A primera hora del viernes, las autoridades talibanes informaron que habían detenido al “cerebro” del atentado del jueves en la mezquita de Mazar-i-Sharif.
Los funcionarios talibanes insisten en que sus fuerzas han derrotado al Estado Islámico, pero analistas afirman que la organización yihadista sigue siendo una importante amenaza para la seguridad en Afganistán.
“Desde que los talibanes tomaron el poder, lo único de lo que presumían era de la mejora de la seguridad”, afirmó Hekmatullah Hekmat, experto independiente en política y seguridad.
“Si esto no se mantiene y si no logran contener al EI, fallarán como el gobierno anterior”, agregó.