La reciente ola de calor en Norteamérica fue noticia en prácticamente todo el mundo, con temperaturas que batieron récord, ¿pero ha sido la más grave? Un estudio revela que otras cinco olas de calor en todo el mundo fueron incluso más graves, pero sobre ellas en su día casi no se informó.
En concreto, desde 1960, cinco olas de calor en el mundo -en función de la variabilidad de la temperatura local- han superado el “abrasador” verano de 2021 en el oeste de Norteamérica, concluye el trabajo de la Universidad de Bristol publicado en la revista Science Advances.
La ola de calor en esta zona del pasado verano batió un récord, con un máximo histórico en Canadá de 49,6 grados en Lytton (Columbia Británica) el 29 de junio, lo que supuso un aumento de 4,6 grados respecto al pico anterior.
Las olas de calor son uno de los fenómenos meteorológicos extremos más devastadores, recuerda un comunicado de la Universidad de Bristol, que señala que la del oeste de Norteamérica fue el “más mortífero de la historia de Canadá, con cientos de víctimas mortales”.
Los incendios forestales asociados provocaron también grandes daños en las infraestructuras y la pérdida de cosechas.
El estudio, que calculó el grado de extremismo de las olas de calor en relación con la temperatura local, mostró que las tres más calurosas en la historia en las respectivas regiones se produjeron en el sudeste asiático en abril de 1998, que alcanzó los 32,8 grados; en Brasil en noviembre de 1985, con un máximo de 36,5 grados, y en el sur de Estados Unidos en julio de 1980, cuando las temperaturas se elevaron a 38,4 grados.
“La ola de calor del oeste de Norteamérica será recordada por su devastación generalizada. Sin embargo, el estudio expone varios extremos meteorológicos mayores en las últimas décadas, algunos de los cuales pasaron en gran medida desapercibidos probablemente debido a que se produjeron en países más desfavorecidos”, resume Vikki Thompson, climatóloga de la Universidad de Bristol y autora principal del estudio
Es importante evaluar la gravedad de las olas de calor en función de la variabilidad local de la temperatura, ya que tanto los seres humanos como el ecosistema natural se adaptan a ella, de modo que en las regiones donde hay menos variación un extremo absoluto más pequeño puede tener efectos más perjudiciales.
El equipo de científicos también utilizó sofisticadas proyecciones de modelos climáticos para anticipar las tendencias en lo que queda de siglo; los modelos indicaron que los niveles de intensidad de las olas de calor aumentarán en consonancia con el incremento de las temperaturas globales.
El estudio sugiere que para 2080 una ola de calor tan intensa podría tener una probabilidad de 1 entre 6 de producirse cada año.
Dann Mitchell, otro de los firmantes, concluye: “El cambio climático es uno de los mayores problemas sanitarios mundiales de nuestro tiempo y hemos demostrado que muchas olas de calor fuera del mundo desarrollado han pasado prácticamente desapercibidas”.
“La carga del calor en la mortalidad a nivel de país puede ser de miles de muertes y las zonas que experimentan temperaturas fuera de su rango normal son las más susceptibles a estos choques”.