Junto a Ucrania y Grecia, han logrado el pase a la final de Eurovisión 2022, que tendrá lugar el próximo sábado, los candidatos de Suiza, Armenia, Islandia, Lituania, Portugal, Noruega, Moldavia y Países Bajos.
Necesitada de buenas noticias por pequeñas que fueran en medio de la debacle, Ucrania ha logrado este martes una victoria moral y mediática sobre Rusia en la primera semifinal de Eurovisión 2022, al confirmar sus opciones como gran favorita en una gala en la que también ha salido reforzada Grecia.
Junto a estos países han logrado el pase a la final que tendrá lugar el próximo sábado los candidatos de Suiza, Armenia, Islandia, Lituania, Portugal, Noruega, Moldavia y Países Bajos. La otra cara de la moneda la han representado Austria, Letonia, Eslovenia, Croacia, Albania, Dinamarca y Bulgaria, apeados de la competición.
Bajo la proclama de “El sonido de la belleza”, la primera gala de esta edición ha arrancado puntual desde el Pala Olímpico de Turín con una apelación (aunque enlatada) a la guitarra eléctrica que fue clave para el triunfo en 2021 de los italianos Maneskin.
En su desarrollo ha habido espacio además para reivindicar otros sonidos bellos del país transalpino, como “Fai rumore” de Diodato, gran damnificado por la cancelación de la edición de 2020 (dos años después ha podido interpretarlo al fin en Eurovisión) y, aunque fugazmente, “Fiesta” de la icónica e inolvidable Raffaella Carrá.
En lo que concierne al concurso, la albanesa Ronela Hajati ha sido la encargada de abrir la velada empoderada y combativa con un “Sekret” de intenso ritmo tribal, ajena a las críticas y suspicacias que su propuesta y algunos de sus movimientos cerca de la zona genital parecían haber despertado durante los ensayos.
Tras ella, la organización se las ha apañado bien para alternar la abundancia de baladas con otros cortes más movidos, como el colorido disco-funk “Eat Your Salad” de los letones Citi Zēni con la elegante levedad jazz de la lituana Monika Liu en “Sentimentai” y el canto a la fragilidad masculina del “crooner” suizo Marius Bear en “Boys Do Cry”.
La enorme bola de cristales de los eslovenos LPS en otro funky, “Disco”, no ha evitado que aparecieran más inofensivos que contagiosos, sobre todo al lado de propuestas bulliciosas de fusión folk como la de los moldavos Zdob și Zdub & Advahov Brothers y “Trenulețul” o la de los ucranianos Kalush Orchestra con “Stefania”.
De hecho, los grandes favoritos de las casas de apuestas han confirmado sus aspiraciones y, pese a las obvias dificultades a las que se enfrentaban tras la invasión rusa, han proporcionado una actuación eléctrica y muy pulida, ajena a los lastres técnicos de la edición.
Mucho se ha escrito en estos días sobre la decepción de los enormes arcos del fondo del escenario, que habían de ser la marca diferenciadora en Turín junto a la fuente de agua, pero que no solo no cumplen su función, sino que lastran algunas propuestas visuales que dependen de la pantalla del fondo.
Ha habido quienes no podrían apelar a los problemas escenográficos para justificar su falta de pegada, como los búlgaros Intelligent Music Project con un rock eléctrico sin ganchos originales, falto justamente de lo que pedía su canción, “Intention”.
Mejor por comparación han sonado las danesas REDDI en su reinterpretación aunque edulcorada de las riot grrrl con “The show”, lo que no ha impedido que siguieran el mismo destino en la clasificación, como la balada a lo Taylor Swift de la croata Mia Dimšić, “Guilty Pleasure”.
Tampoco se ha salvado de la quema Austria, pese a encerrar al DJ LUM!X y la vocalista Pia Maria dentro de un enorme aro de luces estroboscópicas y esquizoides para poner en órbita su “Halo”.
Por contra, sin moverse de la misma idea de una pista de baile, Noruega sí ha conquistado apoyos suficientes con la mascarada de lobos amarillos de Subwoolfer y su cómica “Give That Wolf A Banana”.
Reforzados han salido igualmente quienes han apostado por la fórmula contraria, minimalista, sofisticada y alternativa, como la portuguesa Maro con “Saudade, saudade”, o la holandesa S10, quien cantando en neerlandés no ha podido evitar las lágrimas en el tramo final de “De Diepte”.
Aparentemente inofensivas, en esa estrategia acertada les han seguido las hermanas islandesas Systur con el lánguido country folk “Með hækkandi sól” y la armenia Rosa Linn con “Snap”.
Aunque si ha habido una candidatura que ha congregado los mayores aplausos apelando a la emoción, esa ha sido “Die Together” de Amanda Tenfjord, una suerte de Lorde griega que, alzándose sobre un cementerio de sillas desvencijadas, se ha postulado como otra posible candidata sorpresa al triunfo final.