La víctima eterna

La víctima eterna
El autor del artículo es periodista, profesor de Español y magíster en Educación.

Por acá, la lengua también sufre agresiones de parte de sus propios hablantes, a los cuales no les importa seguir lo aprendido en las escuelas y universidades, sino que siguen los modos prosaicos y desagradables de comunicarse de personas sin escolaridad.

El idioma ha sido víctima eterna en todos los tiempos de paz y de guerra. Su uso se ha extendido más allá de lo imaginable hasta convertirse en un fárrago de ideas que obligan a los usuarios a buscar en lo más íntimo de su acervo lingüístico fórmulas para entender lo que se les comunica.

En ese sentido, los rusos han inventado un nuevo eufemismo para justificar su invasión a Ucrania: “Operación militar especial”, según ellos, para proteger a sus ciudadanos que viven en ese país. Pero esa protección ha significado el aniquilamiento de miles de civiles ucranianos, entre niños, hombres, mujeres y ancianos, lo cual, aunque quieran, no pueden desmentir.

Bueno, eso es por allá, donde la lengua y la verdad se encuentran en constante pugna contra los ideales democráticos.  En relación a la verdad, el senador norteamericano Hiram Johnson, dijo que ella es la primera víctima cuando llega la guerra (Primera Guerra Mundial), y el inglés Winston Churchill afirmó, durante la Segunda Guerra Mundial, que la verdad es tan preciosa que debería ser protegida por un guardaespaldas de las mentiras, según publica la Agencia Reuters sobre el oficio de los reporteros de guerra.  Bueno, se verá quién ganará.

Por acá, la lengua también sufre agresiones de parte de sus propios hablantes, a los cuales no les importa seguir lo aprendido en las escuelas y universidades, sino que siguen los modos prosaicos y desagradables de comunicarse de personas sin escolaridad.

Solo basta escuchar algunos programas mañaneros de opinión y de chistes vulgares para advertir el nivel cultural de estos llamados comunicadores. En Panamá, muchas personas, sin preparación alguna, han invadido el mundo de la comunicación social, gracias a la indolencia de algunos dueños de medios, sobre todo de las radioemisoras, que contratan a personas iletradas y no creen en la responsabilidad de servir como vías de educación del público, ya sea lector, oyente o televidente.

¿Qué aprende la gente común y corriente en este país? Nada que pueda ayudar a construir un mejor día lleno de buenas ideas para solventar algún problema cotidiano.

Ahora, ¿quién es responsable de la incursión de estos advenedizos en los medios de comunicación social en Panamá? Todos, y más las asociaciones de periodistas que no reclaman ni proponen las cualidades que debe tener todo aquel que se quiera ser apóstol de la comunicación. Se afirma, por ejemplo, que el periodismo es una profesión que se le debe servir a la humanidad como un  apostolado.

Este apostolado significa que se debe cumplir con muchos requisitos como la honradez, servir a la verdad, imparcialidad, ser buena gente, amar y preservar la lengua materna y ser patriota. Solo así, se le podrá ofrecer una labor eficiente a los receptores.

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