Encontramos muchos advenedizos en las instituciones gubernamentales, donde ocupan puestos sin tener el menor mérito, porque no existen políticas de selección de personal en la estructura gubernamental, sino recomendaciones políticas e imposiciones.
Un advenedizo es una persona que se introduce en una posición, un ambiente o una actividad que no le corresponde por capacidad. También es una que llega a una posición que no le corresponde o a un lugar en el que lo consideran extraño.
Además, puede ser aquella que, al carecer de conocimientos, trata de imponer su criterio a los demás. Por último, puede ser una persona que empieza a hacer algo por primera vez, un principiante o un novato.
Encontramos muchos advenedizos en las instituciones gubernamentales, donde ocupan puestos sin tener el menor mérito, porque no existen políticas de selección de personal en la estructura gubernamental, sino recomendaciones políticas e imposiciones. Estos nombramientos obscuros solo causan malestares a los verdaderos profesionales, a los cuales se les imponen estos advenedizos como jefes.
Muchos de ellos aterrizan como comunicadores o periodistas en las instituciones, y a otros, gracias a amigotes, se les conceden espacios para que liberen toda su inmundicia, la cual, según ellos, divierte el público. Solo escuche radio, vea televisión y lea periódicos todos los días.
Peor es contar con “periodistas” graduados de las universidades que no aprendieron nada, “que estudiaron para brutos, y es real”, como dice monseñor Ulloa, y ahora ocupan puestos en instituciones o son profesores de los futuros periodistas.
En Inglaterra, se emplea el siguiente ejemplo para explicar el concepto: “Pero basta con que cualquier superficial e ignorante advenedizo, recién salido de una de nuestras universidades, suba al púlpito y exprese sus dudas sobre el Arca de Noé, el asno de Balaam o Jonás y la ballena, para que medio Londres vaya a oírlo y se quede boquiabierto de admiración por su inteligencia soberbia”.
Ahora, en plena pandemia, cuando los puestos de trabajo escasean, los advenedizos han aumentado su presencia en las instituciones en detrimento de verdaderos profesionales graduados en las universidades. No es cierto que todo el que se gradúa en una universidad es apto para cumplir con los requerimientos de una profesión. Sin embargo, como no hay reglas ni condiciones para contratar al personal, lo cual es una gran falla en la administración pública, se nombran por imposiciones políticas o por recomendaciones, sin importar qué hayan estudiado.
Hace años, un político de una institución les prometió un salario de B/.500.00 a dos copartidarios que lo habían ayudado durante las elecciones. Los dos se quejaron del salario y él les preguntó si habían estudiado algo. Ellos contestaron que no y se quedaron sin empleo.
Quizás el asunto se pueda resolver si el Estado se convierte en un organismo estable donde los funcionarios no solo tengan trabajo durante los cinco años de politiquería, sino que puedan permanecer en sus puestos durante un periodo mayor, sin estar al vaivén de los torbellinos partidarios.
Lo cierto es que hay “profesionales” que esperan cada cinco años, cuando su partido llega al poder, para ocupar una jefatura que, al parecer, le pertenece exclusivamente.