Ante los crecientes llamados para hacer algo tras la masacre de Texas, legisladores de Estados Unidos buscaban el jueves acordar un marco acotado para el control de las armas de fuego con, por primera vez en años, una magra esperanza de éxito.
Desde principios de esta semana, y mientras la localidad texana de Uvalde entierra a los 19 niños y dos maestras asesinados cuando un joven de 18 años abrió fuego en una escuela primaria, un grupo bipartidista de senadores encabeza discusiones diarias en busca de un consenso en este tema ultrasensible.
El presidente Joe Biden, quien impulsa desde hace años una legislación nacional ambiciosa sobre el tema, hablará a las 19H30 horas (23H30 GMT) “sobre la necesidad de que el Congreso apruebe leyes con sentido común para combatir la ‘epidemia de violencia armada'”, anunció la Casa Blanca.
El mandatario demócrata prometió durante su campaña actuar contra este flagelo al que sucesivos gobiernos estadounidenses no han podido poner fin.
Pero la estrecha mayoría de los demócratas en el Congreso no le permite aprobar una legislación de este tipo sin apoyo de los republicanos, históricamente reticentes a restringir el uso de armas.
– Después de Sandy Hook –
El reto es encontrar medidas que puedan tener el visto bueno de diez senadores republicanos, imprescindible por la mayoría calificada de 60 votos necesaria en el Senado.
Pero en un país donde más del 30% de los adultos posee al menos un arma de fuego, los conservadores se oponen enérgicamente a cualquier medida que pueda violar los derechos de los “ciudadanos respetuosos de la ley”.
Las discusiones en el Senado giran de momento en torno a propuestas limitadas, como la verificación de antecedentes penales o psicológicos de los compradores de armas, algo reclamado desde hace años por activistas.
Los esfuerzos son liderados por el senador Chris Murphy, en representación del estado de Connecticut, muy marcado por el tiroteo de Sandy Hook el 14 de diciembre de 2012, cuando un joven de 20 años mató a 26 personas, incluidos 20 niños.
Pocas horas después de esta tragedia, el entonces presidente Barack Obama, de cuyo gobierno Biden fue vicepresidente, ya había implorado entre lágrimas al Congreso que “actuara con seriedad para evitar más tragedias”.
Pero los proyectos de ley presentados en ese momento fueron rechazados por el muy poderoso lobby armamentista de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y fracasaron unos meses después.
Desde entonces, prácticamente nada ha cambiado, excepto las medidas locales tomadas por las ciudades o los estados. Y una cierta forma de cinismo ha comenzado a ganarse a los movimientos ciudadanos que denuncian las matanzas recurrentes en escuelas, lugares de culto u hospitales, como la de Tulsa, Oklahoma, el miércoles, que dejó cuatro muertos.
– “Antiestadounidense” –
¿Podrían las actuales negociaciones en el Senado tener éxito cuando todas las demás han fracasado?
“Hay un impulso creciente para que hagamos algo”, dijo Murphy en Twitter. “Y acordamos un plan para seguir trabajando”.
El senador republicano Pat Toomey también expresó su “optimismo”.
Al mismo tiempo, los miembros de la Cámara de Representantes debatían el jueves sobre otro importante proyecto de ley que prohibiría la venta de rifles semiautomáticos a menores de 21 años y la de cargadores de alta capacidad.
Estas medidas, que se someterán a votación en la Cámara baja la próxima semana, ya han sido calificadas de “ineficaces”, “mal consideradas” y “antiestadounidenses” por un grupo de republicanos. Y por tanto parece imposible que puedan ser adoptadas en el Senado.
Mientras asistía virtualmente a una audiencia del Comité Judicial sobre el paquete legislativo desde su casa, el congresista republicano de Florida Greg Steube sorprendió a sus colegas legisladores cuando sacó varias pistolas.
“Espero que el arma no esté cargada”, dijo la demócrata de Texas Sheila Jackson Lee.
“Estoy en mi casa. Puedo hacer lo que quiera con mis armas”, le respondió Steube.