La detención en Dubái de dos hermanos de origen indio acusados por Sudáfrica de estar en el centro de una trama de corrupción que implica al expresidente Jacob Zuma provocó un terremoto en el país.
Sudáfrica, que busca desde hace años llevar a los tribunales a Atul y Rajesh Gupta, anunció el lunes en un comunicado que los dos fugitivos habían sido detenidos en Emiratos Árabes Unidos.
Según la agencia estatal de noticias de Emiratos, las detenciones se realizaron el 2 de junio.
La policía de Dubái indicó que su arresto estaba relacionado con “acusaciones criminales y blanqueo de capitales” y precisó que las autoridades de ambos países estaban finalizando el proceso de extradición.
La justicia sudafricana lleva años buscando a estos hombres de negocios, que llegaron a Sudáfrica en 1993 y habrían desviado dinero de las arcas públicas del país durante los dos mandatos de Zuma, entre 2009 y 2018.
Concretamente, la Interpol buscaba a los dos hermanos por un contrato sospechoso de cerca de 1,6 millones de dólares que implicaba a una empresa vinculada con la familia.
De manera más general, la familia Gupta es acusada de haber infiltrado la cima del Estado sudafricano gracias a su amistad con el expresidente.
La justicia los acusa de influir en la elección de ministros, ejercer presión para obtener contratos públicos y saquear empresas públicas.
Según algunos cálculos, los tres hermanos habrían robado más de 3.000 millones de dólares.
Un tercer hermano, Ajay, también es buscado por otro caso de malversación y corrupción.
– Proceso aplazado –
El proceso contra los dos hermanos fue aplazado debido a la ausencia de los acusados y una audiencia está programada para septiembre aunque “la extradición es un procedimiento complejo”, alertó la fiscalía el martes.
El Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), el partido en el poder, pide por eso que se lleve a cabo un procedimiento acelerado de extradición.
El principal partido de la oposición, la Alianza Democrática, saludó las detenciones y espera que signifiquen el inicio del enjuiciamiento de los “responsables de las penurias a las que se enfrentan hoy millones de sudafricanos”.
A finales de 2016, un devastador informe reveló el alcance de la influencia de los hermanos. Dos años más tarde, en 2018, una comisión independiente empezó a investigar la corrupción de Estado. Ese mismo año, el ANC empujó a Zuma a dimitir y los hermanos decidieron huir.
Una parte del informe de la comisión, cuyas conclusiones aún no han sido publicadas, subrayó en abril que “desde el inicio de su primer mandato”, Zuma “estaba dispuesto a hacer todo lo que querían los Gupta”.
Cyril Ramaphosa, que sucedió a Zuma, prometió erradicar la corrupción. El regreso de los Gupta le beneficiaría, pero él mismo se encuentra en el punto de mira.
Desde la semana pasada, Ramaphosa se ve salpicado por acusaciones de ser cómplice de comprar el silencio de unos ladrones que encontraron grandes sumas de dinero en una propiedad suya en 2020.
Los ladrones habrían allanado una propiedad del presidente en el noreste del país, donde encontraron escondidos en los muebles 4 millones de dólares en efectivo.
Ramaphosa rechaza haber robado dinero, dice que las cantidades reclamadas eran muy exageradas y denunció las “motivaciones políticas” de sus oponentes, que según él están detrás de la trama.
“Los que persiguen a los corruptos también tienen cadáveres en sus armarios”, dijo a la AFP Sandile Swana, un politólogo independiente sudafricano.
El escándalo es un duro golpe para Ramaphosa en un momento en que el partido trata de renovarse de cara a las elecciones nacionales de 2024, para las que se espera que nombren un candidato presidencial en los próximos meses.