El Tour que acaba de terminar acuñó para el futuro la rivalidad entre Vingegaard y Pogacar. El danés cortó la racha triunfal del esloveno, y lo hizo con fuerza, clase y sin discusión alguna.
El danés Jonas Vingegaard (Jumbo Visma) fue aclamado en París como nuevo rey del Tour de Francia al término de la vigésimoprimera y última etapa disputada con salida y llegada en la capital francesa con un recorrido festivo y monumental de 115,6 km, en a que se impuso al esprint el belga Jasper Philipsen (Alpecin Fenix), quien firmó un doblete.
A la fiesta que puso colofón a la 109 edición del Tour, la más rápida de la historia con una media superior a los 42 km/hora, se sumó Philipsen para llevarse la gloria de ganar en un lugar tan emblemático como los Campos Elíseos de París.
El ciclista de Ham ganó por velocidad, y con autoridad, al neerlandés Dylan Groenewegn (BikeExchange) y al noruego Alexander Kristoff (Intermarché), dentro de un pelotón que cerró la carrera con un tiempo de 2h.58.32, a una media de 38,8 Km/hora.
VINGEGAARD HEREDA EL TRONO DE POGACAR, SU GRAN RIVAL
En la parte de atrás del pelotón, vestido con el maillot amarillo, rodeado por su equipo y emocionado por su primer Tour, entró Jonas Vingegaard (Hillerslev, 25 años), formando ya parte de la historia de la “grande boucle” como segundo danés que gana el Tour, después del controvertido Bjarne Riis, quien venció en 1996.
Un triunfo especial para Dinamarca, que lanzó la edición en Copenhague, para los ciclistas daneses, que han logrado 4 triunfos de etapa, y para el propio Vingeggard, un chico que para ser profesional se buscó la vida trabajando en una empresa empaquetando pescado de 6 a 12 de la mañana, y que se iba de vacaciones en la caravana de su padre, Claus, para subir con 17 años los puertos míticos del Tour, los mismos en los que triunfaba su ídolo, Alberto Contador.
Con su mujer, Trine Marie, y su hija, celebró el triunfo virtual tras la crono del sábado, y ya en París de manera oficial, y escuchó el himno danés escoltado en el podio por el esloveno Tadej Pogacar (UAE), ganador de las dos ediciones anteriores, y el galés Geraint Thomas (Ineos), otro vencedor del Tour (2018).
Un triunfo cimentado por Vingegaard en las etapas de montaña, donde el jefe de filas del Jumbo dejó para el recuerdo sendas exhibiciones en el Granon y Hautacam. Sus ataques lejanos remacharon a Pogacar, un rey destronado que desde ahora clama venganza. Estas jornadas de lucimiento personal y despliegue de estrategia de equipo, quedaron para la historia.
Un podio poderoso con la presencia de Pogacar (Komenda, 23 años), ganador de 3 etapas, atacante sin desmayo en defensa de una corona que no pudo mantener.
“Mi reto ahora es ganar a Vingegaard”, grita el esloveno. Y que, decir de Thomas, a sus 36 años de nuevo en el podio. El ciclista de Cardiff regresó entre los mejores. Ganó en 2018 y fue segundo en 2019.
En el espacio top ten el francés Gaudu terminó cuarto, el ruso Vlasov quinto y el colombiano Nairo Quintana sexto. Hasta el puesto 10, por este orden, Bardet, Meintjes, Lutsenko y Yates.
EL CICLISMO ESPAÑOL LEJOS DEL TOP 10
El ciclismo español no se llevó un recuerdo precisamente bueno del Tour. El primer clasificado en la general fue Luis León Sánchez (Bahrain Victorious), decimocuarto a sus 38 años. Desde 1981 siempre hubo al menos un español entre los diez primeros.
Entre los 9 españoles que se presentaron en la salida de Copenhague, Enric Mas (Movistar) era el foco de la expedición para luchar por la general, pero la presión y su manifestada fobia a los descensos, por un lado, y el Covid por otro, terminaron con el balear fuera del Tour tras la decimoctava etapa.
El ciclismo español no pudo además terminar con una racha de 4 ediciones sin ganar una etapa. La última la logró Omar Fraile en Mende, 2018, y desde entonces, compás de espera.
VAN AERT PROTAGONISTA, MAILLOT VERDE Y TRES ETAPAS
En un Tour donde el concepto de trabajo en equipo ha sido decisivo, el Jumbo ha sobresalido como bloque, pero sobre todo la figura de Wout Van Aert (Herentals, 27 años), ganador de tres etapas y 4 segundos puestos. Su aportación a Vingegaard ha sido clave, controló algunas etapas a su antojo y además logró el objetivo del maillot verde con mucha antelación y la mayor puntuación de la historia.
En el resto de clasificaciones, el maillot blanco por tercer año consecutivo fue a parar a las espaldas de Pogacar. Un premio menor para él, pero su juventud le permite ver la vida con optimismo. Sabe que debe volver al Tour con un equipo más potente.
El jersey de la montaña también se lo enfundó Vingegaard, hecho nada extraño para el padre de Jonas. “Con 17 años adelantaba en los puertos a todos los cicloturistas”, recuerda. En el Tour 2022 ha volado tanto en los Alpes como en los Pirineos.
En el capítulo de equipos el premio fue para el Ineos, el equipo con más presupuesto del pelotón internacional. Sin un líder de peso por la ausencia de Egan Bernal, la formación británica tiró de veteranos para salvar los muebles. Colocó a Thomas y Adam Yates en la lista de 10.
EL TOUR ESPERA EL PRÓXIMO DUELO VINGEGAARD-POGACAR
El Tour que acaba de terminar acuñó para el futuro la rivalidad entre Vingegaard y Pogacar. El danés cortó la racha triunfal del esloveno, y lo hizo con fuerza, clase y sin discusión alguna. De ser un corredor de equipo ha pasado a ser un líder, y ha demostrado saber ejercer de jefe y defender el maillot amarillo día a día.
Esa superioridad, sobre todo en las citas del Granon y Hautacam, le servirá a Pogacar como motivación, estímulo para afrontar las próximas carreras y el próximo Tour con su modelo que le hace ser feliz encima de la bicicleta: atacar para ganar.
“Volveré para recuperar el maillot amarillo”, fue su última frase tras felicitar a Vingegaard como su sucesor en París. El Tour ya tiene un buen reclamo para 2023. Y con salida en Bilbao.