Arturo López-Levi considera que el sistema económico cubano muestra actualmente “problemas ya de supervivencia” y debe ser cambiado de forma rápida, “importante” y “profunda” a pesar de que el escenario no es el más favorable.
Los apagones se han convertido en el reto principal del Gobierno cubano, según los expertos, que destacan el lastre que suponen para una economía ya en crisis, la imposibilidad de atajarlos a corto plazo y su capacidad para atizar el descontento social.
Es un problema endemoniado: tremendamente costoso, sin soluciones sencillas o rápidas, con enormes ramificaciones que permean en toda la economía y en la sociedad cubanas, y elementos fuera del alcance del Gobierno, señalan a Efe en sendas entrevistas seis economistas, historiadores, politólogos y abogados.
“Es evidente que la situación energética se les ha escapado de las manos”, asegura el exdiplomático cubano y politólogo Carlos Alzugaray.
Las centrales termoeléctricas del país –responsables de dos tercios de la energía– están obsoletas y faltas de repuestos, mantenimiento e inversión. Además, requieren de combustible en un momento en el que Cuba tiene grandes dificultades para surtirse de petróleo, por sus problemas financieros y las dificultades de Venezuela, su principal proveedor.
“El Gobierno no tiene cartas que jugar: el sistema está en crisis, no hay solución a largo plazo a la vista y tienen que tratar de manejar esto lo mejor que pueden”, señala Michael J. Bustamante, profesor asociado de Historia de la Universidad de Miami.
La economista cubana Tamarys Lien Bahamonde describe la situación como “un edificio a punto de caerse que sufre un terremoto”.
Bahamonde recuerda que los apagones no solo afectan los hogares –en los años 2000 el Gobierno emprendió una “revolución energética” en la que puso cocinas eléctricas a miles de casas–, sino también a los negocios y al sector agroalimentario.
El abogado cubano y doctorante en la Universidad de Salamanca (España) Luis Carlos Battista habla del “efecto en cadena” que los apagones tienen en la economía, que lastran del turismo al transporte, pasando por el comercio y el consumo.
Pavel Alejandro Vidal, profesor asociado en la Universidad Javeriana de Cali (Colombia), concuerda con Bahamonde y Battista y subraya que la energía “es la base de todo”.
“Yo me imagino que deberían estar preocupados (en el Gobierno) porque de todos los problemas que hay, el más peligroso, el más preocupante y principal es el déficit de generación porque no se ve una salida”.
Battista apunta en la misma dirección: “La situación es bastante fea y lo peor es que no se observa capacidad de dar una solución”.
Solo en julio se registraron apagones en 29 de los 31 días del mes, según datos de la estatal Unión Eléctrica (UNE) cotejados por Efe. En algunas localidades los cortes superaron las diez horas consecutivas.
MODELO ECONÓMICO EN CUESTIÓN
El cubano Arturo López-Levi, profesor en Relaciones Internacionales y Política de la Universidad Holy Names, considera que “no hay manera de resolver la crisis energética sin tocar otros pilares del sistema”.
“No es tema de soluciones parciales: esto requiere un verdadero cambio significativo de las estructuras”, destaca López-Levi, que asegura que “el sistema de organización económica del país está en fase terminal, no así el régimen político”.
Considera que el sistema económico cubano muestra actualmente “problemas ya de supervivencia” y debe ser cambiado de forma rápida, “importante” y “profunda” a pesar de que el escenario no es el más favorable.
En su opinión, se da la paradoja de que el Gobierno busca legitimarse diciendo ser “continuidad” de la generación que llevó a cabo la revolución y, a la vez, para sobrevivir, debe llevar a cabo notables cambios económicos, una “apertura significativa” (privatizaciones, inversión extranjera…) que ya se han demorado mucho.
“La continuidad del régimen político depende de un viraje, de un cambio importante”, asegura. Y agrega que “el Gobierno está forzado a convencer de que está consciente de lo mala que está la cosa y de que va a hacer los cambios necesarios”. “La única garantía de continuidad es el cambio”, apostilla.
Apunta que “el problema más urgente” para el Gobierno es el de la reforma económica, mientras que el “más difícil” es el de lograr la estabilidad política una vez que se entre en una dinámica de reformas liberalizadoras de la economía.
DESIGUALDADES SOCIALES
Cuba entró en una nueva etapa en la actual crisis energética con los cortes en la provincia capital de La Habana, que arrancaron esta semana con un reparto de cuatro horas cada tres días por distritos.
Aunque podría quedar en la anécdota, más de un analista no minimiza el carácter “condescendiente” de estos apagones, anunciados en un principio en la prensa oficial como un “acto de solidaridad” hacia las otras provincias.
Hasta antes de esta decisión –que, según el Gobierno provincial, tiene el propósito de ahorrar unos 100 megavatios para el resto del país– la capital no había sufrido de un problema que cala a diario en toda la geografía cubana.
Los economistas lo explican por la importancia estratégica de La Habana. Por su condición de capital, corazón económico, sede de los poderes y puerta de entrada al país para el turismo.
Esto ha generado malestar social por revelar “desigualdades territoriales”, según Bustamante, pero también un tratamiento privilegiado para los turistas.
“Provoca o contribuye a un debate ya muy activo sobre cuáles han sido las prioridades de inversión del país. Se ha hablado mucho de cómo el Gobierno ha sobreinvertido en hoteles con la idea de captar divisas, pero la gente se pregunta por qué no se invirtió más en los equipos eléctricos”, concluye.
Según cálculos del economista cubano Pedro Monreal, el Gobierno ha invertido casi 1.500 millones de dólares en nuevas habitaciones de hoteles en los últimos dos años.
Durante ese período Cuba ha atravesado una grave crisis, en la que sigue inmersa, por la pandemia, el endurecimiento de las sanciones de EE.UU. y los fallos en la gestión macroeconómica nacional.
Los elementos más visibles de esta situación han sido las colas por el desabastecimiento de productos básicos, el repunte de la inflación, la dolarización parcial de la economía y, también, los frecuentes apagones.
MANIFESTACIONES
Las repetidas afectaciones en el suministro fueron una de las causas de las manifestaciones antigubernamentales del 11 de julio de 2021, las mayores en décadas. De hecho, comenzaron en San Antonio de los Baños durante un apagón.
En las últimas semanas se han multiplicado las protestas, aunque de menor entidad, principalmente en pequeños núcleos urbanos afectados por largos cortes. Esta semana la situación ha escalado al registrarse dos en Santiago de Cuba y La Habana, las dos mayores ciudades del país.
“Vamos a ver cada vez más protestas, más descontento. Cada vez hay una mayor pérdida de legitimidad. No es sólo por los apagones, pero es uno de los factores”, afirma Battista, quien ve “cada vez más probable” una gran protesta aunque no quizá como la “explosión” del 11J.
Las inéditas protestas del 11 de julio son en este contexto la vara de medir. Alzugaray cree que el Gobierno cubano ha tomado medidas para que unas protestas así no se repitan, tanto a nivel “represivo” como con apoyo económico para las comunidades más vulnerables.
López-Levi, por su parte, no considera probable que una protesta logre tumbar al Gobierno, pero ve crecientes posibilidades de que “se conecten los problemas y crezcan las protestas”. “Tanto va el cántaro a la fuente… y está yendo demasiado”, añade.
En este contexto, tanto Alzugaray como López-Levi destacan que la oposición dentro y fuera de la isla ha sido incapaz de capitalizar esta situación.