Cecilia Bethancourt, de 73 años, tiene un puesto de artesanía en la calle 3 y avenida Bolívar, en el centro de la provincia de Colón.
Aquí tiene de todo un poco: collares, sombreros, zapatos, carteras, boinas, pulseras y aretes. Todos sus productos tienen colores llamativos, propios de la Etnia Negra.
Ataviada con un pollerón de retazos y una corona hecha de cartón, doña Cecilia exhibe las artesanías en su modesto puesto, que ha logrado notoriedad por la diversidad de artículos que se pueden encontrar.
Su emprendimiento es una ventana para que las personas conozcan la influencia cultural que han dejado los afrodescendientes en Panamá. Cada pieza que diseña tiene impregnado un poco de la historia de esta población que tanto le aporta al desarrollo y crecimiento del país.
El emprendimiento lo desarrolló tras recibir una capacitación del Gobierno Nacional, que le permitió aprender todo lo que sabe. Y con los beneficios que obtuvo del programa 120 a los 65 del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), adquirió la materia prima para montar su pequeño taller. Algo que la motivó a instalar su puesto fue el amor que profesa hacia la cultura afroantillana, de la cual se siente orgullosa de representar.
Cecilia nació y se crio en la provincia de Darién, donde pasó su adolescencia, luego emigró a la provincia de Colón, donde construyó una familia de siete (7) hijos, 18 nietos y 14 bisnietos.
Relata que durante sus años mozos no tuvo la oportunidad de obtener un empleo que le permitiera cotizar para una jubilación o pensión. Para ese entonces – recuerda Cecilia – no era usual que las empresas pagaran seguro social. Además, gran parte de su vida la dedicó a cuidar a su familia.
Tras siete años de estar diseñando artesanías, ha logrado obtener piezas únicas, como las muñecas de estopas de coco, que se venden a buen precio. La diseña con frascos de mayonesa y retazos.
También confecciona turbantes y gorros para los miembros de la cultura rastafari. Su reputación es tal que todo el que desea vestir una pieza de la Etnia Negra, está casi obligado a visitar su puesto ubicado en el corregimiento de Barrio Norte.
En su taller todos los diseños son confeccionados a mano. La corona, una pieza emblemática de la etnia negra, la diseña con cartones, alambres dulces, espejos, encajes, cinta de satín y mucha creatividad.
Una de las piezas que más le solicitan sus clientes son los pollerones. Las faldas las confecciona de “parche unido”. La técnica consiste en tomar diferentes telas y unirlas hasta obtener la cantidad necesaria para el pollerón.
Todas las faldas tienen parche montado que se sobreponen sobre la tela, a manera de remiendo. Algunas de los diseños de doña Cecilia tienen el aspecto de ropas rotas o “ripiadas”, pero explica que estas piezas, que utilizan preferiblemente los hombres, representan los tiempos en que los negros no tenían posibilidad de obtener una ropa nueva.
120 a los 65, un programa que brinda protección a los adultos mayores
Para doña Cecilia 120 a los 65 es el programa social que brinda protección y seguridad a las poblaciones más vulnerables. Recuerda que, durante el estallido de la pandemia, cuando se aplicaron las medidas de restricción, se vio obligada a cerrar su puesto.
Fue con la transferencia que tuvo acceso a sus alimentos, medicinas y artículos de primera necesidad. También destacó que desde que ingresó al programa en 2016, ha podido acceder a los servicios médicos de forma gratuita.
A nivel nacional, 120 a los 65 brinda cobertura a más de 121 mil panameños (as) que, por su edad y vulneración social, no perciben ingresos ni gozan de una jubilación o pensión. El programa tiene un componente de género, ya que beneficia a 73,177 mujeres que representan el 63.4% respecto a los 48,535 hombres que se benefician de este sistema.
De acuerdo con un informe del MIDES, la mayoría de los beneficiarios, es decir, 35,493 tienen entre 70 a 74 años. El segundo grupo con más inscritos (30,046) tiene entre 75 a 79 años, y el tercero (21,188) está entre 80 a 84 años.
Mientras que las provincias que más inscritos tienen son Panamá con 22,696; Chiriquí con 19,456; Veraguas con 16,971 y Panamá Oeste con 13,830.
La Ministra María Inés Castillo explicó que la historia de Cecilia demuestra que los programas sociales de protección cumplen una función social a favor de esa población vulnerable, que no tuvo la oportunidad de acceder a programas de jubilación, sobre todo para muchas mujeres que realizaron labores de cuidado no remunerado, cuidando a sus hijos y familia.
“Estamos comprometidos con reforzar nuestros programas de transferencias para que sigan llegando a los panameños (as) que más lo necesitan. Nuestro objetivo es que nuestros beneficiarios puedan acceder a los servicios básicos y desarrollar emprendimientos sostenibles, para lograr la movilidad social de nuestros beneficiarios”, indicó la Ministra Castillo.
También destacó que 120 a los 65 le brinda programas de salud, recreación y otros que son importantes para que el adulto mayor, tenga un envejecimiento saludable.
Doña Cecilia está orgullosa de su emprendimiento. Con sus manos diseña prendas que llevan arraigada la historia de sus antepasados. Asegura que mientras Dios la tenga con salud, estará creando adornos y accesorios únicos, como ella lo sabe hacer.