La concertación debe ser la via idónea para tratar e involucrar a todos los panameños en la solución de los hechos y acontecimientos que se dan en el país.
Al emerger la pandemia, y luego de los cierres decretados en el país, brotó la necesidad de lograr un ACUERDO NACIONAL. Definir, redactar, acordar y cumplir un nuevo PACTO SOCIAL. Esta crisis ya venía desde años atrás, con un crecimiento de un país agotado en sus estructuras, quizás sea un problema o mal de crecimiento.
Este acuerdo debe incluir a los tres Órganos del Estado, porque algunos pasan desapercibidos como si no formaran parte del país. Pero, también requiere que quienes estamos en el área civil o lo que se ha denominado sociedad civil, cumplamos con nuestras obligaciones, ya que así como tenemos derechos, tenemos obligaciones. Lo único cierto ha sido que la crisis pandémica, sacó lo peor de todo y no fue que la agudizó, la hizo más visible.
Ese nuevo pacto social llamado Panamá, se debe escribir con el concurso de todos los nacionales. Pero, ¿cómo hacemos eso? ¿Cómo lograr ponernos de acuerdo? ¿Quién escribe? ¿Quién redacta? ¿Pero quién cumple y lo ejecuta?
La conversación para la solución de conflictos es lo más indicado. Por lo que siempre he creído en los espacios de concertación para resolver problemas. Después de los cierres producto de la pandemia, se ha dado un estrés post pandémico, que no contribuye a la solución de problemas. Pero hemos venido creando mesas, mesitas, diálogos y concertación, que no contribuyen a resolver el problema, es más, no se logran articular los acuerdos.
El 25 de febrero de 2008, vio la luz pública, a través de una Ley, el mecanismo de La Concertación. Espacio que busca analizar y después de ese foro de análisis, dar respuestas a esos problemas, sociales, políticos, y quizás como el de la coyuntura actual, un problema estrictamente económico. Pero esta instancia ha quedado relegada a otros mecanismos que no contribuyen a resolver el problema.
Ya antes de estos, existían otras instancias que podemos denominar de pensamientos que, como el Centro Nacional de Competitividad, se venían trabajando, pero no de manera articulada.
Crear una mesa, una mesita, un diálogo, cada vez que hay un problema, un tema social, un caso político o económico, es como diria un jefe que tuve: “Cuando no se quiere resolver un problema, se manda a una comisión”. El país ha creado cuanta mesa se haya ocurrido para tratar temas sociales, políticos, económicos, pero ninguna implementación se ha logrado. Las mesas tratan problemas coyunturales, pero no estructurales y eso es lo que hace que la gente pierda la confianza.
La concertación debe ser la via idónea para tratar e involucrar a todos los panameños en la solución de los hechos y acontecimientos que se dan en el país, quizás el Diálogo del Bicentenario debió ser la ruta correcta para alcanzar las soluciones a esos problemas, por un lado coyunturales y por otro estructurales; pero como que nos cuesta ponernos de acuerdo.
Después de un objetivo que todos los panameños abrazamos y seguiremos abrazando de tener un solo territorio y que el canal fuera nuestro, no se ha logrado definir objetivos claros y precisos de lo que queremos y deseamos para nuestra nación. ¿A qué se debe?
Establecer objetivos claros y precisos como educación, salud, justicia, democracia, libertad que todos entendemos como necesarios para la convivencia, pero, ¿cómo logramos eso?, ¿qué necesitamos hacer?, ¿hay alguien que dirija, coordine y ejecute una acción que contribuya a lograr esos objetivos? Queremos un país para todos, integrado, participativo con oportunidades e incluyente. Este artículo continuará.