El valor de emprender

El valor de emprender
La empresa privada está conformada mayormente por micro, pequeños y medianos empresarios, que mueven al país cotidianamente, generando empleo y produciendo progreso. Foto, Henry G. Kinkead M.

El sistema de libre empresa no es perfecto, pero es el mejor. Para que funcione adecuadamente es imprescindible que existan instituciones fuertes y que la justicia sea eficiente e imparcial.

En medio de la crisis del último mes, han surgido voces que critican de forma persistente el modelo de la libre empresa, ya que lo consideran pernicioso y productor de desigualdades.

De manera absurda se han realizado generalizaciones para imponer en la conciencia de los ciudadanos, la pérfida idea de que los empresarios son los culpables de todos los problemas de la nación.

Esta forma de ver las cosas se asienta en la equivocada consideración de que el Estado puede hacerse cargo de toda la economía, eliminando la iniciativa privada y con ella, la ilusión de crear, innovar y generar oportunidades para todos.

La empresa privada está conformada mayormente por micro, pequeños y medianos empresarios, que mueven al país cotidianamente, generando empleo y produciendo progreso.

En el modelo de intervención del Estado, se anula la libertad y se pavimenta el camino al totalitarismo. Sólo basta escuchar los discursos de quienes lo promueven.

En nuestro continente, existen múltiples ejemplos donde, so pretexto de mejorar las condiciones de los sectores vulnerables, se toman medidas que incrementan la pobreza y el desasosiego social.

El sistema de libre empresa no es perfecto, pero es el mejor. Para que funcione adecuadamente es imprescindible que existan instituciones fuertes y que la justicia sea eficiente e imparcial. También es fundamental que se desmonte la burocracia excesiva y que la corrupción sea combatida sin pausa.

Además, es importante que se combatan los monopolios para que todos podamos participar en el mercado en igualdad de condiciones.

Es necesario que la educación esté alineada con las necesidades del país y que la misma sea la base para generar una auténtica igualdad de oportunidades; además, debemos contar con un sistema de salud que sea esencialmente preventivo y que los servicios médicos sean eficientes.

La pandemia y la crisis del combustible, nos deben llevar a la conclusión que lo más importante es generar empleo y atraer inversiones que desarrollen todas nuestras fuerzas productivas.

Combatir la pobreza no puede basarse en discursos de manual que estimulan el odio entre panameños y que descalifican por el solo hecho de pensar diferente.

Los micro, pequeños y medianos empresarios, son la expresión virtuosa de la gente que quiere avanzar y que, con su éxito, provocan un efecto positivo en la vida social.

Descalificarlos no sólo configura un acto de irrespeto sino una gran felonía. Luchemos por un país donde todos podamos soñar con un futuro mejor, y donde la envidia y la injusticia no tengan domicilio.

 

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