Olvídate del café gratis, lo que importa es si los empleados sienten que vale la pena regresar a la oficina

Olvídate del café gratis, lo que importa es si los empleados sienten que vale la pena regresar a la oficina
Tim Hirzel trabaja casi todos los días en su casa de Quincy, Massachusetts, pero va a Boston más o menos un día a la semana. Foto, Tony Luong/The New York Times.

Muchos empleados no querían regresar a la oficina. Por eso se opusieron a las políticas de regresar a la oficina y ejercieron presión para que hubiera más flexibilidad. Ahora que ya se dio ese regreso tan previsto, la gran pregunta es: ¿cómo va todo? 

El traslado hacia y desde el trabajo solía ser algo tan habitual en la rutina de Tim Hirzel, que lo hacía casi sin pensar. Después, durante la pandemia, como trabajaba desde su casa en Quincy, Massachusetts, se acostumbró a un estilo de vida diferente. Ahora está volviendo a trasladarse, pero esto requiere tanto tiempo y esfuerzo (ducharse, vestirse, empacar sus cosas, viajar), que asigna un espacio en su agenda para lograrlo.

Hirzel trabaja en una empresa emergente de tecnología ubicada en Boston, que les ha ofrecido a los empleados la flexibilidad de ir cuando quieran. Pero Hirzel, quien también tiene que llevar a sus hijos a la escuela, no ha optado por quedarse en casa todo el tiempo. Dice que va a la oficina cuando tiene sentido que esté ahí: cuando va a conocer a empleados nuevos o a trabajar de manera presencial con sus compañeros. Y le gusta estar ahí cuando ve que hay alguna razón para hacerlo.

“Es única la sensación de estar en una habitación con un pizarrón y tres o cuatro personas reunidas”, comentó. “Está presente el lenguaje corporal de las personas y es posible tener una conversación”.

Muchos empleados no querían regresar a la oficina. Por eso se opusieron a las políticas de regresar a la oficina y ejercieron presión para que hubiera más flexibilidad. Ahora que ya se dio ese regreso tan previsto, la gran pregunta es: ¿cómo va todo?

La respuesta a las preguntas que The New York Times planteó a diversos lectores que estaban trabajando de manera remota y ahora están en la oficina, al menos una parte del tiempo, es que su vida cambió durante la pandemia y han tenido que desarticular el estilo de vida que tenían en casa. Ha sido difícil gestionar el cuidado de los niños y hallar el tiempo para seguir haciendo ejercicio. Muchas personas mencionaron que ahora el perro no está contento.

Aunque la empresa ofreciera refrigerios gratuitos, el regreso a la oficina después de tanto tiempo de ausencia siempre iba a ser una transición estresante. Pero las respuestas revelaron que había algo que ayudaba con este cambio tan importante: el hecho de que los empleados crean que tiene sentido estar en la oficina y que puedan mantener un cierto control sobre su tiempo.

Megan Lynch, una analista que trabaja para el gobierno federal en Washington, comentó que la pandemia le había permitido a ella y a su familia tener un estilo de vida más sencillo: pasar más tiempo en pantalones deportivos o sentarse junto a una ventana con un cojín térmico. Lynch no quería regresar, pero también ha reconocido que el traslado no es tan terrible, que nadie de su familia está inmunodeprimido y que estar con sus compañeros es ventajoso para ella y para su trabajo.

“Como que nos olvidamos de todas las cosas buenas o ingeniosas que pueden surgir de esas interacciones imprevistas cuando te encuentras a alguien en el pasillo o en el baño y comienzan a conversar”, comentó.

Además, los gerentes de su oficina han demostrado interés, pues escuchan a los empleados cuando se desahogan, consultan a la gente para ver la mejor manera de implementar el regreso y son flexibles con respecto a los días en que los empleados deben estar en la oficina.

Los traslados a la oficina se reanudaron junto con la vertiginosa logística que tantos padres conocen para organizarse después de la escuela: el desconcertante tema de lo que sucede entre el final del día escolar, el final de la jornada laboral y el poquísimo tiempo en el que la cena debe estar servida.

Esa era la parte que les preocupaba a muchos padres de niños en edad escolar y sigue siendo un reto, sobre todo para las mujeres. Los padres que trabajan afirmaron que el regreso a la oficina restableció la titánica tarea de organizar el horario de la familia y las rondas para llevar a los niños a la escuela, una carga que algunas madres sienten que cae en sus hombros de manera desproporcionada.

La pandemia también le brindó a la gente la oportunidad de pasar más tiempo con su familia, dar paseos a la hora del almuerzo, agendar citas para terapia y dormir bien. La vida podía vivirse de un modo diferente.

Pese a que se trastornó su estilo de vida en casa, los lectores que reconocieron la utilidad de regresar dijeron que estaban de acuerdo con la política de regresar a la oficina. Algunos incluso manifestaron que les gustaba estar de vuelta… siempre y cuando las condiciones fueran compatibles, al menos en parte, con los hábitos que desarrollaron durante la pandemia.

“Como empleada en modalidad híbrida, creo que tengo lo mejor de ambos mundos y valoro los dos tipos de mi jornada laboral”, escribió Mel Burt-Gracik, gerente de formación y desarrollo en una empresa manufacturera en el sur de California. “Me encanta la flexibilidad de los días en que hago la tarea (como les dicen mis hijos), puedo tomar los descansos que considere necesarios, aprovechar el tiempo que no uso en el traslado para hacer ejercicio y preparar comidas saludables para mi familia”.

“En los días de trabajo de verdad (también llamados así por mis retoños), me encanta vestirme bien, ver a gente en las reuniones o en los pasillos y todo lo que puedo aportar a la cultura de comunicación y afecto cuando estoy presente con la gente”.

Pero los empleados que sentían que podían hacer su trabajo igual de bien desde casa o que regresaron a oficinas vacías o donde se veía poca colaboración, nos dijeron que no les gustaba haber regresado.

Para esos empleados, la modalidad presencial no justificaba todo lo que tenían que ceder: tiempo para meditar o ir a correr, caminar con sus hijos a la escuela o cuidar a sus familiares. Describieron estar en la oficina como un requisito burocrático que no merecía todos los gastos y molestias.

Kristie Rogers, profesora de Administración en la Universidad Marquette, quien hace investigación sobre el respeto en el trabajo, señaló que, en momentos de cambio como este, las personas son muy conscientes de lo que sucede a su alrededor y de cómo las están tratando, lo cual implica una presión para sus jefes.

Los gerentes deben explicarles detalladamente a sus empleados por qué quieren que regresen a la oficina e incluirlos en el proceso de concretarlo, señaló Rogers.

“Si se tiene una modalidad de trabajo híbrida, es fundamental que los empleados entiendan que en verdad es útil que estén juntos”, comentó Rogers, quien imparte clases tanto de manera presencial como remota, y casi siempre realiza en casa su trabajo de investigación. “Si no todos vemos esa utilidad, la gente se sentirá menospreciada e incomprendida”.

Puede ser difícil transmitir la utilidad de estar en la oficina, pero los lectores mencionaron que las reuniones presenciales son más eficientes, las lluvias de ideas son más productivas y es más fácil llegar a conocer a los compañeros.

Todo esto ayuda mucho a que acepten más el hecho de no tener tanto control sobre su tiempo.

Este es un momento especialmente difícil para quienes sienten que no tienen otra opción más que regresar a la oficina, comentó Allison S. Gabriel, profesora en la Facultad de Administración Eller en la Universidad de Arizona.

“Las personas tenían mucha autonomía y ahora que regresan a trabajar, sienten que se la han robado”, comentó Gabriel.

 

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