Jenrry Mejía afirmó que seguirá predicándole su experiencia a los niños y orando por obtener una segunda oportunidad en las ligas mayores. Lo más cerca que estuvo de regresar fue cuando pasó la temporada 2019 con el equipo Clase AAA de los Medias Rojas de Boston.
SANTO DOMINGO, República Dominicana— Cada vez que se entera de que otro beisbolista de la República Dominicana ha dado positivo por drogas para mejorar el rendimiento, algo muy común entre sus compatriotas, Jenrry Mejía siente tristeza y empatía.
Mejía, de 33 años, quien alguna vez fue un joven y prometedor cerrador de los Mets de Nueva York, puede hablar por experiencia propia. Desde que el Béisbol de las Grandes Ligas (MLB, por su sigla en inglés) y el sindicato de jugadores del MLB acordaron a partir de 2005 otorgar suspensiones para quienes cometieran una infracción por primera vez, ningún jugador ha recibido más castigos que él: su tercera prueba positiva, en 2016, le causó una suspensión de por vida.
Mejía, en aquel entonces en sus veintitantos, reaccionó impetuosamente y acusó al MLB de participar en una conspiración en su contra. La suspensión de por vida fue revocada dos años después, luego de que Mejía se disculpara con el comisionado Rob Manfred. Sin embargo, aún no ha regresado a las mayores.
Desde entonces, Mejía ha hablado frecuentemente con jugadores más jóvenes sobre los peligros de los esteroides y cómo su uso descarriló su carrera. Así que cuando Fernando Tatis Jr. de los Padres de San Diego recibió una suspensión de 80 juegos en agosto por dar positivo por una droga prohibida para mejorar el rendimiento, Mejía afirmó que quería darle a Tatis, de 23 años —o a cualquier jugador suspendido— algunos consejos no solicitados.
“Lo que menos necesita es gente que le eche tierra”, afirmó Mejía recientemente. “Necesita a alguien que hable con él y le diga que todo va a salir bien. Todos saben que la situación es grave. Pero debes dar la cara, admitir el error y seguir adelante”.
La prueba positiva de Tatis —una noticia desconcertante debido a su condición de superestrella emergente— es solo el ejemplo más reciente de un fenómeno preocupante entre los jugadores de la República Dominicana. Según el MLB, de las 30.000 pruebas antidopaje que realiza en todo el mundo cada temporada, el 0,2 por ciento da positivo a sustancias para mejorar el rendimiento, la mitad de las cuales provienen de jugadores dominicanos.
Por cada Robinson Canó, Melky Cabrera y Bartolo Colón que dieron positivo, muchos más jugadores dominicanos de ligas menores han sido detectados. Las sustancias prohibidas más comunes son esteroides anabólicos antiguos que fueron de uso frecuente en otros deportes décadas atrás.
Los dominicanos juegan en todos los niveles del béisbol y ocho de ellos están en la Serie Mundial de este año entre los Phillies de Philadelphia y los Astros de Houston.
Sin embargo, el porcentaje de dominicanos que dan positivo por sustancias prohibidas es desproporcionado con respecto a su representación en el deporte. De los 975 jugadores en las plantillas de 28 jugadores de los equipos del Día Inaugural y las listas de inactivos esta temporada, 99 —poco más del 10 por ciento— eran de la República Dominicana. Se cree que el porcentaje es mayor en las ligas menores.
“Es lamentable”, afirmó Junior Noboa, exjugador de las Grandes Ligas y comisionado nacional de béisbol del país. “Es lamentable que después de todas las conversaciones y todo lo que se ha hecho, sigan cometiendo estos errores”.
Las autoridades del béisbol, jugadores, médicos y expertos en dopaje ofrecieron una variedad de explicaciones sobre las razones detrás de las pruebas positivas por drogas ilegales.
“Un cazatalentos observa a tu jugador y si ya tiene 16 años, lo considera demasiado viejo”, afirmó Felix Mena, un entrenador privado que comenzó a trabajar con Mejía cuando tenía 15 años y asegura dirigir un programa libre de drogas. “Entonces, con un niño de 12 años, debes comenzar a hacerlo competir y a hacer cosas que no se deben hacer. Ese es el sistema que a veces descarrila a las personas”.
Mena no exagera sobre las edades de los jugadores involucrados. Los jugadores no profesionales internacionales pueden firmar como agentes libres con equipos del MLB a partir de los 16 años. Pero los equipos por lo general llegan a acuerdos verbales con jugadores varios años más jóvenes que eso, lo que genera un mercado frenético que, según los críticos, alienta la corrupción y el uso de esteroides. Debido a que, incluso, un bono modesto por firmar puede cambiarle la vida a una familia dominicana, los niños suelen dejar de lado a la escuela para enfocarse en el entrenamiento de béisbol.
“En Estados Unidos, el jugador se hace básicamente en una escuela, en un programa donde hay protección y resguardos y existe un draft”, afirmó Mejía. Pero en la República Dominicana, cuando los jugadores no lanzan lo suficientemente fuerte como adolescentes y, por ende, no llaman la atención de los reclutadores, afirmó Mejía, ellos, sus padres y sus entrenadores a veces se desesperan.
“Uno busca algo para consumir, pensando que la sustancia prohibida supuestamente te ayudará, pero en realidad puede empeorar la situación”, afirmó. “Cualquiera puede ir a la farmacia o al veterinario y ahí te la venderán”.
Según Milton Pinedo, médico y presidente de la Federación Dominicana de Medicina del Deporte, en la República Dominicana existe la creencia popular de que las sustancias prohibidas generan una solución inmediata.
“Eso afecta a los entrenadores y a los padres”, continuó Pinedo, “que tienen esa creencia de que el uso de sustancias prohibidas será un camino para salir de la pobreza y los jóvenes van a rendir y a firmar contratos temprano. La creencia anormal en los esteroides les da un poder que en realidad no tienen”.
Pinedo enumeró otros dos factores principales por los que los jugadores profesionales dominicanos terminan dando positivo a estas sustancias con mayor frecuencia. Pinedo señaló los niveles más bajos de educación del país, en particular entre los jugadores de béisbol. Como resultado, afirmó, las personas “no pueden discernir o diferenciar lo que es cierto y lo que no” sobre los esteroides.
El tercer factor, afirmó Pinedo, es quizás el más importante: los controles flexibles del país sobre las sustancias prohibidas, las cuales se pueden comprar “libremente en las farmacias, sin necesidad de una receta médica”. Incluso los antibióticos se pueden comprar sin receta médica. Esteroides anabólicos antiguos, como el estanozolol y la boldenona, afirmó, son populares porque son de fácil acceso.
Noboa, quien está trabajando para reformar el sistema de desarrollo de jugadores en el país, afirmó que su despacho esperaba recibir la aprobación legislativa para obtener más recursos y poder para abordar el problema del dopaje a una edad temprana, desde trabajar con los padres para educar mejor a los jugadores y castigar a los entrenadores hasta implantar pruebas en las academias independientes.
“Tenemos que empezar con los niños desde que juegan en las Pequeñas Ligas”, afirmó Noboa. “Ahí es donde tenemos que enfocarnos principalmente para que cuando lleguen a una edad en la que estén conscientes, sepan que si alguien les ofrece algo —‘Esto es solo por un tiempo breve y te ayudará con la lesión’—digan: ‘No, no consumiré nada de eso ni nada que no esté en la lista autorizada”.
Mejía afirmó que seguirá predicándole su experiencia a los niños y orando por obtener una segunda oportunidad en las ligas mayores. Lo más cerca que estuvo de regresar fue cuando pasó la temporada 2019 con el equipo Clase AAA de los Medias Rojas de Boston, pero registró un promedio de carreras limpias permitidas de 6.38.
“Me encantaría volver a Estados Unidos, aunque sea por un día”, afirmó, “para poder decir que caí, perseveré y regresé a las Grandes Ligas”.