Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), en Panamá actualmente las mujeres tienen una esperanza de vida de 82.09 años y los hombres de 76.16.
“El concepto de vejez depende en gran medida de la esperanza de vida de los miembros de una sociedad. Al mejorar las condiciones de higiene y salud, esta ha aumentado proporcionalmente, por lo que la edad que se considera de inicio de la vejez ha variado en las difrentes épocas”. Así lo señala la mexicana María Pozzi en el artículo “Adulto mayor: un neologismo para disimular la ineludible vejez”.
Según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INEC), en Panamá actualmente las mujeres tienen una esperanza de vida de 82.09 años y los hombres de 76.16. La mayoría de los hombres y mujeres que ya se han jubilado a los 62 y 57 años sufren enfermedades crónicas, presión arterial alta, cáncer y otros males que los obligan a invertir gran parte de sus entradas mensuales en la adquisición de medicamentos que nunca hay en la Caja de Seguro Social.
Con esas esperanzas de vida, es lógico que los panameños traten de gozar de una vida de jubilación con todas las atenciones que se merecen, pero no han logrado ni siquiera que se cumplan todas las promesas que el Gobierno nacional les ha hecho después de las marchas realizadas en busca de reivindicaciones.
Entonces, ¿qué calidad de vida tienen los jubilados en este país durante los últimos años de vida? Se la pasan todo el tiempo en citas médicas, lo cual es una obligación, desde que dejan de formar parte del mundo laboral, en vez de disfrutar de sus momentos libre. Es decir, han trabajado toda una vida para gastar cientos de dólares al año en medicamentos que la Caja de Seguro Social no les puede entregar.
Dadas las circunstancias, las personas de la tercera edad necesitan el dinero que el Estado les adeuda como producto de los intereses que les adeuda el Estado por emplear, sin su consentimiento, la segunda partida del décimo tercer mes que se retuvo desde 1972 hasta 1983. Si reciben ese dinero, ya saben en qué se lo gastarán: medicamentos. No es justo, pero mientras la CSS no pueda cumplir con su deber, los jubilados tendrán que contribuir con la noble causa de procurarse la atención a sus necesidades de salud.
Así que el Gobierno debe, cuanto antes, entregarles ese dinero a todas esas personas que sufrieron durante años la falta de esa partida del décimo tercer mes y que ahora se lo quieren birlar como si no fueran ciudadanos de un país que se jacta de ser modelo de justicia.
En manos de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) está la ley que debe cumplirse por el bienestar de este sector del país que se merece una mejor vida. Se debe cumplir con la máxima de nunca descuidar o despreciar a los adultos mayores, porque cada uno de los panameños, sobre todo, los que imparten justicia llegarán, si Dios lo quiere, a jubilarse y tendrán que sufrir los mismos embates.
Justicia quieren los de la tercera edad y todos los que tienen derecho al dinero de los intereses producidos por la segunda partida del décimo tercer mes de 1972 a 1983. Tienen derecho a una vejez tranquila y feliz, aunque tengan que seguir invirtiendo en sus propias medicinas.