“Surrender” consta de 40 capítulos que llevan los títulos de canciones de U2 e ilustraciones originales del autor, nacido y criado en el norte dublinés, y cuyo verdadero nombre es Paul Hewson.
Con la publicación del libro “Surrender. 40 canciones, una historia” de Bono, líder de U2, Dublín vuelve a cobrar gran protagonismo para los millones de seguidores de la banda irlandesa.
Un paseo por sus calles les ayudará a descubrir algunos de los lugares de la vieja capital que marcan (y cuentan) la trayectoria vital y musical de uno de los grupos más icónicos de todos los tiempos.
“Surrender” consta de 40 capítulos que llevan los títulos de canciones de U2 e ilustraciones originales del autor, nacido y criado en el norte dublinés, y cuyo verdadero nombre es Paul Hewson.
Desde que arranca el libro con el tema “Lights of Home”, del último álbum “Songs of Experience” (2017), hasta que lo cierra con “Breathe”, de “No Line on the Horizon” (2009), Bono desgrana tanto su historia personal como la de sus otros tres compañeros de aventura.
Por eso, una primera parada de este viaje al pasado podría ser la escuela de secundaria Mount Temple Comprehensive, gestionada por la Iglesia de Irlanda (protestante) y situada en el acomodado barrio de Clontarf, frente a la bahía de Dublín.
En su tablón de anuncios, un batería de 14 años llamado Larry Mullen colgó una nota en septiembre 1976 para formar un grupo musical, mensaje al que contestaron Bono (aún Paul), el guitarrista David Howell Evans, “The Edge” más tarde, y el bajista Adam Clayton.
DE LA ESCUELA AL ESTRELLATO
El resto, como dicen, es historia. Historia del rock escrita con temas como “I Will Follow”, que da nombre al séptimo capítulo del libro y que se convirtió en el primer gran éxito de U2 tras incluirlo en su álbum de presentación “Boy” (1980).
Sin duda, debió de sonar en uno de sus primeros conciertos al aire libre organizado en Saint Stephen’s Green, un coqueto parque del centro donde años después regresaron Bono y The Edge a pasear ovejas, un privilegio asociado al premio “Libertad de la Ciudad de Dublín” que U2 recibió en 2000 por su trabajo humanitario.
El galardón, un árbol de la vida de cristal diseñado a semejanza de “The Joshua Tree”, puede verse al otro lado del parque en el Little Museum Dublin, imprescindible para los fans de la banda.
Este museo cuenta con una fantástica exposición sobre el grupo, “U2: Made in Dublin”, que ha sido organizada por seguidores del cuarteto junto con los mejores fotógrafos y artistas de la ciudad.
En la abarrotada sala también ocupa un espacio central el coche Trabant que U2 utilizó en su gira “Zoo TV” (1992), además de las gafas de sol que Bono llevó en el videoclip de “Beautiful Day” o las letras manuscritas del tema “Please”, entre otros muchos tesoros.
A pocas manzanas del museo, en dirección sur, el peregrino rocanrrolero podrá pasear, asimismo, por Fitzwilliam Square, la elegante plaza georgiana donde se grabó el compungido vídeo de “Sweetest Thing”, compuesta por Bono, dicen, tras haberse olvidado del cumpleaños de su mujer, Ali.
BONO Y OSCAR WILDE
También se encuentra cerca Merrion Square, la plaza donde Bono grabó una cita de Oscar Wilde en la piedra que se encuentra junto a la estatua del escritor: “El hombre es menos sincero cuando habla en su nombre. Dale una máscara y te dirá la verdad”, escribió.
De vuelta al corazón de Dublín, la última parada de este tour concluye en la conocida zona de “pubs” de Temple Bar, a la que se puede acceder por el venerado Ha’penny Bridge.
En este puente han posado estrellas locales como Phil Lynott (“Thin Lizzy”) o Rory Gallagher, por lo que no podían faltar tampoco las icónicas fotografías de Bono sobre el río Liffey, en cuya orilla sur se levanta el Clarence Hotel, propiedad del cantante y The Edge.
En la terraza de este clásico edificio se grabó en 2000 un videoclip del tema “Beautiful Day” para el popular programa de música “Top of the Pops” de la cadena británica BBC, al más puro estilo “beatle”.
Antes de concluir el paseo con una pinta de cerveza negra, merece la pena visitar en Temple Bar el “Wall of Fame”, una fachada que U2 comparte con Van Morrison, Sinéad O’Connor o The Undertones, entre otros gigantes de la música irlandesa.
Y en el mismo edificio, el Irish Rock and Roll Museum pone la guinda al tour con una pequeña exposición en la que la mayoría de los “tesoros” exhibidos han sido donados por la propia banda, en pago, a buen seguro, de la enorme deuda que tiene con su querido Dublín.